Historia de un amor virtual

Ella se sentía sola, como siempre. Él, un ávido navegador en busca de un alma gemela que le hiciera compañía.
Como antes, en tiempos de Bolívar, las cartas se convirtieron poco a poco en su medio de expresión, sólo que esta vez se trataba de mensajes virtuales que lograron llegar al fondo del alma...
Era increíble como se parecían, como sus costumbres, su forma de hablar y sus orígenes eran tan estrechos.
Se sintieron el uno del otro con tantas coincidencias, con tanta cercanía indescriptible y deliciosa.
A través de una ventana de luz quisieron hacerse más próximos... Llegaron los besos, los abrazos, la entrega.
Aún siendo virtual, cada momento era vivido con intensidad, con absoluta dedicación y sí... con un toque de amor.
Así pasó el tiempo...ambos enamorándose de cada letra, sintiendo que el aire les faltaba si el messenger no les mostraba ese nombre especial.
La imaginación no se hizo esperar... y pintó de bellos matices cada encuentro. Algunos con tonos de rosa como el encanto del enamoramiento sutil, otros de rojo fuego, vestidos de pasión voraz... y los últimos fueron teñidos de verde como la esperanza de conocerse realmente, que ambos guardaban en sus corazones.
Tanta era la afinidad de estos dos seres que la virtualidad ya no era suficiente. Era necesario llevar este amor cibernético a un lugar más noble, a un nivel más alto, tal como se lo merecía... era la hora de hacerlo real.
Y así, decidieron citarse una mañana y verse a los ojos por primera vez. Se atrevieron a sentir que la persona que los había hecho soñar con un amor sublime era de carne y hueso.
Pero al encontrarse... a pesar de haberse acariciado mil veces en sus pensamientos, a pesar de haberse regalado los besos más hermosos con palabras, a pesar de haber fundido sus pieles en el calor de una conversación de red... entendieron que en la vida real no eran más que perfectos extraños.
Esta nueva presencia que tenían al frente no era la que abrigaba las palabras dulces de las que se enamoraron.
Desilusionados, se dieron un abrazo de amigos y partieron en direcciones opuestas, convencidos de que un amor virtual siempre será eso: virtual.
Él decidió refugiarse en el mundo real y no escribir nunca más.
Ella visita sólo páginas de trabajo y de vez en cuando, llora frente a la pantalla...
De la red
Mara