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En el Mundo: Y el mundo cambió ...
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Karei Karei Karei Karei Karei Karei Karei
La pequeña bolita blanca se llamaba Jera, su tierna carita, sus alas y dos esferas diminutas a sus costados (haciendo la función de manos) daban la impresión de que se trataba de un muñeco de felpa, más parecido a un cojín, o a un malvavisco. Saltaba una y otra vez sobre la cama, repitiendo el nombre de la joven que recién salía de la ducha y estaba vistiéndose.
Jera Jera Jera
Karei estaba acostumbrada a la actitud hiperactiva de Jera, después de todo, era una parte de ella misma, y además era una excelente compañía, pues sólo bastaba permitirlo para que una supiera lo que la otra pensaba y sentía. A menudo omitían ese vínculo y simplemente conversaban, entrenaban o jugaban. Karei sólo dejó de prestar atención a su peinado para voltear a ver a Jera, que se había quedado inusualmente callada.
Karei - dijo la esferita blanca, quieta sobre la cama tendida - Ha despertado... Lady Amatsu ha despertado
¿Mamá despertó? Pero, ¿estás segura? - las preguntas no tenían sentido, pero la joven dragón no cabía en su asombro, y las emociones se le desbordaban, empezando por una inmensa alegría, que se desvaneció a los pocos instantes, cuando se percató de la expresión sombría de Jera
Caos... Está en el Templo - la criatura dejó de verse alegre, incluso su seriedad desapareció para dar entrada al pánico y a la desesperación
Karei, tan pronto escuchó esas palabras, tomó a Jera de un ala y se apresuró al balcón de su habitación. La criatura se dejó llevar, ligera como una pluma, silenciosa y aterrada, como si pudiera (y podía) ver lo que sucedía en el sagrado recinto. Karei se impulsó de un salto, y apoyando un pie sobre el barandal del balcón, tomó un nuevo impulso para saltar hacia el vacío. En tanto hacía aquello, de su espalda surgieron dos hermosas alas de dragón, blancas como la espuma del mar, que se batieron con fuerza una sola vez. Entonces, en tan solo un instante, Karei se encontraba surcando los aires, a una impresionante velocidad, hacia su antiguo hogar.
~~~~~~
Cuando estaba a la mitad del camino, Karei sintió una vibración energética tan potente, que perdió totalmente la concentración y cayó en picada, precipitándose hacia el escarpado terreno que se encontraba debajo. Intantes antes de chocar, una corriente de aire se arremolinó a su alrededor y detuvo su caída.
Estuvo cerca...
La corriente que Karei había invocado desapareció en cuanto ésta pudo volver a elevarse, lentamente, preguntándose qué había sido semejante cosa. Pero no había tiempo para analizar aquello, pues otra cosa llamaba su atención. En la distancia había un punto negro que se hacía más y más grande conforme se acercaba. A la chica le pareció que se trataba de un fragmento de cristal que se rompía en trozos aún más pequeños, pero eso no era posible, porque de inmediato vio un conjunto de murciélagos que volaban a prisa hacia ella. No supo por qué su reacción inmediata fue descender, y al voltear la mirada se sorprendió al percatarse de que las criaturas descendían también, en su dirección. Sin embargo calculó mal, la velocidad de los murciélagos no era normal, y le dieron alcance tan pronto como sus pies tocaron la tierra.
Jera!
Alrededor de Karei había una esfera luminosa, contra la que las criaturas chocaron, sirviendo de protección para la joven dragón. Esa esfera no era sino otra forma de la pequeña acompañante de Karei, en cuya mirada se reflejaba una terrible angustia al sentir el dolor físico que los murciélagos inflingían con colmillos y garras a Jera. No era usual que Jera sintiera dolor, pues de lo que fuera que estuviera hecha, era demasiado resistente.
La expresión de Karei cambió, sus alas la envolvieron, y al desplegarse de nuevo, esta vez con plumas blancas como las de un ángel, ella tenía un aspecto diferente: su forma dragón. La esfera que le protegía se deshizo, y en su lugar sólo quedó aquel pequeño malvavisco que era Jera, y que Karei se encargó de colocar detrás de su cabeza, para que la pequeña criatura se sostuviera.
Mientras Jera se afianzaba a la nuca de Karei, herida y asustada, los murciélagos se lanzaron al ataque contra la chica que había quedado desprotegida. Sin embargo, Karei no esperó, y recibió a las infernales criaturas con una llamarada que salió de su boca. Retrocediendo tras haber lanzado su ataque, murmuró unas palabras en un tono tan bajo que era prácticamente inaudible, y pequeños destellos titilaron a su alrededor. Los murciélagos salieron de entre la llamarada, con trozos de piel derretida, sin que aquello detuviera sus movimientos, más bien incrementando su rabia. Karei hizo una mueca de disgusto, y dirigió su dedo índice hacia la masa negra que se le avalanzaba a anormal velocidad. Al instante, los destellos se dirigieron cual rayos hacia sus letales enemigos, dejando una estela eléctrica a su paso. Algunas criaturas cayeron, convulsionando antes de desintegrarse, pero otras recibieron el impacto y continuaron su camino, hasta alcanzar a su presa, atacando con colmillos y garras.
El grito de Karei resonó como un rugido, pues a pesar de sus escamas, sentía un dolor lacerante en la piel que mordían o rasguñaban sus enemigos. Siguió moviéndose, siempre buscando alejarse de los murciélagos, arrancando de su piel a los que llegaban a alcanzarla.
Karei!
Jera, que había salido de su aturdimiento, se soltó de la nuca de la joven dragón y resplandeció a la vez que cambiaba de forma. Karei sujetó con su diestra el mango de la enorme espada en la que se había convertido su compañera, y la blandió con destreza, sin importar su tamaño. El primer movimiento desplegó una ráfaga de viento cortante que golpeó a los murciélagos, desvaneciéndose aquellos que habían recibido el impacto. Karei atacó nuevamente, una y otra vez, canalizando su energía y manipulando las corrientes de aire a través del filo de su espada. Sin embargo, mientras menos murciélagos había, más difícil era cazarlos, y éstos lograban abrirse paso entre las defensas de la dragón, atacándola con movimientos individuales, veloces y precisos, que ella difícilmente podía evitar dadas sus heridas.
Pero Karei continuó, algunos coletazos aplastaron a los úlimos seres malditos, estrellándolos contra el suelo, sin el mínimo atisbo de piedad. Cayendo sobre sus rodillas y con la sangre escurriendo entre sus escamas, Karei buscó recuperar el aliento. Un resplandor verde cubrió sus manos, envolviéndolas con una flama de ese color, sin hacerle daño alguno. La heredera de los Rayearth pasó sus manos por todo su cuerpo, y las heridas cerraron parcialmente. Jera volvió a su forma redonda y se quedó tendida sobre el suelo, exhausta.
Eso no era cualquier criatura. Era Caos, pero sólo una parte muy pequeña. De haber sido él, habríamos muerto en cuestión de minutos, o segundos.
Mientras hablaba, Karei regresó a su forma angelical (la más parecida a un ser humano), sus heridas superficiales, pero aún visibles. Había utilizado la sagrada Flama Verde para sanar parcialmente, pero no era prudente quedarse sin energías tan pronto. Cerró los ojos y permitió que Jera se conectara con ella, transmitiéndole lo que había visto en el Templo Celestial, gracias a la existencia de criaturas como ella en el sagrado recinto.
Cuando abrió los ojos nuevamente, las lágrimas surcaban sus mejillas. Relajó su cuerpo, sintiéndose derrotada y embargada por la pena. De su madre, una poderosa divinidad, no quedaba rastro alguno, ni del portentoso recinto de los dioses del cielo, y Karei dudaba que quedaran guerreros en el mundo que pudieran hacer frente a la nueva forma de las tinieblas.
Fue entonces que, en medio de sus dudas y tristeza, una mariposa blanca revoloteó con elegancia frente a ella, apareciendo de la nada. Unas palabras resonaron en su mente, como si el pequeño insecto le transmitiera un mensaje**, y en ese momento Karei tuvo la certeza de que debía seguir adelante. Tomando a Jera entre sus brazos, la joven dragón se puso de pie y murmuró, dirigiéndose a la mariposa.
Guíanos.
** Mensaje transmitido por la mariposa:
Cuando lo que fue ya no sea y los seres se conviertan en prisioneros de sí mismos, los guardianes abrirán las puertas. Si las cadenas se rompen,un nuevo mundo surgirá de las cenizas, pero si son demasiado fuertes, el mundo sucumbirá ante el silencio. |
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La habitación se encontraba casi en penumbra, solo el pequeño titileo de una vela alumbraba un poco el escritorio donde esta encontraba, aquel lugar se encontraba casi en silencio, solo el continuo rasgueo de la pluma sobre el papel rompía aquella escena nocturnal.
Por varios minutos fue lo mismo hasta que la pluma acallo. Así que ha despertado, ¿cuánto tiempo habrá pasado ya?... ¿cien años? O quizá más…
La voz sonaba cansada, agobiada por el paso del tiempo. Oh… ya veo… con que así es … Aquella persona hablaba para sí mismo, contempló fijamente la llama de la vela que se mantenía estática, de un momento a otro ésta comenzó a bailotear y se extinguió sin más.
La oscuridad invadió por completo aquel recinto, el silencio.
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Un leve brillo azul comenzó a bañar la habitación, era una biblioteca amplia, atestada de libros, pergaminos, cuadros, cajas y demás artilugios, aquel tono no alcanzaba a cubrir todo el páramo del aposento, pero conforme iba avanzando, se iluminaba un poco más.
El crujir de la madera.
Haz tardado demasiado. Aseveró, mientras aquella persona se encontraba parada cerca de una ventana, contemplando fijamente el horizonte, de él emanaba aquel brillo azul pálido, irguió la espalda y su altura de casi un metro noventa se hizo notar. Hizo un movimiento leve de la mano y un viejo tocadiscos comenzó a funcionar. Ah… la ironía… Sinfonía 9 de Dvorak … excelsa… la música sonaba fuerte y el brillo se extinguió, dejando no más que oscuridad, la ventana se abrió de golpe y una fuerte corriente de aire helado surcó aquella habitación haciendo que varios papeles revolotearan.
Dos cerca de donde se encontraba el escritorio un dibujo arcano se mostro en el suelo encerrando a una figura de aspecto humanoide, aquel hombre paso por detrás de la figura y se desvaneció. Nunca nadie había sido tan poco precavido y decidir atacarme en mi propio terreno, la figura humanoide comenzó a contorsionarse. Tres, El hombre apareció frente al ser y se desvaneció de nuevo, su cabello era oscuro, había perdido el brillo de los ojos, su tez era pálida. Pero supongo que a Caos le importa tanto como a mí. La música llegaba a su clímax y la figura seguía retorciéndose violentamente, el hombre apareció de nuevo a unos pasos de aquel ser, extendió su mano, sus ojos rojos opacos brillaron en un intenso azul y violentamente cerro su puño y aquel ser, ahora informe, explotó en mil pedazos.
La música ceso.
Los pasos sobre la manera y el rugir del viento armonizaban, aquel hombre se acercó a la ventana abierta y volvió a contemplar el horizonte. Es hora de regresar…Frente a él una pequeña esfera de luz blanca titilaba, extendió la mano y la esfera se posó en su mano tomando la forma de una mariposa. …Conoces el terreno que piso… Alzó su mano y la mariposa voló.
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El hombre se acercó al alfeizar, cerró los ojos que nuevamente habían regresado a su tono rojo opaco y exhaló. General Mimme VanHellsing, reportándose.
Sin más, se dejó caer.
Un intenso brillo azul, iluminó brevemente la torre y una fuerte ráfaga de aire recorrió el pueblo adyacente.
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Viajar por el mundo siempre había causado en él una buena sensación, pero ¿Qué mejor sensación que la de viajar por muchos mundos diferentes? Luchar, entrenar, oh, muchas cosas que había logrado en sus diversos viajes, y ahora se encontraba precisamente en alguno de esos mundos.
Paseaba caminando sobre el césped, su espada en la espalda como solía ser, sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, nada fuera de lo común, nada extraño, un lugar simplemente solitario, el sol brillaba radiante en esa mañana, las cosas parecían indicar que sería un buen día.
Tenshi, Tenshi
Resonó una voz dentro del bolsillo de la chaqueta del muchacho, y aunque puediera parecer espectral, no era nada parecido a ello, simplemente era un buen acompañante que llevaba mucho tiempo viajando con él, es más, eran compañeros de toda la vida, solo que ahora si podían comunicarse entre ellos.
¿Qué es lo que sucede Zota?
Preguntó a su compañero mientras este comenzaba a elevarse desde el bolsillo del de cabellos púrpuras, observó a todos lados, entonces pudo hablar con él.
Lady Amatsu ha despertado... pero hay una inmensa oscuridad con ella.
Era muy malo saber que junto a una excelente noticia, venían cosas negativas, entonces, luego de chasquear la lengua, comenzó a observar a todos lados como si buscara algo, entonces encontró aquello que estaba buscando, en el cielo se encontraba, invisible ante la vista de todos, pero ante su instinto.
¡Zota! ¡Es hora de volver a casa!
Mencionó aquel muchacho y comenzó a correr, llevando con su mano derecha al pequeño de vuelta a su bolsillo, iba acelerando poco a poco y entonces, aprovechando aquel impulso, saltó, fue muy alto y en pleno vuelo desapareció.
El paso entre las dimensiones era tal, que con simples palabras jamás iba a poder explicarlo, era exactamente eso, inexplicable, pero no era lo realmente importante en ese momento. Una salida se abrió, sobre la cabeza de una chica de cabellos rojizos, naranjas... o cenizos... ¡Como fuera! Lo importante era el parentezco que poseía el joven de cabellos morados con la chica que se encontraba en la escena, y cayó al lado de ella, justo en cuclillas para absorber parte de la caída, entonces se puso de pie mientras limpiaba su pantalón, observando el panorama.
Me gustaría decir que es un gusto verte de nuevo... hermana... pero creo que las cosas no pintan para eso... ¿No te lo parece?
Mencionó y luego le observó de reojo, y de ahí dirigió su vista a aquel panorama sombrío, tal como Zota lo había mencionado... y hablando de él ¿Dónde se encontraba aquel pequeñin? Pues, los viajes por las dimensiones cansaban demasiado rápido a este, por ello dormía luego que llegaban a algún nuevo lugar.
Aun así... me hacías mucha falta. |
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