Obras de Misericordia

Soportar a los demás. 

Ha dicho San Juan Bosco que: “La caridad todo lo soporta, de donde se deduce que no tendrá jamás verdadera caridad el que no quiere soportar los defectos ajenos”.

Por lo tanto quien no quiere soportar los defectos ajenos, no puede decir que ha alcanzado la perfección del amor.

Ésta obra de misericordia espiritual tiene relación con aquella otra obra de misericordia corporal de dar posada al peregrino; porque así como al dar albergue al hermano que está de paso, nos puede acarrear algunas molestias, de igual modo los prójimos molestos son como peregrinos que vienen a perturbar nuestra casita tranquila, es decir, nuestro interior. Pero tengamos paciencia con todos, porque Dios tiene paciencia con nosotros, que una y mil veces caemos en las mismas faltas.

Aprendamos a sonreír a todos, con la seguridad de que cuando sonreímos a quienes nos molestan, el Señor y su Madre nos sonríen a nosotros.

Y cuando el demonio nos susurre: “¡No es justo lo que hacen contigo! ¡Debes reivindicar tus justos derechos!”, digamos como dijo Cristo, “¡Apártate, Satanás! ¿Acaso no he de beber este cáliz amargo que me presenta el Padre eterno?”

No reaccionemos violentamente y con ira a los defectos ajenos, porque de esa forma escandalizamos al prójimo, que al vernos tan furiosos e imperfectos, huirán de la religión por nuestro mal ejemplo.

Jesús, en Vos confío.