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Piénsalo

Si se desea poner en apuros a un jóven común y corriente basta con preguntarle: “¿Qué piensas sobre...?”

Hoy en día, tener que pensar no está muy de moda. Aveces se vive la vida llena de prisas, ruidos, demasiado movimiento, la televisión, música y cosas que hacen ruido y más ruido. Pero con todo y esto siempre hay momentos para detenerse a pensar con calma las cosas.

Es común que uno se pregunte: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Con qué frecuencia se reflexiona sobre las opiniones de otros y los modelos de vida que ofrece el medio ambiente? ¿Se suele pensar en la muerte?

Hay momentos maravillosos para pensar, tan sólo hay que aprovechar los momentos de silencio y soledad, por ejemplo, cuando la televisión no está prendida, cuando se camina solo, cuando se está en el campo o cuando se lee algún libro.

La tecnología, por muy ventajosa que esta sea, no ayuda en este aspecto. En lugar de una juventud reflexiva, muchos jóvenes de hoy suelen ser la generación del “walkman” si es que son discretos, o de aquellos que cargan la grabadora al hombro y que son unas auténticas discotecas ambulantes.

No se conceden ni un momento de silencio y tranquilidad que les permitan descubrir que son capaces de pensar. Para muchos, gracias a Dios, ya existen las calculadoras, pues para resolver un problema matemático sólo basta con hechar mano a estas maquinitas y asunto arreglado. No hay que razonar nada.

La famosa cita de Descartes de “Pienso y luego existo”, debe ser adaptada a los tiempos modernos y decir. “Existo y no me he dado cuenta de ello”.

Pero no sólo la juventud está siendo presa de este síndrome, sino también la sociedad actual ya que muchos no piensan por sí mismos sino creen en la opinión de la mayoría o en las nuevas y originales filosofías que sólo reafirman aún más el síndrome de no pensar.

Si uno no desea ser presa de este terrible mal o ser arrastrado por la corriente es sólo cuestión de pensarlo aunque sea por sólo una vez.