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Medicina y Salud: ALZHEIMER
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Siondra  (Mensaje original) Enviado: 03/12/2009 12:54
De: Alias de MSNderrepenteyo  (Mensaje original) Enviado: 13/09/2006 12:07

Perspectiva histórica

Doctor Alois Alzheimer.La enfermedad de Alzheimer como entidad clínica individualizada cuenta ya con más de 100 años de historia. En noviembre de 1901 ingresó una paciente de 51 años de edad llamada Augusta D en el hospital de Francfurt con un llamativo cuadro clínico de 5 años de evolución que, tras comenzar con un delirio celotípico, había sufrido una rápida y progresiva pérdida de memoria, alucinaciones, desorientación temporoespacial, paranoia, trastornos de la conducta y un grave trastorno del lenguaje. Fue estudiada primero por Alois Alzheimer (de quien reproducimos una fotografía a la izquierda de estas líneas), y después por parte de médicos anónimos. La enferma falleció el 8 de abril de 1906 por una septicemia, secundaria a escaras de decúbito y neumonía.

El cerebro de la enferma fué remitido a Alzheimer, quien procedió a su estudio histológico. El 4 de noviembre de 1906 presentó su observación anatomoclínica con la descripción de placas seniles, ovillos neurofibrilares y cambios arterioescleróticos cerebrales. El trabajo se publicó al año siguiente con el título "Una enfermedad grave característica de la corteza cerebral". La denominación del cuadro clínico como enfermedad de Alzheimer fue introducida por Kraepelin en la octava edición de su "Manual de psiquiatría", en 1910.

Alois Alzheimer describió su segundo caso en 1911, fecha en la que también aparece una revisión, publicada por Fuller, que comprende a un total de 13 pacientes con enfermedad de Alzheimer, con una media de edad de 50 años y una duración media de la enfermedad de 7 años.

La histopatología del cerebro de Augusta D ha podido ser estudiada de nuevo y publicada en 1998 en la revista Neurogenetics. En este trabajo no se han encontrado lesiones microscópicas vasculares, existiendo solamente placas amiloideas y ovillos neurofibrilares, lesión ésta última descrita por primera vez por Alzheimer en este cerebro.

Etiología y epidemiología

La etiopatogenia de la enfermedad de Alzheimer es múltiple. Es hereditaria entre el 1% y el 5% de los casos (enfermedad de Alzheimer genética) por transmisión autosómica dominante de alteraciones en los cromosomas 1 (presenilina 2), 14 (presenilina 1) o 21 (Proteína Precursora de Amiloide, APP), y su edad de presentación suele ser anterior a los 65 años. En el resto de los casos (enfermedad de Alzheimer compleja o esporádica) la etiología es multifactorial con diversos factores de riesgo, que incluyen la predisposición genética (evidenciada porque aumenta la frecuencia si se tiene un pariente en primer grado con la enfermedad, y más aún si son varios), la edad (es más frecuente a partir de los 65 años, a partir de los cuales el riesgo se duplica cada 5 años) y factores de riesgo exógenos, ambientales, que parecen favorecer su desarrollo, como ocurre con los traumatismos craneoencefálicos graves.

Factores genéticos en la enfermedad de Alzheimer

En la enfermedad de Alzheimer esporádica, que suele ser de aparición tardía (a partir de los 65 años), ni los factores genéticos ni los ambientales por separado provocan la enfermedad. Los factores genéticos y ambientales asociados entre sí son necesarios, pero no suficientes, precisando además del concurso del factor envejecimiento. La enfermedad de Alzheimer es más frecuente en los sujetos portadores del alelo ε4 de la Apolipoproteína E (APOE, cromosoma 19), especialmente en los casos homozigóticos para dicho alelo. Por el contrario, se ha postulado un efecto opuesto para el alelo ε2 de la misma APOE, que tendría por tanto un papel protector. Cada vez es más abrumadora la evidencia epidemiológica de que los factores de riesgo vascular (diabetes, hipertensión arterial, dislipemias, dietas ricas en grasas, tabaquismo...), y otros como la intoxicación crónica leve por metales como el cobre, favorecen también el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer en las personas genéticamente predispuestas.

Muchos de esos factores son controlables mediante la dieta, el mantenimiento de un peso corporal adecuado y algunos medicamentos, lo que incrementa su importancia epidemiológica. Lo mismo puede decirse de la llamada "Reserva Cognitiva", pues los sujetos con mayor capacidad cognitiva natural y adquirida (cociente intelectual, cultura, estudios académicos, participación en actividades intelectuales y de esparcimiento como juegos de mesa, baile...) presentan la enfermedad más tarde que los sujetos con menor Reserva Cognitiva, a igual cantidad de lesiones histopatológicas cerebrales típicas de enfermedad de Alzheimer presentes en sus cerebros. Dos personas pueden tener la misma cantidad de histopatología de enfermedad de Alzheimer, pero una de ellas puede mostrarse mucho más demenciada que la otra. La idea que hay detrás de la Reserva Cognitiva es que el cerebro intenta compensar activamente a la histopatología. Las personas pueden, por ejemplo, compensarse mejor mediante la utilización de redes cerebrales alternativas, o más eficientes, pudiendo funcionar con más normalidad pese a su histopatología.

También se ve afectada por la edad la prevalencia, que es de un 0,02% en el tramo de edad de 30 a 59 años, y pasa a ser de un 10,8% para el tramo comprendido entre los 80 y los 89

Anatomía patológica e histología

Placa de beta-amiloide.En la enfermedad de Alzheimer se produce una atrofia cerebral progresiva, bilateral y difusa, que comienza en regiones mesiales temporales para afectar luego al neocórtex, sobre todo al temporoparietal y al frontal. Se producen la lesión y posterior destrucción de la neurona cerebral, en relación con la aparición tanto de depósitos insolubles extracelulares (placas amiloides, figura de la derecha) como intracelulares.

El elemento fundamental de los depósitos extracelulares es la proteína β-amiloide, que forma fibrillas y se agrega constituyendo las placas difusas y las placas neuríticas, estas últimas con núcleo denso y presencia de neuritas distróficas beta-APP+ (proteína precursora de β-Amiloide inmunopositiva). El β-amiloide se produce por una escisión anómala de la APP (proteína precursora de amiloide). Cuando la APP es escindida por la α-secretasa, que es la vía normal, el producto resultante es un péptido soluble, eliminado después por el organismo con facilidad. Pero en la enfermedad de Alzheimer predomina la escición consecutiva de la APP por parte de la β-secretasa primero, y de la γ-secretasa después, formándose entonces el péptido β-amiloide, insoluble, que las neuronas excretan a su exterior. A continuación, las células de la glía (astrocitos y microglía) intentan sin éxito la eliminación del β-amiloide, generándose un proceso inflamatorio que, junto con el propio efecto tóxico del β-amiloide, contribuye a lesionar a las neuronas.

En cuanto a los depósitos intracelulares, constituyen la degeneración neurofibrilar, cuyo principal componente es la proteína tau (τ). La proteína τ normal forma los "puentes" que mantienen correctamente unidos los microtúbulos que conforman el citoesqueleto neuronal, pero en la enfermedad de Alzheimer (en parte por la acción tóxica del β-amiloide) se produce una hiperfosforilación anómala de la proteína τ, desensamblándose el citoesqueleto y dando lugar a la degeneración neurofibrilar, con la formación de los ovillos neurofibrilares.

Los dos tipos de lesiones (placas neuríticas y ovillos neurofibrilares) se pueden encontrar también en el cerebro de ancianos sanos, y lo que en realidad marca el diagnóstico histopatológico es su cantidad y topografía, correlacionándose su número y densidad con la intensidad de la demencia en estos paciente

Clínica

Los 10 signos de alarma de la enfermedad de Alzheimer que difunde la Alzheimers Association de los Estados Unidos y que recogemos bajo estas líneas, pueden ponernos en guardia al sugerirnos que una persona quizás esté iniciando esta enfermedad, de comienzo habitualmente insidioso. El motivo de consulta suele ser la pérdida de memoria, especialmente de la memoria reciente. No recuerda el paciente dónde ha dejado las cosas (incluyendo objetos de valor), olvida citas, recados, se deja grifos abiertos y fuegos encendidos, y no recuerda a las personas que acaba de conocer, ni es capaz de aprender a manejar los nuevos electrodomésticos.

Los 10 signos de alarma de la enfermedad de Alzheimer

  • Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral.
  • Dificultad para llevar a cabo tareas familiares.
  • Problemas con el lenguaje.
  • Desorientación en tiempo y lugar.
  • Juicio pobre o disminuido.
  • Problemas con el pensamiento abstracto.
  • Cosas colocadas en lugares erróneos.
  • Cambios en el humor o en el comportamiento.
  • Cambios en la personalidad.
  • Pérdida de iniciativa.

Repite una y otra vez las mismas cosas y hace una y otra vez las mismas preguntas, y tiene dificultades para encontrar la palabra adecuada en una conversación, utilizando parafasias y circunloquios. El rendimiento laboral es cada vez más pobre, y comienza algo más adelante a presentar ideas delirantes, culpando a familiares de esconderle o quitarle las cosas.

Luego su aspecto comienza a dejar de preocuparle, y cada vez le cuesta más trabajo seguir una conversación, quedándose con frecuencia sin saber lo que iba a decir. Empieza ya a retraerse, tendiendo a dejar de salir y a abandonar sus aficiones habituales. Aparecen episodios de desorientación espacial, que inicialmente se refieren solo a los lugares menos familiares. Su percepción de la realidad es cada vez más pobre, y el cuadro evoluciona ya con rapidez hacia la demencia grave. Tiene entonces dificultades para vestirse, asearse, manejar cubiertos de manera adecuada, duerme mal, está hiperactivo (pero sin finalidad determinada), y a veces se orina en la cama.

Pueden aparecer crisis epilépticas y mioclonías, y el paciente camina con lentitud, con el tronco flexionado. Orina y defeca en lugares inapropiados, apenas emite algunas palabras ininteligibles y tiene intensos trastornos del sueño y del comportamiento. Finalmente llega a no poder andar y a no comunicarse en absoluto, y fallece a causa de los procesos intercurrentes (escaras que se infectan, neumonías...).

La exploración ayudará a descartar otras enfermedades sistémicas y neurológicas, y a continuación hay que confirmar los déficits cognoscitivos recogidos en la anamnesis, y determinar su repercusión sobre la vida social y laboral del paciente. Se exploran la orientación, concentración, memoria, lenguaje, praxias, función ejecutiva...

Diagnóstico

RNM: Atrofia hipocámpico-amigdalar.Desde el punto de vista clínico, tanto los criterios de demencia de tipo Alzheimer del DSM-III-R (tercera edición revisada del manual diagnóstico y estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría) como los de enfermedad de Alzheimer probable del NINCDS-ADRDA (National Institute of Neurologic, Communicative Disorders and Stroke - Alzheimers Disease and Related Disorders Association) deberían ser utilizados de manera rutinaria en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.

En cuanto a pruebas complementarias, se deben realizar de manera rutinaria:

Las estrategias de medición linear o volumétrica mediante TAC o RNM no se recomiendan de manera rutinaria en la actualidad, ni la PET. Tampoco el SPECT cerebral se recomienda de manera rutinaria en el diagnóstico inicial o diferencial, ya que no ha demostrado superioridad sobre los criterios clínicos. El estudio rutinario del genotipo APOE no se recomienda actualmente en los pacientes con sospecha de enfermedad de Alzheimer, ni tampoco el de otros marcadores genéticos. No hay marcadores del LCR ni otros biomarcadores recomendados para el uso rutinario en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer en estos momentos.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Siondra Enviado: 03/12/2009 15:45
De: Alias de MSN4704Paloma  (Mensaje original) Enviado: 07/08/2007 23:41
Revelan estrecho vínculo de Alzheimer y ceguera
Martes 7 de Agosto de 2007
Fuente :Reuters
El glaucoma es un condición de la vista que provoca ceguera.


 

LONDRES, ago 7  - Una proteína que daña el tejido cerebral de los pacientes con Alzheimer también es la principal causa de ceguera en todo el mundo, señalaron investigadores británicos, en un hallazgo que permitiría desarrollar un mejor tratamiento para ambas enfermedades.

 


En un estudio publicado en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences, los científicos indicaron que la proteína beta amiloide, que juega un rol central en la enfermedad neurodegenerativa, también provoca daño celular en el ojo de quienes padecen glaucoma.


El glaucoma es un condición de la vista que provoca ceguera.


Estudios recientes sugirieron vínculos entre la enfermedad de Alzheimer y el glaucoma y los nuevos resultados respaldan esa evidencia, dijo Francesca Cordeiro, especialista en glaucoma del University College de Londres, quien dirigió la investigación.


"Esta es la primera vez que alguien provee evidencia de que la misma proteína que actúa en el Alzheimer causa pérdida de células nerviosas retinianas", señaló la autora en una entrevista telefónica.


Los científicos desconocen qué es lo que produce el glaucoma, dolencia que afecta a unos 65 millones de personas en todo el mundo.


La mayoría de los tratamientos buscan disminuir la presión de fluidos en el ojo, pero el tratamiento no funciona para un 30 por ciento de los pacientes con glaucoma, dijo Cordeiro.


La autora del estudio manifestó que espera que los trabajos con ratas de laboratorio permitan encontrar algún día una alternativa terapéutica para los seres humanos.


Después de que el equipo identificó la proteína relacionada con las dos enfermedades, los expertos administraron a ratas de laboratorio una combinación de medicamentos experimentales contra el Alzheimer, dijo Cordeiro.


Los fármacos detuvieron la muerte de células nerviosas en los roedores con glaucoma y sugirieron que usando más de una terapia al mismo tiempo también podrían ser efectivos en el tratamiento del Alzheimer.


Cordeiro dijo además que la tecnología utilizada en la investigación para examinar el daño celular en el ojo, causado por la formación de proteínas, dio a los médicos una herramienta más para detectar la enfermedad de Alzheimer.


"El ojo es una extensión del cerebro y frecuentemente olvidamos eso", señaló la investigadora.


"Este trabajo destaca que es el único órgano del cuerpo que se puede revisar y es una herramienta que las personas pueden usar para examinar el cerebro", concluyó Cordeiro.



 
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