La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia.

Vive tu vida como te gustaría que tus hijos vivieran la suya.

Nunca se siente más seguro un niño que cuando sus padres se respetan.

Nuestras casas deben ser tales que no puedan destruir las ilusiones que de fuera llevamos a ellas.

Tu vida es joven y largo el camino. De un sorbo bebes el amor que te damos y corriendo te alejas de nuestro lado. Tú tienes tus amigos, tus hijos... ¿Qué hay de malo en que no tengas tiempo de pensar en nosotros?

Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: Uno, raíces; el otro, alas.