Raer tiernas orejas con verdades mordaces, ¡oh Licinio!, no es seguro; si desengañas, vivirás oscuro y escándalo serás de las ciudades.
No las hagas, ni enojes las maldades; no murmures la dicha del perjuro, que si gobierna y duerme Palinuro su error castigarán las tempestades.
El que piadoso desengaña amigos tiene mayor peligro en su consejo que en su venganza el que agravió enemigos.
Por esto a la maldad y al malo dejo. Vivamos, sin ser cómplices, testigos; advierta al mundo nuevo el mundo viejo.
Francisco Quevedo
Gustoso el autor con la soledad y sus estudios.
Retirado en la paz de estos desiertos con pocos, pero doctos libros juntos vivo con el comercio de difuntos y con mis ojos oigo hablar los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos o enmiendan o fecundan mis asuntos los libros que, en callados contrapuntos, al músico silencio están despiertos.
Las grandes almas que la muerte ausenta, de injurias de los años vengadora restituye, D. Juan, docta la imprenta.
En fuga irrevocable huye la hora; mas con el mejor cálculo se cuenta la que en lección y estudio nos mejora.