BERTRAND RUSSELL (Filósofo, matemático, historiador, crítico
social)
Durante los 98 años de vida de Bertrand Russell (1872-1970),
éste fue testigo de cambios en la sociedad y en la política internacional que
nadie hubiese podido imaginar en la Inglaterra victoriana en la que creció y se
educó. Dos guerras mundiales, la lucha por el sufragio femenino, la crisis
económica, el desarrollo del capitalismo, el comunismo y el fascismo, la lucha
por los derechos civiles en EE.UU., la guerra de Vietnam... Repasar la vida de
Bertrand Russell supone hacer un recorrido histórico no sólo por las
personalidades del mundo de la filosofía con quienes se relacionó (Mc. Taggart,
G. E. Moore, Whitehead, Ludwig Wittgenstein...), sino también por los
acontecimientos mencionados y por muchas otras figuras relevantes con las que
mantuvo algún tipo de contacto (Keynes, Lenin o Joseph Conrad, entre otros).
(Fuente: Internet)
ALGUNAS FRASES
Los hombres temen al pensamiento como no temen a nada más en
la Tierra; más que la ruina, más incluso que a la muerte... El pensamiento es
subversivo y revolucionario, destructivo y terrible, el pensamiento es
despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres
cómodas; el pensamiento es anárquico y sin ley, indiferente a la autoridad y
despreocupado de la bien probada sabiduría de la edad. El pensamiento contempla
el abismo del infierno y no se asusta. El pensamiento es grande, veloz y libre;
la luz del mundo y la gloria principal del hombre.
Afirmo deliberadamente que la religión cristiana, de la
forma en que está organizada en sus iglesias, ha sido y aún es, el principal
enemigo del progreso moral en el mundo.
Las opiniones que son sostenidas con pasión son siempre
aquellas para las que no existe sustento; en realidad la pasión es la medida de
la falta de convicción racional por parte del portador. Las opiniones en
política y religión son casi siempre sostenidas apasionadamente.
Debido al hecho de que la educación moderna raras veces se
inspira en una gran esperanza, hay tan pocas que logran un gran resultado. El
deseo de conservar el pasado más bien que la esperanza de crear el futuro
domina las mentes de quienes controlan la enseñanza de la juventud. La
educación no debe tender a un conocimiento pasivo de hechos muertos, sino a una
actividad encaminada hacia el mundo que nuestros esfuerzos han de crear. Debe
inspirarse, no en un anhelo melancólico por las bellezas extintas de Grecia y
del Renacimiento, sino en una visión brillante de la sociedad que ha de ser, de
los triunfos que el pensamiento conseguirá en lo por venir y del anchuroso y
eterno horizonte de la perspectiva humana sobre el universo. A quienes se
enseñe con este espíritu estarán llenos de vida, de esperanza y de alegría, y
serán capaces de sobrellevar su parte a fin de asegurar a la humanidad un
futuro menos sombrío que el pasado, con fe en el esplendor que el esfuerzo
humano puede crear.
La buena vida es una inspirada por el amor y guiada por el
conocimiento.
Nos enfrentamos con el paradójico hecho de que la educación
se convertido en uno de los principales obstáculos para la inteligencia y la
libertad de pensamiento.
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han
gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una
insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones,
como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta
cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la
desesperación.
La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no
practica, y otra que practica y no predica.
Muchas personas preferirían morirse antes que pensar; en
realidad eso es lo que hacen.