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۞ REFLEXIONES: Papalagi
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Dream7  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2011 16:36

Erich Scheurmann, 1920

Los Papalagi. Discursos de Tuiavii de Tiavea - Antropología Inversa

- Los papalagi [1], [2] es el título de un libro escrito por Erich Scheurmann (Hamburgo 1878, Armsfeld 1957) y publicado en 1920. Es una colección de discursos que el jefe samoano Tuiavii de Tiavea [3] dirige a sus conciudadanos, en los que describe un supuesto viaje por Europa en el periodo justamente anterior a la primera guerra mundial. Erich Scheurmann habría sido testigo de tales discursos, y los habría traducido al alemán.

Los Papalagi. Discursos de Tuiavii de Tiavea - Antropología Inversa

En ellos el jefe samoano interpreta la cultura occidental (la de los papalagis, u hombres blancos, en lengua samoana) desde la perspectiva de un nativo, criticando la deshumanización y el materialismo de la sociedad europea, y describiendo con ingenuidad elementos tales como el dinero o el teléfono. Tuavii de Tiavea previene a los samoanos para que no se dejen contaminar por el influjo de la cultura europea. Cada discurso (de un total de 11) describe, no sin cierto sentido del humor, un aspecto de la cultura occidental (la medida del tiempo, la vivienda, la vestimenta, etc), si bien el tono general es de fuerte crítica hacia las culturas europeas.

No hay pruebas de que tales discursos hayan sido nunca pronunciados, y el autor de los mismos parece haber sido el propio Scheurmann (quien sí viajó a Samoa), tratándose por tanto de un bulo, si bien las ediciones actuales no suelen aclarar ese aspecto, presentando la obra como hecho cierto.

Fuente: Aula Intercultural, Biblioteca Digital.

Índice

1. Cómo cubren los Papalagi su carne o sus Numerosos taparrabos o esteras.

2. Canastas de piedra, islas de piedra, Grietas y las cosas que hay en ellas.

3. El metal redondo y el papel tosco.

4. Los Papalagi son pobres a causa de sus muchas cosas.

5. Los Papalagi no tienen tiempo.

6. Los Papalagi hacen pobre a Dios.

7. El Gran Espíritu es más fuerte que las máquinas.

8. Profesiones de los Papalagi, y la confusión que de ellas resulta.

9. Los locales de pseudo-vida y los «muchos papeles».

10. La enfermedad del pensamiento profundo.

11. Los Papalagi quieren arrastrarnos a su oscuridad.

(8 de marzo de 2011)

[1] - Acerca de Los Papalagi - Antropologia Inversa

A principios del siglo XX, en el año 1914, el artista alemán Erich Scheurmann viaja a la Isla de Samoa, por entonces colonia alemana, huyendo de la I Guerra Mundial.

Allí conoce al jefe samoano Tuiavii de Tiavea, literalmente “Jefe de Tiavea”, con el que traba amistad.

Por aquella época la “fiebre” antropológica recorre Europa.

Gracias a las colonias y a recientes hallazgos arqueológicos, Occidente descubre nuevas y diferentes civilizaciones y la curiosidad por estas culturas prende mecha y se inician numerosos estudios antropológicos de todo tipo.

Por supuesto estos estudios tendrán siempre una visión occidental del tema, será la cultura Europea o Americana el punto de partida, el centro de la perspectiva desde la cual se “juzgan” las demás civilizaciones.

Por eso cuando Erich descubre, o le son descubiertos, unos papeles en los que Tuiavii estudia nuestra civilización para poner conocimiento a su pueblo de cómo los Papalagi u “hombres blancos” viven y se comportan, decide publicarlos en contra de la voluntad del samoano y así nace el libro, “Los Papalagi. Discursos de Tuiavii de Tiavea”, un estudio antropológico “a la inversa”, esto es, nosotros somos los estudiados y no los que estudian.

Un libro sorprendente, un mirarse a uno mismo a través de los ojos de otro, donde ves tus defectos y tus virtudes, y te sorprende ver cosas que tú das por hechas y que sin embargo para otro no lo son.

Vale la pena leerlo y disfrutarlo, darse cuenta de lo equivocados que estamos en muchos aspectos de nuestras vidas.

Y a pesar de haber sido escrito en una época ya lejana a la nuestra, en la década de los años 20’ del siglo pasado, la “atemporalidad” de nuestros actos es abrumadora, seguimos siendo los mismos y actuamos igual que nuestros abuelos, bisabuelos, y así seguiremos ... o no.

Fuente: quedelibros.com.

[2] - Los Papalagi

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Los papalagi es el título de un libro escrito por Erich Scheurmann (Hamburgo 1878, Armsfeld 1957) y publicado en 1920.

Es una colección de discursos que el jefe samoano Tuiavii de Tiavea dirige a sus conciudadanos, en los que describe un supuesto viaje por Europa en el periodo justamente anterior a la primera guerra mundial. Erich Scheurmann habría sido testigo de tales discursos, y los habría traducido al alemán.

En ellos el jefe samoano interpreta la cultura occidental (la de los papalagis, u hombres blancos, en lengua samoana) desde la perspectiva de un nativo, criticando la deshumanización y el materialismo de la sociedad europea, y describiendo con ingenuidad elementos tales como el dinero o el teléfono. Tuavii de Tiavea previene a los samoanos para que no se dejen contaminar por el influjo de la cultura europea. Cada discurso (de un total de 11) describe, no sin cierto sentido del humor, un aspecto de la cultura occidental (la medida del tiempo, la vivienda, la vestimenta, etc), si bien el tono general es de fuerte crítica hacia las culturas europeas.

No hay pruebas de que tales discursos hayan sido nunca pronunciados, y el autor de los mismos parece haber sido el propio Scheurmann (quien sí viajó a Samoa), tratándose por tanto de un bulo, si bien las ediciones actuales no suelen aclarar ese aspecto, presentando la obra como hecho cierto.

Los Papalagi ha sido traducida a numerosos idiomas, incluido el castellano, y suele presentarse con las ilustraciones de Joost Swarte.

Enlaces externos

* Texto íntegro en castellano, con ilustraciones.

* Análisis de la obra y polémica (en inglés).

[3] - Bajo el nombre de Tuiavii de Tiavea se esconde el escritor y pintor alemán Erich Scheurmann (24 de Noviembre de 1878, Hamburg, † 4 de Mayo de 1957, Armsfeld). A los diecinueve años viajó por toda Alemania. A partir de 1903 vivió en el Bodensee en la península Höri. Entre 1904 y 1907 se encontró con Hermann y Hessian. Fue sorprendido allí por el estallido de la primera Guerra Mundial y en 1915 dejó Samoa para regresar a los Estados Unidos, donde escribió el informe ficticio Los Papalagi. Poco antes del final de la guerra volvió a Alemania.

Fuente: quedelibros.com.

http://www.herbogeminis.com/Los-Papalagi-Discursos-de-Tuiavii.html


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Dream7 Enviado: 18/12/2011 20:03

Los Papalagi tienen una manera extrañamente confusa de pensar. Siempre se están devanando los sesos, para sacar mayores provechos y bienes de las cosas, y su consideración no es por humanidad, sino sólo por el interés de una simple persona, y esa persona son ellos mismos.

Cuando alguien dice: «Mi cabeza me pertenece a mí y a nadie más que a mí», tiene mucha razón y nadie puede decir nada en contra de esto. En este aspecto el Papalagi y yo compartimos puntos de vista. Pero cuando él continúa: «La palmera es mía», sólo porque ese árbol crece delante de su cabaña, entonces se comporta como si él mismo hiciera crecer la palmera. Pero esa palmera no pertenece a nadie. ¡A nadie! Es la mano de Dios la que nos la ha proporcionado del suelo. Dios tiene muchas manos. Cada árbol, cada hoja de hierba, el mar, el cielo y las nubes que flotan en él, todos son las manos de Dios. Podemos usarla para nuestro placer, pero nunca podemos decir: «La mano de Dios es mi mano». Sin embargo esto hacen los Papalagi.

En nuestro idioma «lau» significa «mío», pero también significa «tuyo». Es casi la misma cosa. Pero en el idioma de los Papalagi es difícil encontrar dos palabras que difieran tanto en significado como «mío» y «tuyo». Mío, significa que algo me pertenece por entero a mí. Tuyo, significa que algo pertenece por entero a otro. Es la razón por la que el Papalagi llama a todo lo que está cerca de su casa «mío». Nadie tiene derecho a ello más que él. Cuando visitas a un Papalagi y ves algo allí, un árbol o una fruta, madera, agua o un montón de basura, siempre hay alguien alrededor para decir: «Es mío y que no te coja tomando algo de mi propiedad». Incluso si tocas algo empezará a berrear y te llamará ladrón. Ésta es la peor maldición que conoce. Y solamente porque te has atrevido a tocar el «suyo» de otro hombre. Su amigo y los criados del jefe vendrán corriendo, te pondrán cadenas, te echarán a la más sombría pfui-pfui y la gente te despreciará durante el resto de tu vida.

Actualmente para impedir que la gente toque cosas que alguien ha declarado suyas, se ha presentado una ley que concrete qué es suyo y qué es mío. Y hay gente en Europa que gasta su vida entera prestando atención a que no se quiebre esa ley, que no se quite nada al Papalagi que ha declarado que aquello es suyo. De esa manera, los Papalagi quieren dar la impresión de que tienen derecho real sobre esas cosas, como si Dios hubiera regalado sus cosas para siempre. Como si las palmeras, las flores, los árboles, el mar, el aire y las nubes fueran realmente de su propiedad. (...)

Pero Dios ha impuesto un castigo más pesado que el miedo a los Papalagi: ha creado la lucha entre aquellos que tienen poco o nada y aquellos que lo tienen todo. Esta batalla es dura y violenta, y hace estragos día y noche. Es una disputa que todo el mundo sufre y que devora la alegría de vivir. Aquellos que tienen mucho deberían dar una parte, pero no quieren hacerlo. Los que no tienen quieren también algo, pero no consiguen nada. (...).

¡Hermanos!, ¿Cuál es vuestra opinión de un hombre que tiene una gran casa, suficientemente grande para alojar a un pueblo samoano en su totalidad, y que no permite a un viajero pasar la noche bajo su techo? ¿Qué pensaríais de un hombre que tiene un manojo entero de plátanos en sus manos y que no está dispuesto a dar ni siquiera una simple fruta al hambriento que le implora? Puedo ver la ira fulgurando en vuestros ojos y el desprecio que viene a vuestros labios. Sabed entonces, que el Papalagi actúa de este modo cada hora, cada día. Incluso si tiene cien esteras, no dará siquiera una a su hermano que no tiene ninguna. No; él incluso reprocha a su hermano por no tener ninguna. Si su choza está repleta de comida hasta el techo, tanta que él y su aiga no se la pueden comer en años, no buscará a su hermano que no tiene nada para comer y se ve pálido y hambriento. Y hay muchos Papalagi pálidos y hambrientos.

http://claseshistoria.com/imperialismo/%2Bpapalagi.htm

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Dream7 Enviado: 19/12/2011 16:21

Los Papalagi viven como los crustáceos en sus casas de hormigón. 

Viven entre las piedras, del mismo modo que los ciempiés viven dentro de las grietas de lava.

Hay piedras sobre él, alrededor de él y bajo él. Su cabaña parece una canasta de piedra. Una canasta con agujeros y dividida en cubículos.

Sólo por un punto puedes entrar y abandonar estas moradas. Los Papalagi llaman a este punto la entrada cuando se usa para entrar en la casa y salida cuando se deja, aunque es el mismo y único punto.

 

Atada a este punto hay un ala de madera enorme que uno debe empujar fuertemente para entrar. Pero esto es sólo el principio: muchas alas de madera tienen que ser empujadas antes de encontrar la que verdaderamente da al interior de la choza

 

En la mayoría de estas cabañas vive más gente que en un poblado entero de Samoa...

Las chozas europeas se yerguen a menudo unas cerca de otras, en enormes cantidades, ni siquiera separadas por una palmera o un arbusto...

 

Y directamente enfrente, sólo a un tiro de piedra, una segunda fila de canastas aparece... Por consiguiente, entre las dos filas hay apenas una grieta estrecha que los Papalagi llaman calle...

 

Durante días sin fin puedes caminar por estas grietas sin salir a un bosque a ver un poco de cielo azul.

 

Han construido en estas calles enormes cajas de cristal, en las que toda clase de cosas están expuestas. Cosas que el Papalagi necesita para vivir: taparrabos, pieles para piel y manos. ornamentos para la cabeza, cosas de comer...

hay muchas grietas donde el peligro acecha... hay un ruido tremendo, nuestras orejas empiezan a silbar a causa de los caballos que golpean el pavimento... la gente que patea fuertemente las pieles de sus pies... los niños berreando y los hombres chillando...
es imposible hacerte oír, a menos de que chilles tu también...

Las ciudades de los Papalagis son su creación y su orgullo. La gente que está viviendo allí no ha visto nunca un árbol o un bosque, jamás han visto el cielo claro.

...Hay muchas ciudades pequeñas y grandes. En las más grandes viven los jefes del país.

Las ciudades están dispersas sobre la tierra, como nuestras islas en el mar. Algunas veces no hay mucha distancia entre ellas... y otras veces un día de viaje.

Todas estas islas de piedra están muy bien comunicadas por caminos. Pero también puedes viajar en un barco de tierra, largo y estrecho como un gusano. Despidiendo humo todo el tiempo y deslizándose muy rápido sobre caminos de hierro, mas rápido que una canoa con doce hombres remando al límite de velocidad.....





 
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