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Mujer y Familia: 1.- El Matrimonio, El Divorcio y 2das. Nupcias
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ** Genesis **  (Mensaje original) Enviado: 13/03/2011 17:44
su-iglesia.com 
Parte 1: El matrimonio
 
La Biblia dice:

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Génesis 2.18–24).

 

A. El origen del matrimonio

Los versículos citados anteriormente nos explican cómo Dios estableció el primer matrimonio. El propósito de éste fue para que Adán tuviera una compañera. Dios había dicho: “Le haré ayuda idónea para él”. ¿A qué se refería Dios al decir que ella sería una “ayuda idónea” para Adán?

No fue, como piensan algunos, principalmente para que ella hiciera el oficio de la casa, pues ¿qué necesidad tenían de una casa? No hacía frío; no hacía calor; no llovía… Tampoco fue para que le lavara la ropa a Adán, pues no tenía ropa antes de su desobediencia a Dios.

Dios hizo a Eva para que fuera una ayuda idónea para Adán. Idóneo quiere decir “adecuado y apropiado para una cosa”. Eva fue apropiada para Adán; es decir, ella pudo ayudarlo precisamente en las áreas de su vida donde él necesitaba ayuda. La tendencia del hombre es evaluar todo a base de la lógica, pero la mujer emplea una perspectiva intuitiva. (Facilidad de ver las cosas a primera vista o de darse cuenta de ellas cuando aún no son patentes a todos.) Así que Eva pudo contribuir a la vida de Adán con una perspectiva intuitiva, lo cual le ayudaría a él a lograr una perspectiva más equilibrada. Adán proveyó la parte de la fuerza, mientras que Eva contribuyó con la parte de la ternura.

Además, Dios creó a Eva para que, al habitar con Adán, procreara hijos. De otra manera hubiera sido imposible que el género humano cumpliera con el primer mandamiento que Dios les dio: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1.28).

Dios le dio a Adán la compañera que precisamente le ayudó a cumplir el propósito que tuvo para él. Dios tiene un propósito para nosotros también. Y todavía hoy día, él nos da la pareja que necesitamos para cumplir con este propósito.

 

B. El orden del matrimonio

“Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14.33). Si tuviera que escoger una sola palabra para describir de mejor forma el matrimonio común y corriente de hoy día, sería “confusión”. La confusión matrimonial se manifiesta por todas partes: el enojo, la pereza, la irresponsabilidad, el adulterio, el divorcio, el abandono… No hace mucho hablé con una señora cuyo yerno había abandonado a su hija tres veces. Pero esta situación lamentable no se generó de la noche a la mañana. Se dieron una serie de conflictos, excusas y engaños.

¿De qué provienen tal desorden y confusión matrimonial?

Por lo general el desorden matrimonial no viene sólo de un lado. Más bien proviene de lo que yo llamaría la “cultura de la indiferencia” hacia lo que Dios dice con respecto al orden del matrimonio. ¿A qué me refiero al decir “cultura de la indiferencia”? Permítame explicárselo:

Hace como cuatro meses, platiqué con un hombre al que no había visto antes. Nuestra conversación se desarrolló más o menos de la siguiente manera. Primero, él me preguntó:

—Y ese lienzo que lleva su mujer en la cabeza, ¿para qué lo lleva?

—Bueno, eso lo lleva en obediencia a lo que dice la Biblia en 1 Corintios capítulo 11.

—Pero, ¿para qué sirve?

—Bueno, el velo tiene varios propósitos y significados: es un cubrimiento en muestra de modestia para su cabello largo; además, es una señal de su sumisión al hombre…

Al mencionar la palabra sumisión, el hombre reaccionó de inmediato, arqueó las cejas y me respondió con indignación:

—Mire, la mujer puede ser todo lo que es el hombre. Ella puede ser patrona, jefe, policía… aun puede ser presidenta del país. —Al platicar más en cuanto a lo que la Biblia dice sobre este asunto, resultó evidente que mi amigo estimaba más su propia lógica que lo que Dios dice en cuanto al orden matrimonial.

Y él no es el único. He escuchado a otros que profesan estar de acuerdo con lo que dice la Biblia con respecto al orden matrimonial. Sin embargo, con sólo referirse a su propio matrimonio, empiezan a presentar excusas como las siguientes: “Mi marido no es muy capaz”. “Mi señora no cumple con su parte.”

A esto me refiero cuando hablo de una “cultura de indiferencia” al orden matrimonial establecido por Dios. Y una cultura no se cambia fácilmente. Tendrá que cambiarse corazón por corazón, persona por persona, pareja por pareja, iglesia por iglesia… Pero puedo predecir con confianza que a medida que nuestra cultura cambie a una “cultura atenta” a las instrucciones de Dios, la confusión existente en los matrimonios será reemplazada por la paz, el amor, el placer verdadero, la fidelidad y las acciones de gracias al sabio Creador del matrimonio.

Pero, ¿precisamente cuál es el orden matrimonial que Dios ha establecido? No lo describiré aquí, pues usted lo debe buscar en su propia Biblia. Ahí Dios lo revela con mayor claridad de lo que yo pudiera revelárselo en este artículo. El orden matrimonial establecido por Dios se encuentra principalmente en tres pasajes bíblicos. Búsquelos en:

• Efesios 5.22–33

1 Timoteo 2.8–15

1 Pedro 3.1–7

 Y no diga lo que me dijo un amigo una vez. Dijo que estos pasajes sólo se tratan de costumbres culturales que ya no existen y que de ninguna manera constituyen principios vigentes para toda época.

La verdad es que estos pasajes bíblicos hablan de principios basados en el acto de la creación, el pecado original y el ejemplo de Sara (que vivió miles de años antes que la cultura en la cual vivieron los escritores de Efesios, Timoteo y Pedro), y de la relación entre Cristo y la iglesia. Todas estas bases traspasan la cultura y la costumbre de cualquier país o época de la historia y llegan hasta nosotros hoy dondequiera que vivamos. ¿Acaso nos creemos más sabios que nuestro Creador? ¿Le permitiremos cambiar nuestra “cultura de indiferencia” a una cultura alerta a él y a su mensaje?

 

  C. Los propósitos del matrimonio

Nosotros, a la hora de analizar el éxito de nuestras relaciones con los demás (permítame decírselo con toda sinceridad), somos muy egoístas. Por ejemplo, si usted me pregunta cómo me va en el matrimonio, de momento pienso si soy feliz o no. Inmediatamente pienso si yo estoy obteniendo de mi matrimonio lo que necesito. No pienso primero si mi esposa es feliz. No pienso si mi matrimonio está cumpliendo los propósitos de Dios. De hecho, después de un momento pienso en estas cosas también, pero requiere esfuerzo.

Debemos esforzarnos por asegurarnos de que nuestro matrimonio está cumpliendo con los propósitos de Dios. ¿Cuáles son esos propósitos?

 

1. Un testimonio a los en nuestro alrededor acerca del poder sobrenatural de Dios

Dios quiere que el matrimonio cristiano muestre ante la comunidad su poder sobrenatural. Pero, ¿cómo se muestra ese poder en la vida de una pareja?

La tendencia humana es ser egoísta e interesarse en uno mismo primero. En el matrimonio se requiere del poder sobrenatural de Dios para que yo pueda preocuparme siempre más por el bien de mi esposa que por mis propios intereses. Se requiere del poder de Dios para ayudar a mi esposa a bañar a los niños cuando me gustaría más salir a platicar con mis amigos. Requiere del poder de Dios para trabajar duro todos los días para proveer para mi esposa en vez de hacer lo que me gusta. Y mi esposa requiere del poder de Dios para apoyar la convicción que Dios me ha dado a mí en cuanto a disciplinar a nuestros hijos, aun en los casos en que ella no esté de acuerdo conmigo. Requiere también del poder de Dios para proteger a nuestros hijos de las influencias dañinas, cuando sería más fácil dejarlos correr por donde ellos quieran.

En el caso del marido incrédulo e irresponsable, se requiere mucho poder de Dios en la vida de la esposa, para que pueda sujetarse a él en silencio y sin “predicarle”. Ése es el testimonio más fuerte que ella puede dar: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3.1–2).

Dios quiere mostrar por medio de un matrimonio armonioso su poder sobrenatural. ¡Qué testimonio más fuerte ante el mundo! (Véase Tito 2.4–5.)

 

2. Mostrar ante la comunidad la relación que hay entre Jesús y su iglesia

Encontramos la explicación de esa relación en Efesios 5.22–23. Fíjase en lo que Jesús hizo por nosotros: Se entregó a sí mismo hasta la muerte para santificarnos, purificarnos y presentarnos a sí mismo perfectos. El marido fiel en su vida diaria le muestra al mundo lo que esto significa. Él sacrifica sus propios intereses y placeres con el fin de proveer por el bien de su esposa, afirmando que es la compañera perfecta que Dios le ha dado aunque sea imperfecta. ¡Qué seguridad le da esto a su esposa! ¡Qué gran testimonio más práctico ante el mundo del amor de Cristo para con nosotros! Marido, ¡tú debes sacrificarte por el bien de tu esposa aun cuando ella no te sea fiel! Así hizo Cristo.

Fíjase también en la reverencia que tiene la iglesia para con Cristo. En Efesios 5.22–24 nos dice que Cristo es la cabeza de la iglesia, y la iglesia está sujeta a él. La esposa fiel muestra al mundo lo que esto significa en la vida diaria. Ella respeta a su esposo como su cabeza, permitiendo que él dirija en todo, aun cuando él no esté muy dispuesto a dirigir. ¡Qué motivación le da esto al marido para cumplir con su responsabilidad! ¡Qué testimonio tan práctico de cómo el verdadero pueblo de Cristo se sujeta a él!

Dios es fiel. Él siempre cumple sus promesas. Dios le dijo al pueblo de Israel: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49.15).

En los votos del matrimonio, la pareja se promete fidelidad el uno al otro en tiempos difíciles así como en los tiempos cuando todo marcha bien. Pero cuando enfrentan algún desacuerdo, muchos se justifican para ser infiel a su cónyuge. ¡Cuántos pretextos se presentan para probar que la razón de que todo se desbarató fue por la culpa del cónyuge! Sin embargo, la infidelidad al cónyuge siempre es infidelidad matrimonial. Y ¡cómo se duele el corazón de Dios cuando mostramos ante la comunidad un testimonio torcido de su carácter fiel! Hasta le repugna tener que escuchar nuestros pretextos. Fíjase en los siguientes testimonios bíblicos de la fidelidad de Dios.

• “Jehová, (…) tu fidelidad alcanza hasta las nubes” (Salmo 36.5).

• “Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te rodea” (Salmo 89.8).

• “Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová” (Oseas 2.20).

• “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5.24).

• “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2.13).

• “Fiel es el que prometió” (Hebreos 10.23).

En medio de una sociedad que sólo presenta pretextos en cuanto a su responsabilidad matrimonial, ¿se mantendrá usted fiel a su cónyuge, sin importarle cómo le trate a usted?

Anteriormente hablé del hombre que estimaba más su propia lógica que la voz de Dios. Cuando llegamos al final de nuestra conversación, pues hablamos durante varias horas, su actitud y espíritu habían cambiado. No digo que había cambiado de opinión, pero ya no estaba tan aferrado a sus propias ideas. Al despedirnos, noté que había en él cierto deseo de continuar la conversación. Mi oración es que él haya podido ver en mi matrimonio la evidencia de un poder sobrenatural, un poder que solamente puede manar de Dios. De ser así, nuestro matrimonio no habrá sido en vano.

 


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