“Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.”
“Hoy todo el mundo sufre la ENFERMEDAD DEL TIEMPO: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido”
“La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes… Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.”
“La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros”
“A menudo, TRABAJAR MENOS significa trabajar mejor. Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas: ¿PARA QUÉ ES LA VIDA?
“Hay que plantearse muy seriamente A QUÉ DEDICAMOS NUESTRO TIEMPO. Nadie en su lecho de muerte piensa: “Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele”, y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.”
Amigos este es un muy buen libro para leer en nuestras vaciones y aprender a vivir con lentitud.-
Carl Honore, el guru anti-prisa y autor del éxito mundial “Elogio de la lentitud” de RBA, nos ofrece en su libro y en esta entrevista una excelente radiografía de los males de nuestra sociedad y el remedio para sanarla: la FILOSOFÍA SLOW, simplemente reducir la marcha y buscar el tiempo justo para cada cosa.
Esto me recordó uno de mis poemas favoritos desde el colegio:
ROMERO SOLO
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.
GRACIAS VILMA POR COMPARTIR ESTE MENSAJE Y POR LA RECOMENDACIÓN DEL LIBRO.,SALUDITOS AMIGA.
Vivimos en la cultura de los apuros,del apremio y las carreras, aún cuando no tengamos lugar concreto al que llegar, no vayamos a ningún lado, no tengamos obligación específica que atender ni actividad prevista que cumplir con horario o plazo fijo. Corremos porque sí, como desesperados, incapaces de caminar, por la calle o por la vida, hasta, incluso, por el simple y elemental placer de hacerlo."Cuánto penar para morirse uno", escribió Miguel Hernández. Interpretándolo, podríamos decir cuánto apurarse... Para llegar¿ adónde?..a la muerte inacabable.
Laura y kivo que bello poema nos trajeron , reconozco no haberlo leido nunca pero lo buscaré por este mismo medio, es demassiado bonito y diferente, me encantó......gracias amigos todos.....un besito....vilma.-