Una mujer estaba en la cama con su amante cuando escuchó que su marido abría la puerta. "¡Apúrate!", dijo, "Párate aquí en la esquina." Rápidamente le roció aceite para bebé en todo el cuerpo y le vació una botella de talco. "No te muevas hasta que yo te diga", susurró, "Haz como si fueras una estatua."

"¿Qué es esto, cariño?" preguntó el marido al entrar al cuarto. "Oh, es tan sólo una estatua" dijo ella. "Los Pérez compraron una para su recámara y me gustó tanto la idea que conseguí una para nosotros también."

No se dijo más sobre la estatua y más tarde los dos se fueron a dormir. Cerca de las dos de la mañana el marido se levantó de la cama, fue a la cocina, y regresó con un pan y un vaso de leche.

"Toma" le dijo a la estatua, "Come esto. Yo estuve como idiota en la casa de los Pérez por tres días y nadie me ofreció ni siquiera un vaso de agua."