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LA PALABRA DE DIOS: LECTURAS Y SANTO EVANGELIO. DOMINGO DE RESURRECCIÓN. ABRIL 16/17
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: FLAQUIS  (Mensaje original) Enviado: 16/04/2017 08:43

PRIMERA LECTURA


Del libro de Hechos 10,34.37-43.

Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: "Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas.


Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:

cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder.

El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.

Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.

Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que Él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.

Todos los profetas dan testimonio de Él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre".

PALABRA DE DIOS

¡TE ALABAMOS SEÑOR!!


SALMO RESPONSORIAL 117,1-2.16ab-17.22-23
R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.

R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo


SEGUNDA LECTURA

De San Pablo a los Colosenses
3,1-4.

Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo

donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.


Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.


Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.


Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes

también aparecerán con Él, llenos de gloria.

PALABRA DE DIOS

¡TE ALABAMOS SEÑOR!

PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN 20,1-9.

¡GLORIA A TI, SEÑOR!


El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.


Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".


Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.

Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.

Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

PALABRA DEL SEÑOR

¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!

POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS


MEDITACION

Manifestemos nuestra alegría, hermanos, hoy como ayer. Si las sombras de la noche han interrumpido nuestras fiestas, el día santo no ha terminado...: la claridad que propaga la alegría del Señor es eterna.

La Iglesia anuncia siempre y de nuevo la Resurrección de Cristo. La Iglesia repite con alegría a los hombres las palabras de los ángeles y de las mujeres pronunciadas en aquella radiante mañana en la que la muerte fue vencida. La Iglesia anuncia que está vivo Aquel que se ha convertido en nuestra Pascua.

Los discípulos corrieron al sepulcro vacío y creyeron. En nuestra vida diaria estamos llamados a correr, también, al encuentro del Señor.

En la resurrección de Cristo tenemos la certeza de que nuestra vida no se acaba en el vacío. Nuestra existencia es un continuo peregrinar hacia el encuentro definitivo y eterno con Dios.

¿Qué fue lo que San Juan vio esa mañana? Seguramente la sábana santa en perfectas condiciones, no rota ni rasgada por ninguna parte. Intacta, como la habían dejado en el momento de la sepultura. Sólo que ahora está vacía, como desinflada; como si el cuerpo de Jesús se hubiera desaparecido sin dejar ni rastro. Entendió entonces lo sucedido: ¡había resucitado!

Pero Juan vio sólo unos indicios, y con su fe llegó mucho más allá de lo que veían sus sentidos. Con los ojos del cuerpo vio unas vendas, pero con los ojos del alma descubrió al Resucitado; con los ojos corporales vio una materia corruptible, pero con los ojos del espíritu vio al Dios vencedor de la muerte.

Lo que nos enseñan todas las narraciones evangélicas de la Pascua es que, para descubrir y reconocer a Cristo resucitado, ya no basta mirarlo con los mismos ojos de antes. Es preciso entrar en una óptica distinta, en una dimensión nueva: la de la fe.

Todos los días que van desde la resurrección hasta la ascensión del Señor al cielo será otro período importantísimo para la vida de los apóstoles. Jesús los enseñará ahora a saber reconocerlo por medio de los signos, por los indicios.

Ya no será la evidencia natural, como antes, sino su presencia espiritual la que los guiará. Y así será a partir de ahora su acción en la vida de la Iglesia.

Eso les pasó a los discípulos. Y eso nos ocurre también a nosotros. Al igual que a ellos, Cristo se nos “aparece” constantemente en nuestra vida de todos los días, pero muy difícilmente lo reconocemos. Porque nos falta la visión de la fe. Y hemos de aprender a descubrirlo y a experimentarlo en el fondo de nuestra alma por la fe y el amor.

Y esta experiencia en la fe ha de llevarnos paulatinamente a una transformación interior de nuestro ser a la luz de Cristo resucitado.

“El mensaje redentor de Pascua –como nos dice un autor espiritual contemporáneo— no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que, aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior –por medio de los sacramentos— sin embargo, se realiza de manera positiva, con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu, la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz, suma de todos los bienes mesiánicos; en una palabra, la presencia del Señor Resucitado”.

En efecto, san Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto, que recoge la segunda lectura de este domingo de Pascua:

“Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con Él, en gloria” (Col 3, 1-4).

¡Pidamos a Cristo resucitado poder resucitar junto con Él, ya desde ahora!



DIALOGO CON CRISTO.


Señor Jesucristo, te pido que nunca me separe de Ti. Dame la gracia de amar y tratar a las demás personas con el amor y la bondad con que Tú lo has hecho.

¡Quédate siempre a mi lado, te necesito porque Tú mi fortaleza y mi esperanza. Señor, confío en Ti!


La muerte del Señor demuestra el inmenso amor con el que nos ha amado hasta sacrificarse por nosotros; pero sólo Su Resurrección es «prueba segura», es certeza de que lo que afirma es verdad. Benedicto XVI




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