El Carnaval es una fiesta mágica, en la que lo natural y sobrenatural se unen, así como lo religioso y lo terrenal. Los carnavales peruanos están marcados por el carácter festivo de las zonas andinas, amazónicas y costeñas, que cíclicamente rompen con toda solemnidad y estallan en una explosión continuada de bailes y desfiles de participación generalizada. Visitantes de las más diversas procedencias, peruanos y extranjeros, acuden a disfrutar de la alegoría de los trajes típicos, vistosos pasacalles tradicionales y de las diversas expresiones del folklore que caracterizan estas festividades que se extienden a todo Perú.
Si bien los carnavales se celebran en todo Perú, Cajamarca (al norte) es conocida como la «capital del carnaval». Cada año, miles de personas procedentes de diferentes lugares invaden las calles durante el mes de febrero para saltar y bailar hasta el cansancio. El punto culminante es la entrada del Ño Carnavalón: este personaje marca el final del carnaval y baja a la ciudad acompañado de comparsas, patrullas y cabezudos, llenando el ambiente de alegría, huayno, marineras y cashuas, junto con algun que otro ritmo moderno.
El Carnaval Riojano (también en el norte de Perú, en la provincia de San Martín) tiene como tradición El Bando del Carnaval, quien va leyendo en diferentes esquinas de los cinco barrios de Rioja (Amaringo, Cascayunga, Consuelo, Quinapata, Shauintopata) una ordenanza. Esto da inicio a la inauguración del Carnaval. Destaca el Bando «Los Diablos», el grupo más característico del folklore riojano, conformado por personajes disfrazados de animales del bosque amazónico como el otorongo, cuya aparición crea gran expectativa.
En el sur del país, el carnaval Ayacuchano, declarado Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional de Cultura, es una de las manifestaciones culturales más auténticas de Perú. En él se expresan la creatividad y sensibilidad del pueblo ayacuchano a través de las comparsas urbanas y rurales.
También es famoso el Pukllay (en la provincia de Huancavelica), que traducido al castellano significa «juega», en referencia a los festejos lúdicos y siempre divertidos. Es el único encuentro nacional de comparsas y danzas carnavalescas originarias de Perú que reúne a diversas delegaciones de la provincia, la región, y el país.
El Carnaval Abanquino (en la provincia de Apurímac) es toda una costumbre que año tras año se viene festejando con participación de niños, jóvenes y adultos. Se inicia con un concurso de trajes típicos, en el que participan los artesanos exponiendo sus mejores diseños: para señoras (que incluyen una llicllita, sombrero de paja, blusa y falda multicolor); y para los hombres (con un traje típico a base de poncho de nogal, pantalón, sombrero, zapatos, y chalinas, donde predominan negro y blanco). También se realiza la elección de la Srta. Carnaval y la elección del carnaval campesino. El carnaval Abanquino se caracteriza por su alegría, picardía y originalidad.
Los carnavales en Junín son reflejo de su diversidad geográfica y expresan la mezcla de sierra y selva. La fastuosidad de sus celebraciones se manifiestan en el Valle del Mantaro.
La particularidad más importante del carnaval de Ucayali, en la selva norte peruana, radica en la costumbre tradicional, cultural y folklórica de la práctica de la danza de la Humisha, actividad ancestral que combina el uso de danzas indígenas y mestizas. Esta actividad consiste en plantar artificialmente un árbol cargado de regalos, en torno al cual se baila hasta tumbarlo con los cortes de un machete o hacha.