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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Fruhling  (Mensaje original) Enviado: 28/03/2015 23:00

    Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; quien me sigue tendrá la luz de la vida”

                                     --------------

El hombre, el ser humano, hemos construido la convivencia social de tal forma que tropezamos siempre en la misma piedra, no dos veces sino doscientas veces. Ahí están las páginas de la historia humana y  los millones de cruces o signos de muerte y miseria causados por el otro. ¡Cuántas guerras! ¡Cuánto odio!¡Cuanta hambre y explotación! Los bellos bosques europeos disimulan miles de tumbas comunes. Tenemos arsenales de armas capaces de destruir mil veces la tierra y la humanidad. Ojalá  sirvan solamente para que por miedo, guardemos un poquito la PAZ. Nuestra valiosa ciencia y nuestra técnica, convertidas en ídolos, nos permiten ver solamente aquello que palpamos, lo que imaginamos, los bultos que  tropezamos, junto a los cuales hemos creado unos valores, criterios y actitudes a nuestra medida distorsionada y al servicio de nuestra oscuridad.

Pero Dios tuvo compasión de su obra y ha querido sacarnos del barrizal en que hemos convertido tantos dones y mimos del Padre. La salvación y la doctrina de jesucristo se nos brinda como una luz capaz de iluminar nuestra ceguera y tozudez.

                           Veamos las lecturas que testifican la ceguera del ser humano al

 tiempo que nos muestran el camino a seguir.

(Libro de Samuel 16,1.6-7):   Dios habla a Samuel:                                                                                                                                                                                     Llena tu cuerno con aceite pues te voy a enviar a una familia, la de Jesé en el pueblo de Belén. Vas a consagrar (dedicar) a uno de ellos a mi servicio. Pero ,ojo, no te fíes de las apariencias. Ese error lo cometéis los hombres pero Yo me fijo sobre todo en el corazón de la gente. Ve y ten cuidado”. Ya está en casa de Jesé en Belén y “al ver a Eliab, el mayor de los hijos, enseguida pensó: este es.”  No, no es este”. Ante él desfilaron otro siete y ninguno había sido el elegido por Dios, que mira el corazón del ser humano y no las apariencias. “¿No hay alguno más?... (silencio) “Bueno – dice Jesé, el padre – hay otro pero ese es el más pequeño y no vale para otra cosa más que para cuidar el ganado. “Pues lo esperamos antes de comer, replica Samuel.” Cuando llegó el chaval, que según el padre era pequeño y que no sabía nada, ni valía  más que para cuidar ovejas, Dios dijo al sacerdote Samuel: “Levántate, úngelo porque ESTE ES el elegido por Dios.”

 Queridos amigos, los más graves errores se deben a que miramos la vida  superficialmente y ese mismo error cometemos los cristianos al vivir una fe llena de tópicos, hipocresía y flojedad que no convence a nadie y muchas veces no pasa en nuestra vida de ser un buen deseo que nunca llega a un planteamiento serio y activo, mientras que la fe auténtica en Jesucristo nos está exigiendo nitidez y transparencia en nuestra  vida de familia y en nuestra vida social.                                                                                  (Efesios,5,8-14)          Esta misma exigencia se la plantea San Pablo en su carta a los cristianos de Éfeso: “Hermanos, vuestras malas acciones podrían tener alguna disculpa en vuestra vida anterior, cuando aún no erais cristianos y estabais en tinieblas, pero ahora NO porque habéis dicho sí y os habéis comprometido con Jesucristo, desde vuestro bautismo.

(Juan,9,1-41)                                                                                                                                                                           Ahora sois cristianos e hijos de la luz. Ya basta. No toméis parte en la obras de las tinieblas, que además de ser estériles son dañinas por anular vuestro testimonio y por escandalizar al no creyente. Despertad, sed luz y contraste ante los no cristianos. Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz y energía. Lánzate a pasar por el mundo como discípulo fiel de tal Maestro sin olvidar aquello del poeta: “de tal palo tal astilla”.

La actitud clara y la fe del creyente  no aparecen en la marrullería hipócrita de aquellos religiosos fariseos que se entretienen en discusiones aprendidas para evitar una respuesta al interrogante principal:¿Es este el Mesías o no? y sin embargo aparece con nitidez en la conducta del ciego: “ ¿ Crees tú en el Mesías, en el hijo del hombre? Pero ¿quién es? Para que yo pueda creer? Jesús le dijo: “Lo estás viendo.Está hablando contigo.  (¿)     ¡ CREO,  SEÑOR! Y se postró ante El.”

 



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