40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?
41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.
No hay excusa para la ceguera voluntaria
Nadie será condenado por no haber prestado atención a la luz y al conocimiento que nunca tuvo y que no pudo obtener. Pero muchos se niegan a obedecer la verdad que les es presentada por los embajadores de Cristo, porque desean amoldarse a las normas del mundo. La verdad que ha llegado hasta su entendimiento, la luz que ha brillado en el alma, los condenarán en el juicio.
Los que tienen una oportunidad de oír la verdad, y sin embargo no se esfuerzan por oírla ni comprenderla, pensando que si no oyen no serán responsables, serán considerados culpables ante Dios lo mismo como si la hubieran oído y rechazado. No habrá excusa para los que elijan caminar en el error cuando podrían haber entendido lo que es la verdad. Jesús, en sus sufrimientos y muerte, ha hecho expiación para todos los pecados de ignorancia; pero no se ha preparado remedio para la ceguera voluntaria.
No seremos considerados como responsables por la luz que no ha llegado a nuestra percepción, sino por la que hemos resistido y rechazado. Un hombre no puede posesionarse de la verdad que nunca se le ha presentado, y por lo tanto no podrá ser condenado por la luz que nunca tuvo.