Lecturas para este día: Romanos 4: 19-25. Lucas 12: 13-21.
¨Necio, esta noche vas a morir. Lo que has acumulado, ¿Para quién será?¨. Lucas 12: 13-21.
¨Ustedes, no pueden servir a Dios y al dinero¨(Mateo 6: 24), es el dinero y no el placer, el sexo o la alegría, el verdadero enemigo de Dios. No el dinero ganado honestamente, sino cuando ¨tener dinero¨ es la única obsesión en toda la vida, acumulando, con avidez, siendo injustos, egoístas y avaros. Se divinizan las riquezas cuando los bienes terrenos son el fin supremo de la vida hacia el que se dirigen todas las energías, pensamientos, deseos y acciones. Es decir, cuando se sacrifica todo por el dinero, incluso los sentimientos, afectos familiares y la decencia. Entonces el dinero, las posesiones materiales se transforman en el rival de Dios.
El dinero derriba a Dios de su trono, que es el corazón del hombre, y usurpa su puesto. Entonces el hombre queda ¨poseído¨ por sus posesiones. Sólo le preocupa ¨estar bien¨ y no ¨ser bien¨; es decir, con el estómago lleno y la cartera repleta, ya no tiene necesidad de Dios. Dios se vuelve superfluo, ¨innecesario¨ para el que todo lo tiene, y puede disponer de todos los placeres a su alcance según sus caprichos. O sea, ya no es LO UNICO NECESARIO DE TU VIDA, como debe ser.
Como siempre Jesús en su Evangelio nos pone ante una rigurosa alternativa: Dios o el dinero. O ponemos nuestra confianza en Dios, o la ponemos en el dinero. No podemos tener a uno y a otro, sino uno u otro. No junto a otro, sino uno contra otro. Quien se hace esclavo del dinero, lo convierte en un ídolo no tiene ya necesidad de Dios.
Y tú, ¿De quién tienes necesidad?
Del Salmo 104: Bendito sea el Señor, Dios de Israel.