El año pasado, para esta misma fecha, se hablaba de incertidumbre. Era la palabra de moda en el mundo y, por
 supuesto, en la ciudad.
     Bahía Blanca sufría la crisis internacional sumada a problemas propios como, por ejemplo, la angustiante sequía que
 puso a todos en un estado de alerta como pocos habían anticipado.
     Doce meses después, la situación es distinta. El mundo salió de su crisis, volvió a llover y en las calles bahiense
 hay más movimiento, aunque la inflación golpea duramente.
     De todas formas, hay una realidad que no cambió: sigue siendo necesario que los bahienses seamos los artífices de
 nuestro propio destino, asidos a una identidad que fue esculpiéndose firme en la rudeza de nuestro clima. Feliz
 aniversario.