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“Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Hechos 2: 46
Es increíble como los discípulos de Cristo estaban juntos y compartían juntos, al punto, aunque no lo diga la cita textualmente, se llamaban “hermanos”. La amistad es el regalo más grande y lindo que Dios nos da, después de la salvación.
El amigo sirve para todo, cuando estás en problemas te consuela, en el libro de Job 2:11, el nos dice: “Tres amigos de Job, Elifaz, el temanita, Bildad, el suhita, y Zofar, el naamatita, al enterarse de todo este mal que le había sobrevenido, llegaron cada uno de su tierra, habiendo acordado venir juntos a condolerse con él y a consolarlo”.
El amigo es al que le puedes contar las cosas que a nadie más puedes, es tu confidente, con él te sostienes, le cuentas cosas y un largo etcétera, pero lo importante es que un buen amigo será en sí, una conexión con Dios. En mi caso conocí a Dios por las amistades y lo sigo conociendo por las amistades que hago con el tiempo.
La Biblia valora la amistad, quizás por el valor que tiene y porque será una compañía para las actividades, para conversar y vivir la vida.
Sobre la amistad la Biblia nos dice a través del sabio Salomón en Proverbios 17:17 “En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia.”, y en Proverbios 27:10 dice: “No dejes a tu amigo ni al amigo de tu padre, ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción: mejor es un vecino cerca que un hermano lejos. Todos estos versículos demuestran la importancia de la amistad como un valor que Dios da y con el que uno se pule con el tiempo.
Uno de los ejemplos más claros de amistad en la Biblia de amistad es el de David y Jonatán. En 1 Samuel 18: 1-4 dice “Aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. 2 Aquel día Saúl tomó consigo a David y no lo dejó volver a casa de su padre. 3 Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. 4 Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón.”. Esta amistad entre ambos fue tan grande que incluso Jonatán intercedió por David para que su padre (Saúl) no lo matara y cuando ya no había más escapatoria para David, Jonatán le cuenta los planes de su padre con el fin de salvar la vida del siervo de Dios.
Nuestra amistad debe ser como la de esos dos hombres bíblicos que daban la vida uno por el otro, y como la de los apóstoles que compartían todos juntos y se contaban todo.
Pero existe una amistad más grande que la amistad entre hombres, que es la amistad que Dios nos entrega. Primero envía a su hijo unigénito para salvarnos (Juan 3:16-17 “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Y lo más increíble ¡Es que ese hijo es una manifestación de Dios!, es Dios en la tierra (Juan 1:1 “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios.”), 100% hombre para sufrir por nosotros lo que nosotros debimos haber sufrido.
El nos llama sus amigos en Juan 15: 14-18 “14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.” El Salvador nos llama amigos y nos dice que hagamos muchos amigos más para que sean amigos de él. Después de todo, la más grande prueba de amistad es que llevemos nuestros amigos a Dios.
Podemos concluir CRISTO que la amistad entre hombres es grande porque Dios la entrega, esa conexión de compartir con otros y pasar el tiempo para hacerla más grande y acogedora es un regalo de Él, pero existe una amistad más grande que debe pulirse y esa es nuestra amistad con Dios, una amistad sincera con Dios que ya dio la vida por nosotros, que nos perdona, nos llama la atención, está pendiente de nosotros y nos cuida cuando lo necesitamos, que es: Siempre.
AMIGOS UNIDOS EN CRISTO
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