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۞ORO*MÙ: LECCIÓN 31 ESTUDIANTES DEL MUNDO
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De: Maravi  (Mensaje original) Enviado: 16/03/2012 03:25
LECCIÓN 31 ESTUDIANTES DEL MUNDO
LOS DIEZ PRINCIPIOS DE
LA FELICIDAD (M. Kwan Yin)
Décimo Principio de la Felicidad

LA MISIÓN DEL SER HUMANO

Percibir la felicidad en cada cosa creada
El sendero del hombre y la mujer, aquél que hemos venido describiendo, está sembrado de rosas
de felicidad, pero el humano, en su afán de cortar esas flores, olvida el arte de cultivarlas, se
enreda entre las espinas; y las flores, alejadas ya de la planta que les dio la vida se marchitan
rápidamente quedando tan sólo el recuerdo. Los rosales han sido puestos en el sendero por la
bienaventuranza del amor de Dios.
 
Y si pudiéramos aprender que las flores son más bellas cuando se mantienen en sus plantas; si
pudiéramos entender que a la felicidad no se la puede atrapar porque existe únicamente en el
presente; si entendiéramos que no es posible detener el transcurso del tiempo y querer hacer que un
momento dure toda la eternidad.
 
Si entendiéramos que podemos ver la felicidad en cada cosa creada, percibir la belleza detrás de las
apariencias, encontrar la armonía ahí en donde normalmente observamos sólo problemas; si
fuésemos capaces de percibir ese chispazo divino de Voluntad Divina yaciente en todas las cosas,
diríamos entonces que hemos aprendido a abrir los ojos a la felicidad, porque el hombre tiene una
misión, la misión de ser feliz y de hacer felices a los demás, ésta es la misión que deberíamos todos
entender.
 
La esencia de la felicidad
La felicidad es simplemente la ausencia de juicios negativos, la ausencia de lamentaciones, la
ausencia de las autocríticas y la apertura total a la Voluntad de Dios. Sólo el ser que es capaz de
percibir el rostro divino detrás de todas las situaciones que enfrenta en su vida, es capaz de
permanecer en paz mientras todo a su alrededor parece desmoronarse. La felicidad interior produce
inevitablemente la paz, la quietud, el sosiego; pero, para alcanzar esa felicidad interna, hace falta
purificar los filtros a través de los cuales se perciben las cosas de la vida.
Hemos hablado ya largamente acerca de los nueve principios que conducen al camino de la
felicidad; este último, más que principio es una Ley.
 
El ser humano vino al mundo para ser feliz y hacer felices a los demás. Vino a entender que
como extensión divina en la tierra, su misión es glorificar al Padre en cada acto de su vida y, a la
vez, como parte de una sociedad humana, trabajar incansablemente al servicio de los demás, no
únicamente para llevar esa paz y esa armonía, que concede la felicidad, a los que nos rodean.
Así pues, esta última ley sella con cordeles de oro el decálogo de principios que todo ser humano
debiera seguir para ser partícipe del camino de la felicidad.
La presentación de esta enseñanza en su publicación
 
Cuando estos manuscritos, cuando estos mensajes sean publicados, no los encuadernen,
entrelácenlos todos con una cinta de color dorado y pónganles un sello en la primera hoja
indicando que son los diez principios de la felicidad, claves que valen más que todo el oro de la

tierra. Hagan el esfuerzo de que esta enseñanza, desde el momento en que llegue a las manos de
aquellos a quienes la Voluntad Divina les otorgue ese privilegio, reciban, desde el primer
momento, el impacto de estar en contacto con una enseñanza diferente, con un material que los
hará despertar al mundo de la felicidad.
 
La presentación de esta enseñanza en una clase
Cuando estos principios sean expuestos en un salón de clase, que el salón de clase sea arreglado,
adornado, y que cada rincón de él hable de la felicidad. No permitan que esta enseñanza sea
depreciada por los prejuicios con que los seres humanos reciben todos los conceptos, sitúenlos
dentro de un contexto de felicidad, rompan todas las tradiciones, para que la forma en que llegue
este conocimiento sea lo suficientemente impactante para que rompa los filtros a través de los
cuales son escuchados.
 
La fuerza de la voluntad divina
Si la misión es ser feliz, ¿qué estamos esperando? Si la misión es hacer felices a los demás, ¿qué es
lo que nos detiene?
 
Entendamos, detrás de estos dos mandamientos, a la suprema fuerza de la Voluntad de Dios
actuando a través de cada uno de nosotros. Si la fuerza de un río es capaz de horadar los valles
hasta formar cañones y precipicios, si la fuerza de una gota de agua que cae incesantemente es
capaz de romper la más dura roca, si la fuerza de los terremotos destruye en unos instantes todo el
orgullo del hombre, ¿qué no será capaz de hacer la Voluntad Divina cuando establece una ley
como un principio inmutable, eterno, para todas sus creaciones?
 
¡Paso a la Voluntad Divina! dijeron los ángeles hace muchos siglos cuando descendió el Maestro
a la tierra. Hoy decimos, ¡paso al Amor Divino!, porque es el momento de que se aloje en los
corazones humanos. Es el momento de que esa fuerza que simboliza al hijo del hombre, al hijo de
Dios, pase a tomar posesión del trono dentro del castillo humano, en el corazón. Reciban la fuerza
del Amor Divino, multiplíquenla y hagan que crezca hasta consumir cada átomo de desarmonía en
todos sus cuerpos.
 
El torrente del amor divino acompaña estas palabras
Repitan estas palabras cuantas veces sea necesario, delante de todas las personas que acudan a
escuchar sus voces; háganles ver, que acompañado de estas palabras, baja el torrente del Amor
Divino hasta llegar al último de sus seres creados; no importa cuál sea la ruta que tomen estas
energías, llegarán hasta el más recóndito escondite de la sociedad humana y no habrá hombre o
mujer en la tierra que se vea ensombrecido por la tristeza, porque una vez que el Amor Divino ha
tocado la faz de la tierra, ésta ha quedado marcada y la felicidad será una permanente realidad en
todos los seres.
 
El poder de los instrumentos de la voluntad divina
Estamos cerca del cumplimiento de los tiempos, la Voluntad Divina busca instrumentos, cuando
éstos aparecen, su voz resuena más alto, su presencia se llena de magnetismo, su mirada se
dulcifica y profundiza, sus manos adquieren mayor poder y todo su cuerpo se diviniza alcanzando
la estatura de un ser divino.
 
Hagan de estas enseñanzas su mensaje para todos aquéllos que se encuentren necesitados de ellas;
no escatimen esfuerzos, rompan las limitantes y trasciendan los estados terrenales para lograr el
descenso del reino de Dios y el florecimiento de la edad de oro en el planeta tierra.
 
Con estas palabras cierro esta serie de instrucciones, los bendigo en el nombre de ese Gran
Maestro por todos conocido. Les doy mis más eternas gratitudes por este hermoso servicio que
hemos podido realizar juntos, y escúchenme bien, estaré siempre con cada uno de ustedes y bastará
con que pronuncien mi nombre tres veces para atender su llamado inmediatamente, búsquenme en
el corazón porque ahí escucharán mi voz.
 
LOS DIEZ PRINCIPIOS DE LA FELICIDAD
 
1. Nadie va a darme la felicidad, sólo yo puedo conseguirla.

2. Yo soy un ser único en toda la tierra, nadie me comprende mejor que yo, y nadie sabe lo que
yo necesito mejor que yo.

3. Lo que recibo ahora es lo que sembré ayer, y lo que siembre ahora será lo que recibiré mañana.

4. Ni el pasado ni el futuro pueden lastimarme, sólo el presente tiene valor en mi vida.

5. Sólo yo decido lo que debo hacer en este momento.

6. Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas.
7. En mis decisiones tomaré siempre en cuenta el beneficio de los demás.

8. Mi cara es el reflejo de mi estado interior.

9. Soy un hombre al servicio de la humanidad.
 
10. Yo tengo una misión en la vida: ser feliz y hacer felices a los demás.


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