una historia - AAAXtremecollectors

H ace unas semanas un amigo me hizo llegar una historia que me pareció muy interesante y decidí comunicarme directamente con el protagonista que hoy recorre el mundo compartiendo sus experiencias. El capitán retirado Charles "Charly" Plumb me contó por teléfono desde su estudio en Santa Bárbara, California, con lujo de detalles la historia que había llegado semanas antes a mi e-mail.
Historia que ha presentado ya a más de 4.000 auditorios a lo largo y ancho del mundo, inspirado en el Dr. Viktor Frankl, (el padre de la logoterapia) que también volvió del infierno (de los campos de concentración) y dedicó sus últimos años a dar un profundo mensaje a la humanidad. Charles Plumb se graduó en la Academia Naval de Annapolis y fue un piloto de jets de la US Navy en Vietnam. Después de 74 misiones de combate, el 19 de mayo de 1967 su F-4 Phantom fue derribado por un misil tierra-aire de fabricación soviética, justo 5 días antes de volver a su casa. Plumb logró eyectarse del avión, su paracaídas se abrió y aterrizó en tierras enemigas. Fue capturado, torturado y pasó 2.103 días (casi 6 años) en una prisión minúscula de 8 por 8 metros. Sobrevivió a la prueba al igual que otros 588 prisioneros que volvieron a su país. Tiempo después mientras Plumb y su esposa estaban sentados en un restaurante, un hombre de otra mesa se acercó y le dijo: - "¡Tú eres Plumb! Tú piloteabas aviones caza en Vietnam desde el portaaviones Kitty Hawk. ¡Y fuiste derribado!". - "¿Cómo es posible que tú sepas esto?", preguntó Plumb. - "Lo recuerdo bien porque fui yo quien empacó tu paracaídas", contestó el hombre. Plumb se quedó con la boca abierta por la sorpresa, muy agradecido. El hombre extendió su mano y dijo: "Me imagino que funcionó" . -"Seguro que lo hizo. Si el paracaídas no hubiese funcionado, no estaría aquí hoy", le aseguró Plumb. Plumb no pudo dormir esa noche, pensando en aquel hombre. "Me imagino cuántas veces lo pude haber visto y no lo saludé, porque yo era un piloto y él sólo un marinero", reflexionó. Plumb pensó en las largas horas que el marinero pasó junto a una mesa larga de madera en las entrañas del portaviones, empacando cuidadosamente cada paracaídas, teniendo en sus manos muchas veces el destino de alguien que ni siquiera conocía. Y eso impone una pregunta: "¿Quién empaca nuestro paracaídas?" Todos tenemos a alguien que nos provee lo que necesitamos para sobrevivir un día. Plumb puntualizó en nuestra charla que necesitó muchos tipos de paracaídas cuando su F-4 fue derribado sobre Vietnam del Norte: necesitó un paracaídas físico, un paracaídas mental, un paracaídas emocional, y un paracaídas espiritual. El recurrió a todos estos soportes antes de lograr la libertad y seguridad. Algunas veces, en los desafíos diarios que la vida nos presenta, descuidamos lo que es verdaderamente importante. Nadie duda que se viven tiempos difíciles. Estamos de alguna manera a una especie de "sálvese quien pueda" en el día a día. El mundo apunta cada vez más a ser una gran red de relaciones que tenemos que "cultivar" y hacer crecer desde la ética y el cuidado de los valores. Tal vez deberíamos pensar en la experiencia de Plumb y reflexionar en quién ha sido el responsable de "preparar nuestro paracaídas" la última semana, el último mes, el último año, en nuestra empresa, en nuestra casa, en nuestra carrera, en nuestra vida. Daniel Cestau Liz PD: Agradecemos a Alejadro Carasso que nos acercó la historia y al Capitán Plumb, que nos brindó su tiempo. Los que quieran comunicarse con él, pueden hacerlo directamente con su asistente: susan@charlieplumb.com

Desde 1898, el habanero Cañonazo de las 9

La Habana es de esas ciudades encantadas, rodeada de historia, leyendas y atributos especiales, que mezcla en perfecta armonía con una actualidad que la preserva. Una de sus tradiciones más interesantes es la Ceremonia del Cañonazo de las 9.

Con precisión exacta, todos los días del año a las nueve de la noche, la Fortaleza de la Cabaña es testigo de un hecho único desde 1898. Minutos antes de la hora señalada, se escucha el redoblar de tambores y una voz que invita al silencio. Con impresionante majestuosidad aparecen soldados formando una escuadra, vestidos a la usanza de la época, con casacas y pantalones rojos, pelucas blancas y altas botas negras para mantener y continuar la tradición.

Entonces el replique de los tambores anuncia el disparo del cañón 'La Parca', para rememorar el que antaño marcaba la hora de cerrar las puertas de la muralla que rodeaba a la Villa de San Cristóbal de La Habana, sin dudas el mejor sistema de seguridad que convertía a la ciudad en la más protegida de toda la región.

Se sabe que en un inicio, el disparo del cañón se realizaba desde la nave capitana anclada en el apostadero del puerto, según reglamentación militar. El toque de diana para La Habana se escuchaba a las 4:30 am y el de retreta a las 8:00 pm. Estos toques de trompeta fueron sustituidos más tarde por sendos cañonazos que anunciaban la apertura y el cierre de la muralla. A partir de 1898 el disparo de la noche tuvo lugar a las nueve, desde las baterías de la Fortaleza de la Cabaña.

En 1986 cuando se realizó la restauración del parque Histórico-Militar Morro-Cabaña, se decidió añadir a la ceremonia todos los detalles de la época y convertirla en atracción para disfrute de cubanos y visitantes. El Parque comprende el Castillo de los Tres Santos Reyes Magos del Morro y la Fortaleza de la Cabaña, construidos entre los siglos XVI y XVII, a la entrada de la bahía como parte del sistema defensivo de la ciudad.

Así, entre cañones antiguos, piezas de artillería y polvorines, se revive cada día el inigualable Cañonazo de las 9, que obliga a todos revisar sus relojes, porque nada más exacto que el cañonazo, con lo cual ya no finaliza la noche habanera. Todo lo contrario. Se inflama la magia de esta Habana encantada, y el Centro Histórico, el malecón y sus áreas aledañas, se llenan de cubanos y turistas que huyen del calor y se refugian en la brisa nocturna, y que esperan al día siguiente para volver a vivir la aventura del Cañonazo de las 9.

un dia como hoy............

16 de marzo de 1968 Masacre en My Lai, Vietnam

Un día como hoy tropas estadounidenses matan de manera brutal entre 200 a 500 civiles desarmados en un pequeño complejo de villas cerca de la costa norte del Sur de Vietnam.

Un pelotón de soldados conocidos como Compañía “Charlie” comandadas por el teniente William L. Calley, fueron alertadas que las guerrillas del Vietcong estaban escondidas en la villa de Quang Nga. En la mañana del 16 de marzo, la compañía entró en uno de los cuatro complejos de viviendas (chozas) My Lai, en misión de âbuscar y destruirâ. En vez de encontrar combatientes guerrilleros, encontraron campesinos desarmados mayormente mujeres, niños y ancianos.

La compañía Charlie fue instruida por el comando militar que âtodos los que puedan ser encontrados en las villas de My Lai pueden ser considerados como Vietcong o simpatizantesâ por lo que se les ordenó que destruyeran la villa. Aun así los soldados actuaron de manera extremadamente brutal; violando y torturando a los campesinos antes de matarlos; arrastrando docenas de personas, incluyendo niños y bebes en una zanja, ejecutándolos con fuego de armas automáticas.

Alegadamente la masacre termino cuando el piloto de un helicóptero del ejército, Warrant Officer Hugh Thompson aterrizó en medio de los soldados y los campesinos que huían; amenazando a los soldados que abriría fuego si no detenían su ataque.

La masacre de My Lai fue ocultada por los oficiales de alto rango en el ejercito durante un año; solo hasta que un soldado de nombre Ron Ridenhour el cual se había enterado por boca de otro, escribió una carta al Presidente Richard Nixon, el Pentágono. Departamento de Estado, Comité conjunto de oficiales y a varios congresistas. La carta había sido ignorada hasta que un año después, un reportero investigativo de nombre Seymour Hersh entrevistó al teniente Calley sacando a la luz la historia.

De inmediato la historia se convirtió en noticia de primera plana y en escándalo internacional. En Marzo de 1970 una investigación del ejército acusó a 14 oficiales, incluyendo al Teniente Calley su comandante de compañía, el Capitán Ernest Medina, por los crímenes de My Lai.

De los 14 acusados, solo el teniente Calley fue convicto. Encontrado culpable de matar a 22 personas el solo, fue sentenciado a una cadena perpetua. Después de apelar, su sentencia fue reducida a 20 anos y eventualmente a 10. Visto por muchos como un âchivo expiatorioâ fue sacado bajo palabra en el 1974 después de haber cumplido solo una tercera parte de su sentencia.