Dice un periodista de las Islas Baleares:

"El ego es aquella voz interna que te dice: 'Estúpido, ¿y tú no tienes piscina? Tantos años estudiando y aquel que era el último de la clase, un cuadrado en toda la regla, está forrado hasta las cejas... Audi, moto de agua, 4x4, viajes, lancha, velero... y chalet con piscina. Y se está haciendo uno más grande. Avívate. Especula. Hazte electricista. Asalta un banco. Compra lotería. Yo qué sé. Desgraciado. PERDEDOR. Mediocre. Nómina ridícula. Pobre', etc., etc.

Si eres una preadolescente, en lugar de en una piscina, todo comienza en Zara. Tienes 12 años. Vas a comprarte ropa y nada te va bien: tu talla, simplemente, no existe. Entonces comienzas a verte gorda. Te compras una remera con la cual muestras el ombligo para ir un poco a la moda y Marta -una chica que tiene una FIGURA PERFECTA y el último modelo de celular móvil con cámara y sensurround- se ríe de ti: 'Me parece que esta remera te hace más gordita'. Entonces llegas a tu casa y quemas la remera. Pones Fashion TV y comienzas a ver desfilar esqueletos cubiertos por una fina capa de piel aderezadas con un barro que se llama ÉXITO que les llega a través de las lamidas de los flashes. Sobre la mesa del comedor está el último número de Vogue... tambíen allí todo son cuerpos 10 sin un gramo de grasa. ¿12 años son pocos para poner en marcha el ego? No, en absoluto. Es un buen momento para comenzar a fabricar pensamientos de presente mierdoso y futuro perfecto. 'Ahora soy fea y todo me va mal, pero cuando adelgace todo irá bien'. Esta niña de doce años ha sido poseída por el ego y de ahora en adelante será incapaz de ser feliz con lo que tiene.

El cerebro de un hotelero insaciable funciona de una manera similar. Tiene una pila de millones y decenas de hoteles, pero no puede parar. Ni el infarto que tuvo el verano pasado lo ha conseguido. Se sigue levantando a las 6 de la mañana para trabajar, trabajar, trabajar... y como trabaja tanto, piensa que todo lo que tiene se lo merece. Sufre tantas horas diarias que desarrolla el síndrome de mártir que le permite creerse que tiene todo el derecho a continuar cargándose quilómetros de costa, aquí y en Santo Domingo, porque él fue un niño pobre y nadie lo volverá a humillar. Y conseguirá ser el más rico de su pueblo y se hará una mansión y le pondrá Xanadú y la llenará de cabezas de león, pieles de guepardo y toneladas de marfil. El ego lo ha poseído de tal manera que ideas como 'ahora tendrás tiempo para disfrutar y compartir el presente con los que te rodean con tranquilidad' no caben, han sido expulsadas para siempre al cementerio donde también reposa aquel niño que hubiera podido ser feliz.

Del pasado, el ego recupera lo peor, el futuro siempre es el tiempo ideal y el presente no existe si no es para despreciarlo... El ego es producto de aferrarse al pasado y al futuro. Su tamaño está en relación directa a los momentos del presente que nos puede robar. Este instante, ahora, le da tanto miedo porque en la belleza del presente vivido en toda su intensidad se pueden encontrar buenos pensamientos e inclusive felicidad... El ego no quiere que dejemos de pensar y quiere que el palabrerío interior nos inunde por completo. Quiere que recordemos quien es el amigo que no nos ha llamado, la fiesta a la que no nos han invitado, comentarios que nos han hecho mal, quiere que llamemos la atención, que seamos admirados por la superficie, que enamoremos jovencitos para esquivar el paso de los años, que pensemos que la pareja ha mirado a alguien con deseo y enloquezcamos de celos; nos quiere INFERIORES, convencidos de que nos somos lo suficientemente IMPORTANTES y que la vida es para escalar, ser reconocido como ALGUIEN, inclusive envidiado. Si estamos de vacaciones el ego quiere que pensemos en la vuelta al trabajo o en las vacaciones del año que viene; si vivimos en un departamento quiere una casa; si vivimos en una casa quiere una piscina; si tenemos una piscina quiere ir a un barrio privado de lujo; si tenemos un hotel quiere dos, tres... siempre quiere más que el ego del que ESTÁ MÁS ARRIBA.

El ego es un monstruito que sólo sabe vivir en secreto, escondido, chupando peste de futuro y pasado. Curiosamente para hacerlo desaparecer no hay que intentar desconectarlo. El ego quiere lucha, enfrentamiento interno, porque es la gasolina que lo hace funcionar. Ir contra él no funciona. Para que se deshaga hay que escucharlo, observarlo, descubrirlo intentando enmarañar nuestra mente y, en consecuencia, nuestro corazón. Ver qué ridículo es su absurdo funcionamiento... "

(y agregaría: ver su absurdo funcionamiento de momento a momento, de AHORA hasta AHORA, en una consciencia constante)

Autor: Hernan ARCOCHA (Argentina)