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Discapacidad--Julio: La Música como Terapia
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Respuesta  Mensaje 1 de 6 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 22/05/2010 05:51

La Música como Terapia



En la musicoterapia se hace un uso dosificado de la música en tratamientos rehabilitadores de niños y adultos que padezcan de trastornos físicos, emocionales o mentales. Su efecto sanador obedece en primer lugar a la influencia que tienen los sonidos sobre el hombre, lo que origina diversas formas de relación con el ambiente o entre las personas.

Un poco de historia:

Para el hombre moderno, la música es un producto complejo, construído de muchos elementos combinados en un estado de relación siempre cambiante. Cada uno de estos elementos musicales es un atributo de la substancia del sonido, la que siempre ha sido parte del mundo consciente del hombre y que éste ha interpretado y empleado según su estilo de vida y etapa de civilización.

Desde antiguas épocas, el hombre ha creído que el sonido era una fuerza elemental cósmica que existía desde los inicios del mundo; más aún, que había sido el origen de la creación del universo. Existen muchas leyendas que así lo narran. Los egipcios creían que el dios Thot había creado el mundo emitiendo un sonido vocal. De allí nacieron otros cuatro dioses dotados de igual poder, quienes poblaron y organizaron el mundo.

En las concepciones filosóficas que se derivan de ¡as cosmogonías persa e hindú, el universo había sido creado de una substancia acústica. Se produjo un sonido inicial que, al emerger del abismo, primero se hizo luz y luego, poco a poco, parte de esa luz se volvió materia. Esta materialización nunca fue total, pues cada cosa material continuaba conservando algo de esa substancia sonora de la que fue creada.

Los primeros babilonios y los griegos antiguos relacionaron el sonido con el cosmos, a través de una concepción matemática de las vibraciones acústicas vinculadas con los números y la astrología. Los filósofos pitagóricos concebían las escalas musicales como un elemento estructural del cosmos. También creían que aunque el sonido existía como un elemento natural en el universo, podía no ser perceptible a los oídos del hombre. Llamaban «armonía de las esferas» a los sonidos inaudibles producidos por los movimientos de los cuerpos celestes. Estos sonidos expresaban la armonía matemática del cosmos.

La misma idea de que los sonidos celestiales podían ser inaudibles al oído humano existió también en doctrinas religiosas; pero esta idea fue totalmente mística y no tenía base científica. El hombre ha creído
en algunas épocas que la música del paraíso divino podía ser oída y captada, pero sólo por hombres de muy alto nivel espiritual. Los compositores cristianos bizantinos suponían que el prototipo de los himnos religiosos era el canto de los coros de ángeles, inaudibles para los oídos humanos; pero trasmitido a los músicos por inspiración divina.

En todos los tiempos, las inspiraciones, las revelaciones y las alucinaciones han sido difíciles de distinguir entre sí. Son fenómenos extrasensoriales que, a veces, pueden estar relacionados con trastornos mentales, como la esquizofrenia con su «locura mística». El sonido puede ser causa de ilusión, a través de la cual el hombre -sea primitivo o civilizado- busca comunicarse con un mundo psíquico invisible.

Desde el Renacimiento hasta nuestros días, las creencias en la relación entre el sonido y el cosmos no han salido del campo de la especulación intelectual metafísica. Sin embargo, su relación matemática puede tener una connotación emocional para algunos escritores que hablan de «la lógica celestial de Bach».

No podemos olvidar que algunos compositores de vanguardia basan sus composiciones musicales sobre combinaciones matemáticas calculadas con aparatos electrónicos. Así entramos a un nuevo mundo musical en el cual algún día el hombre pueda encontrar un elemento terapéutico. La música electrónica ha abierto un nuevo campo de interés a los terapeutas, pues permite al hombre relacionarse con un mundo extraño a las emociones y símbolos humanos.

El hombre primitivo explicaba los fenómenos naturales en términos de magia y pensaba que el sonido tenía origen sobrenatural. Bastaba que fuera incomprensible para que lo consideraran misterioso y mágico. El sonido expresaba para ellos las ordenes o amenazas de los espíritus que los rodeaban, las que variaban según la disposición de ánimo de los tales espíritus, fueran benignos o maléficos. Era un medio de comunicación con un mundo permanente, pero invisible. Este fenómeno ha sido observado en muchas partes del mundo; por ejemplo, en Nueva Guinea, ciertas tribus primitivas creen que la voz de los espíritus puede ser oída a través de las flautas, los tambores y el bramido del toro.

Este proceso tiene un interés especial en la musicoterapia, en especial cuando nos lleva a la identificación de un ser humano con un sonido específico. En las civilizaciones totémicas existía la creencia de que cada uno de los espíritus que habitaban el mundo poseía un sonido individual propio. El tótem ancestral parecía poseer una consciencia acústica y responder a cierto sonido. La imitación o simulación del sonido individual del tótem permitía al hombre identificarse con su antecesor místico y lograr de ese modo conservar su vida mediante el contacto; de otra manera, moriría.

El tótem ancestral no era el único ser que poseía su sonido propio y estuviera identificado con él. El hombre primitivo ha creído a menudo que todos los seres muertos o vivientes tenían su propio sonido o canto secreto al que respondían. A través de él podían ser vulnerables a la magia. Por esta razón, lo mantenían oculto de los brujos. En ciertos ritos para curas mágicas, el chamán trataba de descubrir el sonido o canto al cual el hombre enfermo o el espíritu que lo habitaba habrían de responder. Esto lo ponía en contacto con un poder sobre el mal que afectaba al paciente. El sonido personal a menudo pudo ser relacionado con el timbre de la voz del hombre, lo que es un factor individual universal observable hasta hoy. El sonido secreto personal parece estar presente en forma subconsciente en algunos individuos psicóticos, lo que acaso confirme la vieja creencia de que cada hombre nace con su propio sonido interior al cual responde.

El hombre primitivo se identificaba con su medio cuando imitaba los sonidos que oía, ya fuera en forma vocal o instrumental. La imitación vocal era en esas épocas la forma más potente de participación mística con el mundo circundante. Describía una experiencia colectiva en la que los aborígenes organizaban -como lo hacen hasta hoy- conciertos naturales. Cada uno de los participantes imitaba un ruido natural particular, como la lluvia, el viento, el susurro de los árboles, los cantos de los pájaros, los rugidos, gruñidos, etc., de los animales. Los resultados eran sorprendentes y llegaban a un clímax. Ciertos métodos de educación musical intentan hoy revivir esas costumbres primitivas.

La imitación del sonido como medio de adquirir poder sobre una fuente original está vinculado con el principio mágico tradicional, según el cual «lo semejante actúa sobre lo semejante» (usado también en homeopatía). El hechicero dotado de ese poder podría manejar ciertas fuerzas que amenazaran la seguridad o la salud del hombre. Debía conocer las fórmulas, ritos, encantamientos y sonidos que pudieran ser protectores y curativos.

Cabe suponer que poco a poco la imitación de los sonidos naturales llegó a ser música con una forma y expresión propias y que progresó a través de las diversas civilizaciones y culturas.

La imitación y la repetición son dos procesos mediante los cuales el hombre aprende, evoluciona y crea. Ambos procesos son aplicables al sonido cuando este llega a ser un lenguaje verbal o musical. Podemos observarlo cuando él niño recorre los primeros pasos de exploración y apropiación de los sonidos, tal como lo hicieron seguramente nuestros antepasados.

El sonido que ya está organizado con sentido y expresión, necesita conservar en parte su carácter misterioso cuando se hace simbólico, para expresar una emoción o un pensamiento. Cuando el hombre empezó a producir música, suponía que tenía un origen sobrenatural y que no era su obra, que «algo pasaba» a través de él. En todas las civilizaciones conocidas la música ha sido considerada como de carácter divino, cosa que no ocurre con las demás artes. El hombre ha dado a la música el poder que atribuía a los dioses. Por ello, el empleo de cantos mágicos es uno de los hechos más antiguos en la historia de la humanidad y tiene una importancia única en las civilizaciones primitivas.

Debido a la naturaleza impalpable e inmaterial de la música, es fácil comprender que fuera referida a comunicaciones con un mundo sobrenatural e invisible. Quizás el hombre ha sentido que la música era como una partícula de esencia divina que ha podido capturar y que le ha permitido comunicarse con los dioses al ofrecerles algo semejante a ellos.

Aunque nuestras concepciones acerca del hombre, la religión y la sociedad han experimentado muchos cambios a través de las épocas, ciertas creencias y actitudes se han mantenido inmutables. La idea de que hay algo divino en la música podemos encontrarla todavía vigente. Tanto el compositor como el ejecutante se han sentido a menudo divinamente inspirados, porque no podían explicarse esa inspiración por medios raciónales. En la antigüedad, Orfeo fue un tocador de lira inspirado por los dioses, que le daban el poder de amansar a las fieras y de encantar a las tenebrosas potencias del infierno con sus melodías.

Si la música ha sido considerada desde épocas pretéritas como un don del hombre que le viene de Dios y vuelve a El, un don que puede contribuir a la felicidad y a la salud humana, existió paralelamente otra creencia: que la música pudo ser empleada por el Demonio para extraviar al hombre.

A menudo se ha creído que la música podía ayudar a los malos espíritus a conducir a los hombres a su perdición espiritual o destrucción física. Desde mucho antes de la era cristiana existen leyendas sobre ese tema; por ejemplo, la leyenda de la hermosa Lorelei en Alemania, cuyos cantos provocaban una melancolía irresistible que empujaba a los hombres a lanzarse a las aguas del río Rhin. 0 el canto de las sirenas, las que -según Odiseo- hechizaban a los marinos haciéndolos naufragar contra las rocas. En toda Europa es conocida la leyenda del flautista de Hamelín. A esta aldea infectada de ratas, llega un hombre extraño que se ofrece a limpiarla de esa plaga. Para ello, toca en una flauta una música irresistible que hace que todas las ratas salgan de sus cuevas y lo sigan hasta el río -que él vadea- y allí se ahoguen. Como los habitantes, ya libres de los roedores, se niegan a pagar sus servicios, él empieza a tocar de nuevo en su flauta una música aún más seductora que hace que lo sigan todos los niños de la aldea, los que desaparecen con él para no volver jamás.

La Iglesia cristiana sabía muy bien que la música no era solamente una experiencia espiritual y elevadora, sino que también podía ser dañina por sus raíces con los ritos paganos. Los sacerdotes cristianos procuraron despojar a la música de todas las influencias paganas y asignarle una cualidad sanativa espiritual. Muchas de la crónicas de ese tiempo demuestran que la música siguió considerándose como parte de la obra oscura del Demonio.

Martín Lutero era un músico notable que veía en la música un verdadero don de Dios. Sin embargo, consideraba posible que el Demonio fuera capaz de usarla para seducciones impías, por ello procuró usar
la música popular como acompañamiento a himnos religiosos de modo de extirpar sus connotaciones paganas. En la Edad Media, la gente del pueblo creía en brujas que servían al Demonio y que usaban entre sus artes malignas, en los llamados «aquelarres», cantos obscenos acompañados de música y de orgías.

En tiempos más recientes -año 1720 - encontramos la muy conocida historia de la Sonata del Diablo, de Tartini. El escuchó en un sueño cómo el Demonio tocaba en su violín una sonata de tan extraordinaria belleza que lo dejó arrobado. Al despertar, trató de reproducirla sin poder llegar al nivel de lo que había oído, aunque la posteridad está de acuerdo en considerarla realmente hermosa. En el siglo XIX, se atribuía una naturaleza diabólica a la extrema maestría del violinista Paganini, quien no sólo no desmentía estos rumores, sino que los reforzaba con su manera estrambótica de vestirse y actuar. Electrizaba a su auditorio con su mera presencia, aun antes de demostrar su pericia en las cuerdas, haciendo que multitudes delirantes lo aclamaran en sus actuaciones.

La música como medio terapéutico:

El hombre ha considerado siempre la enfermedad como un estado anormal. Ha explicado sus causas y ha usado remedios que han incluido la música, a la luz de sus conocimientos reales y de sus creencias. Aunque los conceptos de enfermedad y de medicina han cambiado continuamente a través de los siglos,
las reacciones del hombre a las experiencias musicales han permanecido inalterables. Los efectos de la música sobre la mente y el cuerpo del hombre enfermo mantienen desde tiempos inmemoriales notables semejanzas.

El sanador que emplea la música ha sido, a través de los tiempos, primero un mago, después un monje y
por último un médico o un especialista en música. Finalmente, en cualquier clase de sociedad, el enfermo que busca su curación y alivio se encuentra en manos de alguien que tiene algún poder sobre las causas de su enfermedad. En todos los tiempos la relación entre ellos se ha basado en la voluntad del paciente de someterse al tratamiento, y de su reacción a él. Debe existir confianza mutua en el método prescrito, especialmente cuando interviene el miedo, o cuando hay que afrontar algún riesgo. La personalidad de quien cura y el papel que desempeña en la vida de la comunidad tienen una influencia considerable sobre la respuesta, favorable o adversa, del paciente.

Ya en el año 1500 antes de Cristo había en Egipto tres tipos de sanadores: el exorcista o mago, el sacerdote y el médico. Los seguimos encontrando en todas las formas de civilización bajo nombres diferentes. También hallamos en esa época muchos músicos llamados a actuar como terapeutas, tales como la sacerdotisa egipcia Shebut-n-mut, David, el rey tocador de arpa de la Biblia, el tocador griego de lira, Timoteo, entre otros. Ya en el siglo XVIII aparece el cantante Farinelli, y todos los músicos anónimos a quienes se encomendó tocar para los atacados por la tarántula, así como muchos otros en los tiempos modernos.

Todos estos curadores, magos, médicos, sacerdotes o músicos han tenido una relación de tipo diferente con sus pacientes. El uso que hicieron de la música en las curaciones ha variado según la concepción de la enfermedad y su tratamiento, sus funciones y creencias y, en mayor grado, su dominio musical y sus conocimientos. Podríamos, por lo tanto, dividir los procesos curativos en tres partes, los relacionados con la magia, con la religión y con el pensamiento racional. La música ha sido empleada en estos tres procesos de acuerdo a las creencias y costumbres de cada época.

Magia.- El hombre primitivo, que vivía en un mundo de espíritus y magia, creía que la enfermedad se debía a causas mágicas y que requería remedios mágicos. La causa de su mal tenía que ser un espíritu perverso que debía ser echado fuera. Suponía que el hechicero conocía las fórmulas mágicas secretas que dominaban a los malos espíritus. El podía emplear ordenes, amenazas, lisonjas, simulación o engaño durante ceremonias curativas especiales destinadas a expulsar el espíritu. La música, los ritmos, los cantos y las danzas desempeñaban un papel vital en los ritos, y eran compartidos por toda la comunidad.
El sonido y la música, por sus poderes mágicos, podían ayudar a vencer la resistencia del espíritu que provocaba la enfermedad.

Algunos de los recursos curativos mágicos poseían un valor que le reconocemos ahora sobre bases científicas. Actualmente empleamos algunas de las mismas plantas medicinales de entonces, pero sin los encantamientos y ritmos indispensables en la medicina primitiva. Ciertos ritos acompañados de música deben haber producido efectos psicológicos o catarsis sobre el enfermo, los que resultaban beneficiosos. Aunque la música iba dirigida en contra del espíritu maligno y no tenía el propósito de afectar al enfermo, este tiene que haberse sentido en un estado vulnerable y receptivo por la influencia directa de los ritmos que lo conectaban con el mundo invisible.

No obstante la monotonía de la música empleada, la ejecución recorría diferentes modalidades emocionales, pues procuraba persuadir, lisonjear, adular o amenazar al espíritu maligno. Algunos cantos eran usados para enfermedades específicas. Diversos antropólogos en distintas épocas han recogido cantos primitivos en América, Africa y Europa. Muchos de ellos son música medicinal. Hay unos pocos de carácter lento con largas notas sostenidas. La mayoría son rápidos, rítmicos y reiterativos, en general, con acompañamiento de tambor.

Religión.- En las curas religiosas, la música era utilizada como un medio de comunicación con el mundo sobrenatural; pero estaba basada sobre una concepción completamente diferente de la causa de la enfermedad. Se suponía que ella había sido enviada por un dios colérico, en castigo por alguna falta o trasgresión a ciertas leyes, ya fuera esto hecho en forma consciente o inconsciente. Era imperativo descubrir la naturaleza de la falta de la cual el paciente era culpable. Había que expiarla para aplacar a los dioses. Los ritos incluían la purificación del cuerpo y del alma.

Los dioses antiguos no eran espíritus elementales manejables por ritos mágicos. Eran deidades creadas a semejanza del hombre y se comportaban como legisladores o reyes sobrenaturales que esperaban ofrendas y retribuciones. Tomaban parte activa en los asuntos públicos y privados de los humanos, presidían sus necesidades específicas y sus actividades tales como la guerra y la paz, la medicina o la música. Isis y Serapis en el Egipto antiguo eran los grandes curadores. Apolo era tanto el dios de la música como el dios de la medicina. Los hombres sobresalientes en estas actividades eran deificados después de su muerte, como el médico Esculapio y el músico Orfeo.

La música llegó a ser un medio de comunicación personal con la deidad. Ya no era un medio para amenazar, obligar y dominar a las fuerzas sobrenaturales. El hombre la usaba como un instrumento de persuasión que debía ser grato a la deidad, la que -como el hombre- era sensible a la armonía y la belleza. La música que acompañaba a los ritos curativos antiguos y que se dirigía al dios, involucraba un efecto sobre el paciente, haciéndole adoptar un estado relajado, receptivo y de esperanza. Las ceremonias las conducían los sacerdotes, auxiliados por quienes dirigían a los músicos y los coros.

También había orgías y ritos paganos, con mucha música y canto, que no estaban directamente dirigidos a sanaciones, pero que producían una descarga fisio-psicológica muy importante para aflojar tensiones. La danza de la tarantela en Europa durante la Edad Media fue un resurgimiento de esas danzas paganas.

En la era cristiana desaparecieron los dioses paganos relacionados con la enfermedad y su curación; pero fueron reemplazados por una legión de santos que se invocaban en determinadas enfermedades: San Sebastián para la peste, San Lázaro para la lepra (de ahí los llamados «lazaretos»), San Vito para la epilepsia, San Blas para las enfermedades de la garganta, y muchos otros. Los himnos y la música orientaban las súplicas de los pacientes hacia el auxilio y la curación. Esto no les prohibía someterse a un tratamiento médico adecuado; buscaban asegurar su curación en ambos mundos a la vez.

El cristianismo trajo nuevos conceptos éticos que eran desconocidos en el mundo primitivo y en el antiguo: un Dios amante, que sentía compasión y caridad hacia el débil, el enfermo, el pobre. La actitud del creyente hacia la enfermedad tenía que ser de humildad y de santa obediencia al sufrimiento, que podía ayudar al hombre a ganar la bienaventuranza eterna.

Después de la caída del Imperio Romano y durante el oscurantismo, la medicina desapareció de la Europa occidental; pero las ordenes religiosas que prodigaban amparo y cuidados médicos a los pobres la mantuvieron vigente. Se fundaron los primeros hospitales en tiempos de las Cruzadas. La actitud humanitaria de los monjes hacia los enfermos confirmaban la creencia de que podían combatir la enfermedad tanto con plegarias como con recursos médicos.

Las obras maestras del arte y de la música encomendadas por la Iglesia para ornar sus catedrales y exaltar el efecto de los oficios religiosos no sólo estaban dedicadas a la gloria de Dios, también tenían el propósito de elevar al creyente por medio de la belleza para colocarlo en un estado receptivo y espiritual. Además de ello, en toda la historia de la cristiandad, bajo patronazgos sagrados y santos, continuaron floreciendo los santuarios a los que se atribuía poderes de sanación o alivio de las enfermedades. En la mayoría de ellos estaba -y aún está - la música, como un elemento indispensable de la liturgia, el ritual y las procesiones en las cuales participaban los fieles.

En el curso de los tiempos, la actitud del hombre hacia la búsqueda del auxilio sobrenatural y divino sufrió grandes cambios a medida que crecía su consciencia como individuo. La música, que era un medio de súplica y propiciación hacia una deidad, ha llegado a ser para él una experiencia personal cargada de emociones humanas. De esta manera ha podido comprender el poder de la música sobre su propio estado psicológico y espiritual. Ella es capaz de exaltar lo mejor de sí mismo, armonizar y purificar sus emociones y sublimar sus impulsos instintivos. Basadas en estas premisas, las curas religiosas apelan a fuerzas espirituales internas y externas para combatir el mal, la enfermedad y el sufrimiento. Muchos de los creyentes en la curación espiritual creen que la música es portadora de un mensaje divino de esperanza y de redención, vinculado a la antigua creencia de su origen divino.


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Respuesta  Mensaje 2 de 6 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 22/05/2010 05:52
Sonido, Música y Salud
  
La humanidad ha utilizado los sonidos y la música de manera terapéutica a lo largo de los siglos. En el antiguo Egipto el jeroglífico que representaba la palabra "música" era el mismo que representaba los conceptos de "alegría y bienestar". Los sabios védicos sánscritos y los filósofos de la escuela Pitagórica de la Grecia clásica consideraban que todas las formas físicas eran manifestaciones de la música. El sonido aplicado correctamente podía producir curaciones restaurando la integridad musical del cuerpo y el alma. Entre las recomendaciones de los médicos antiguos solían figurar los cantos rítmicos y secuencias melódicas sagradas. La música puede saltarse los filtros lógicos y analíticos de la mente para establecer un contacto directo con sentimientos y emociones escondidos en lo más profundo de la memoria. Esto provoca reacciones físicas. Los mantras y los cánticos curativos tienen origenes muy antiguos. En los papiros egipcios que contienen textos médicos de 2600 años de antigüedad se habla de cánticos para curar la esterilidad, dolores reumáticos, etc. Se dice que hacia el 324 a.c. la música de la lira devolvió la cordura a Alejandro Magno y en el antiguo testamento se recuerda que David alivió la depresión del rey Saúl tocando el arpa. Los esenios y los terapeutas curaban con palabras sagradas y en la cultura helenística, los dolores de la ciática y de la gota se aliviaban con música de flauta. El conocimiento de los sonidos, ritmos y cánticos era parte fundamental de los poderes curativos del chamán y de los druidas de las culturas celtas. En la época medieval y renacentista los grandes maestros reconocían la importancia de la música. F. Haendel afirmaba que no pretendía divertir a su público sino "hacerlos mejores". En el S XVII el cantante de ópera Farinelli curó al rey Felipe V de españa de una enfermedad crónica cantando el aria favorita del rey. En el Siglo XIX se llevaron a cabo investigaciones científicas sobre los efectos fisiológicos de la música a base de medir sus incidencias sobre la respiración, el ritmo cardíaco, la circulación, la presión sanguínea y se ha encontrado una gran correlación. El ser humano se asemeja a un instrumento musical muy complejo, único y delicadamente afinado. Cada átomo, cada molécula, cada célula, cada tejido y cada órgano del cuerpo emiten continuamente las frecuencias de su vida física y emocional. La voz humana es indicadora de la salud del cuerpo y establece relación entre los individuos y el cosmos.
 
Adrián Olender

Respuesta  Mensaje 3 de 6 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 22/05/2010 05:55
Música y Salud están relacionadas?
 
 
La música no sólo amansa las fieras que no son sordas, incluida esa fiera que cada uno lleva dentro, sino que además induce múltiples efectos fisiológicos y psicológicos beneficiosos para la salud. Son numerosos los estudios de psicólogos y neurólogos que han demostrado que la música actúa como un revulsivo que, o bien moviliza, o bien aplaca el cuerpo y la mente.
 
En diversos registros polígrafos realizados a voluntarios sanos mientras escuchan un fragmento musical se aprecia que el pulso, la actividad muscular, la respiración y otras variables fisiológicas se modifican al son de la música, y que una misma persona responde igual cada vez que escucha la misma composición. En el electroencefalograma lo que se aprecia es que la música relajante produce ondas de tipo alfa, exclusivas de un estado de reposo psíquico y sensorial profundo.
 
Una de las últimas aplicaciones de la musicoterapia ha sido realizada en niños del Rainbow Babies Hospital de Cleveland, 0hio, Estados Unidos, con resultados clara mente satisfactorios. Los médicos de ese hospital han estado utilizando la música para reforzar el tratamiento farmacológico en niños que padecen cáncer. Y se han percatado de que las posibilidades de recuperación de estos niños son mayores si la quimioterapia se acompaña de música.
 
Las sesiones de musicoterapia eran de media hora y consistían en invitar a los niños a que cantaran, jugaran y tocarán algunos instrumentos mientras escuchaban una melodía en un piano eléctrico portátil. Antes y después de cada sesión se les analizaba la saliva, comprobándose que la música elevaba sus niveles de inmunoglobulinas, un indicador clave de la fortaleza del sistema inmunitario.
Los autores de este experimento sugieren que la música reduce la percepción del dolor, alivia el exceso de tensión arterial y mejora el estado emocional de los niños. Y puede tener todavía una implicación más profunda al reducir las hormonas del estrés y estimular el sistema inmunitario. Los médicos sostienen además que la música ayuda a los niños a involucrarse en su curación y tolerar mejor el tratamiento.
 
 
Desde las épocas más remotas la música ha acompañado a la humanidad como vehículo de expresión de sus alegrías y tristezas. Presente en muchas de sus actividades, desde el nacimiento hasta la muerte, constituye para el individuo un medio de disfrute, y una vía de evolución social y bienestar espiritual.
 
 
Con seguridad podemos afirmar que no ha existido ni una sola civilización que haya prescindido de la música. A través de los tiempos la música ha estado unida al disfrute y bienestar humano, su empleo se ha vinculado con la realización de múltiples actividades, asociada desde un principio de manera indispensable a los rituales religiosos, mágicos y profanos.
 
La música se ha utilizado también para el acompañamiento de ceremoniales y actos patrióticos, militares, fúnebres, etc. para promover, exaltar o canalizar determinados sentimientos y emociones. De esta forma acompaña a los individuos, desde el nacimiento hasta la muerte, en sus ocios, faenas laborales, conflictos, en fin, en aquellos acontecimientos más importantes de la vida en los que matiza y canaliza sus alegrías y tristezas, sus conflictos y pasiones...
 
Ya los antiguos conocían del valor y propiedades de la música para promover la salud y el bienestar humano y aprovechaban sus efectos “sanadores”. La música, y también la danza, ocupaban un lugar principal en los distintos ceremoniales y rituales de curación. En los papiros médicos egipcios del año 1500 A.C., se menciona la utilización de la música para estimular la fertilidad en las mujeres; la Biblia nos habla de cómo David la utilizaba para modificar el estado anímico del rey Saúl y sacarlo de su depresión; Aristóteles reconocía su valor benéfico y Platón la recomendaba, conjuntamente con la danza, para la eliminación de fobias y temores. No se dudaba, igualmente, en recomendar la música como factor preventivo para la ira, las penas y las preocupaciones.
 
La importancia de la música para el bienestar y desarrollo humano, queda claramente expresado en las siguientes reflexiones de G. Agudelo:
“La música es una experiencia que propicia la creatividad, refina la sensibilidad, fortalece el desarrollo intelectual y culmina con el enriquecimiento global de la personalidad del individuo al conformar un ser humano más armonioso en su totalidad. Por ello es de vital importancia concederle al ser humano este derecho desde la primera etapa de la niñez, ya que es en esa fase de la vida cuando el educando adquiere las principales vivencias que aprenderá, asimilará, procesará, repetirá, aplicará y perfeccionará en el campo de sus experiencias personales que más tarde determinarán su desarrollo y conducta emocional, dentro y frente a la sociedad.”.
 
Las investigaciones más recientes han mostrado que la música, al actuar sobre el sistema nervioso central, favorece la producción de endorfinas, dopamina, acetilcolina y de oxitocina. De las endorfinas se conoce que motivan y elevan las energías para enfrentar los retos de la vida ya que producen alegría y optimismo; disminuyen el dolor y contribuyen a estimular las vivencias de bienestar y de satisfacción existencial.
En apoyo a lo anterior, citamos los hallazgos realizados en un centro de investigación de California, señalado por G. Agudelo y que reza así:
“En el Centro de Investigación de la Adicción de Stanford (California), el científico Abraham Goldstein comprobó que la mitad de las personas estudiadas experimentaban euforia mientras escuchaban música. Las sustancias químicas sanadoras generadas por la alegría y riqueza emocional de la música capacitan al cuerpo para producir sus propios anestésicos y mejorar la actividad inmunitaria. Formuló la teoría de que las “emociones musicales”, es decir, la euforia que produce escuchar cierta música era la consecuencia de la liberación de endorfinas por la glándula pituitaria, como respuesta a la actividad eléctrica que se propaga en una región del cerebro conectada con los centros de control de los sistemas límbico y autónomo.
 
Estos y otros beneficios de la música se apoyan en sus propiedades, muchas de las cuales han sido objeto de numerosos estudios e investigaciones; así tenemos que algunos de sus elementos como la armonía, la melodía, el ritmo, el volumen o intensidad, la altura o tono y el timbre, ejercen determinadas influencias sobre los sujetos.
La melodía influye directamente sobre el ámbito de la afectividad, se relaciona con estados subjetivos de placer-displacer, alegría-tristeza.
 
El ritmo, en su condición de elemento dinámico, actúa como un estimulante del estado físico y anímico.
 
La armonía, cuando es disonante, provoca estados de ansiedad, inquietud o agitación; por el contrario, cuando es consonante, se relaciona con estados de serenidad, equilibrio, estabilidad y reposo.
El timbre o tono, provoca respuestas emocionales diversas de acuerdo con la naturaleza del instrumento; así los de cobre excitan, los de viento impulsan, las cuerdas sedan y los membranófonos calman.
 
La altura, cuyo equivalente subjetivo es el tono, cuando es alto provoca un estado de cierta excitación o alegría; pero si es excesivo provoca molestias e irritabilidad.
La intensidad, cuando es débil provoca sensación de intimidad y expresa quietud y serenidad; cuando es alta puede provocar molestias psicológicas y físicas (dolor).
Otros efectos de la música han sido señalados, así Benenzon describe los siguientes:
Según el ritmo se incrementa o disminuye la energía muscular.
Acelera la respiración o altera su regularidad.
Produce efectos marcados y variables en la presión sanguínea, el pulso y la función endocrina.
Tiende a demorar la fatiga e incrementar el endurecimiento muscular.
Aumenta la actividad como escribir a máquina.
Puede provocar cambios en el trazado eléctrico del organismo, en el metabolismo y en la síntesis de variados procesos enzimáticos.
 
Si bien la música resulta un vehículo idóneo para promover la salud y el bienestar humanos, por su demostrada capacidad para influir sobre los procesos psicobiológicos y psicosociales al abrir canales de comunicación, promover la auto-expresión, facilitar el aprendizaje, estimular la memoria, entre otros efectos, también puede tener consecuencias negativas, por lo que se requiere de medidas preventivas, en particular en niños y adolescentes, en cuanto al tipo de música que escuchan y las letras de estas que en algunos casos pueden incitarlos a la violencia, al uso de drogas o al sexo indiscriminado.
 
La American Academy of Child & Adolescent Psychiatry ha realizado un llamado de atención, en relación con lo anterior, en un artículo publicado en el año 2000, en Internet donde se plantea lo siguiente:
“Una de las preocupaciones de los que se interesan en el desarrollo y crecimiento de los adolescentes son los temas negativos y destructivos de algunos tipos de música rock y de otras clases, incluidos los álbumes de mayor venta promovidos por algunas de las grandes compañías disqueras. Los siguientes temas problemáticos son prominentes:
 
 
-La promoción y exaltación del abuso de drogas y de las bebidas alcohólicas.
-Las representaciones y las palabras que presentan el suicidio como una “alternativa” o “solución”.
-La violencia gráfica.
-Los rituales en los conciertos.
-Las formas de sexo que enfatizan el control, el sadismo, el masoquismo, el incesto, a los niños que menosprecian a las mujeres y la violencia contra las mujeres.
 
 
Otras instituciones, con igual sentido preventivo, hacen un llamado a evitar el hábito de escuchar la música a elevados niveles sonoros, ya que se ha demostrado que provoca hipoacusia o disminución auditiva. El peligro del desarrollo de jóvenes generaciones de hipoacúsicos traería aparejado una serie de consecuencias, tanto para los sujetos individualmente como para la sociedad en su conjunto, entre las que se contarían: dificultades para el aprendizaje, para la comunicación oral, aislamiento y problemas laborales (ubicación).
Promover mediante una adecuada educación musical, un mejor empleo y disfrute de la música, es potenciar la misma como factor indiscutible de salud y bienestar social e individual.
Dionisio F. Zaldívar Pérez

Respuesta  Mensaje 4 de 6 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 22/05/2010 06:11
 
Los Efectos Curativos de la Música
 
 Beatriz, una paciente de 55 años sufría de cáncer avanzado. Padecía de un dolor severo en su hombro izquierdo superior. Vivía sola en su apartamiento en Nueva York y recibía cuidado de sostén en la casa. Se refirió a terapia musical por razones de un estado depresivo y aislamiento social. Cuando llegó la terapista dijo que ella usualmente no escuchaba música, pero que escucharía cualquier cosa que le ayudara con el dolor. Era una artista que no había podido pintar más no por el cáncer en sí sino más bien por dolor que el pintar le ocasionaba. En la  evaluación que hizo la terapista se concluyó que se sentía enormemente triste y fatigada. Su habilidad mecanica estaba limitada .
La terapia comenzó con música clásica que le produjo sensaciones de que estaba creando imágenes. Una de las obras que utilizó fue la sinfonía "pastoral" de Beethoven. Más adelante trajo música de calipso. En algunas de las sesiones trajo su guitarra y tocó parala paciente. Eventualmente pudo comenzar a pintar cuadros. Llegaba, incluso, a olvidar el dolor durante los periodos de música. Al irse la terapista dejaba los cassettes y otros materiales para ella escuchar. La músicoterarapia se convirtió en una vía de expresión para ella. Comentó que le ayudaba mucho tener música especial cuando sufría dolores intensos, y podía manejar mejor el dolor. Poco antes de morir pudo tomar un paseo en automóvil con un amigo y escuchar en un "walkman" mientras miraba el paisaje.
Este uso de la música puede parecer sorprendente.  Sin embargo sabemos que desde los tiempos de la antigua Grecia numerosos filósofos, historiadores y científicos han escrito sobre la música como agente terapéutico.  Hace más de 2,500 años que el filósofo griego Pitágoras recomendó el cantar y el tocar un instrumento musical cada día para eliminar del organismo el miedo, las preocupaciones y la ira.  No obstante, fue en el siglo 18 que comienzan a aparecer informes anecdóticos en la literatura profesional.  En el siglo 19 comienzan a aparecer informes de experimentos controlados.
La terapia musical o musicoterapia moderna tiene su origen en Inglaterra.  El más antiguo texto sobre música y medicina fue escrito por un médico llamado Richard Browne y publicado en 1729.  Esta obra titulada Medicina Musica, que aplicaba a la musicoterapia los principios científicos recientemente elaborados por el matemático y filósofo Rene Descartes,  tuvo gran impacto en la práctica de la terapia musical en los Estados Unidos.
Efectos Fisiológicos de la Música
Hoy sabemos que la música tiene una serie de efectos fisiológicos.  La música influye sobre el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales.  Los ritmos cardiacos se aceleran o se vuelven más lentos de forma tal que se sincronizan con los ritmos musicales.  También se sabe que la música puede alterar los ritmos eléctricos de nuestro cerebro.
Si uno cierra los ojos por un minuto y escucha al mundo en derredor escucha bocinas, martillos, gotas de lluvia, niños riendo, una orquesta sinfónica, etc. La terapia musical sostiene que lo que uno escucha puede afectar la salud positiva o negativamente. El sonido puede ser un gran sanador.
Los terapistas musicales utilizan el sonido  para ayudar con una amplia variedad de problemas médicos, que van desde la enfermedad de Alzheimer hasta el dolor de muelas. Los doctores en medicina conocen acerca del poder del sonido. Los investigadores han producido evidencia de la habilidad de la música para disminuir el dolor, mejorar la memoria y reducir el estrés.
Dos Explicaciones
Hay dos interpretaciones alternas de la terapia musical. Ambas pueden ser correctas. La primera sostiene que la música tiene algún efecto positivo sobre nuestro sistema nervioso. Esta interpretación se origina en un estudio en la Universidad de California, que demostró que los niños que se exponen a la música de Mozart  antes de una prueba de inteligencia demuestran un mejoramiento en la puntuación al ser comparados con un grupo control. Los investigadores concluyeron que la música de Mozart, que es básicamente una serie de variaciones complejos y brillantes sobre temas sencillos, activa unas vías neurológicas que resultan en un mejoramiento en la capacidad intelectual demostrada en una prueba. Aunque este efecto es pasajero algunos investigadores lo interpretan en el sentido de que cierto tipo de música logra unos cambios favorables en el cerebro de las personas que la escuchan.  Hay investigadores que sospechan que la música, cuando se introduce a edades sumamente tempranas, puede tener efectos favorables permanentes sobre el sistema nervioso.
La otra posibilidad es que la música actúe meramente como una distracción.  Se sabe que la distracción puede tener efectos favorables sobre la percepción del dolor.  El dolor se agrava mientras más pensamos en el mismo, por lo que cualquier cosa que desvíe nuestra atención puede hacer que nuestra sensación de dolor disminuya. Ciertamente la música puede actuar distrayéndonos y apartando nuestra atención de eventos desagradables.  Sin embargo, según muchos estudiosos del tema esto no es todo. Aparentemente también tiene la capacidad de evocar sentimientos y estados de ánimo que pueden ser de gran ayuda para controlar no sólo el dolor sino el temor y la ansiedad que le acompañan y que exacerban la percepción del mismo. Esta noción parece simplista. La idea de que las terapias de distracción tienen un efecto en  aliviar el dolor y que también impedirían el pensamiento acerca de cualquier cosa no es completamente cierta. Muchas personas trabajan y estudian mejor con un trasfondo musical. La música, usada de la forma correcta parecer tener un efecto que no es meramente el efecto del ruido. Probablemente hay una explicación neurológica a los efectos de la música. Puede que no sea un lenguaje universal, pero ciertamente es un modificador universal de los estado de ánimo.  Desde el momento en que la civilización desarrolló alguna forma de idioma musical la ha utilizado como un método para tranquilizar. El uso de sonidos suavizantes parece ser tan necesario a nuestro organismo como cualquier vitamina.
¿Cuál es la Mejor Música?
Según E. Thayer Gaston, ex-director del departamento de terapia musical de la Universidad de Kansas, la mejor música para propósitos terapéuticos es la que provee variaciones sobre un tema familiar ya que estamos hechos para reaccionar a los estímulos noveles siempre y cuando estos no sean demasiados.  Una pieza musical que sea totalmente novedosa puede tener como resultado el que la persona que la escucha pierda la atención.  Igual sucede si por el contrario la música es demasiado familiar.
Muchas veces, estando enfermos o cuando pasamos por estados anímicos difíciles encontramos que no respondemos como quisiéramos a la música que siempre nos ha gustado.  Y es que los cambios que la enfermedad causa en nuestro organismo nos hacen responder de modo distinto a la música.  Un ejemplo relacionado es el de una persona que se siente deprimida.   La mayoría pensaría que lo que esta necesita es música alegre y animada.  Sin embargo probablemente esta música esté tan alejada de sus sentimientos presentes que en lugar de levantarle el ánimo lo que haga es ponerlo de mal humor o antagonizarlo.  En estos casos lo más recomendable es empezar por escuchar música que refleje un estado de ánimo similar al que la persona está sintiendo.  Esta música resonará con esa persona y hará contacto con la misma de un modo que la otra no puede y, paradójicamente, lo ayudará a salir de su depresión.  Luego, a medida que su estado de ánimo cambie, podrá ir escuchando otro tipo de música más alegre.
Música para Diversos Males
Varios estudios han demostrado que la música tiene la capacidad de reducir la ansiedad y la sensación de dolor.  En un estudio con 38 pacientes que llegaron a una sala de emergencia presentando heridas que requerían de sutura. Se dividió a estos en dos grupos.  Uno de los grupos escuchó música mientras era sometido a los procedimientos quirúrgicos.  Se encontró que los pacientes de este grupo informaron sentir menos dolor durante la intervención quirúrgica que el grupo que no escuchó música.
Recientemente se ha estado empleando la músicoterapia como un medio de aliviar la ansiedad de pacientes que han de ser sometidos a algún procedimiento quirúrgico.  Se ha encontrado que los pacientes que escuchan música antes, durante y después de su cirugía sienten menos dolor y ansiedad, requieren menos medicamentos y se recuperan con mayor rapidez.  La música aparentemente funciona bloqueando los sonidos típicos de una sala de operaciones que provocan ansiedad en los pacientes. En un estudio reciente se encontró que por medio de la música en la sala de operaciones se logró una reducción de un 50% en la cantidad de sedantes requeridos.  En otro estudio se estimó que la música es tan efectiva como 2.5 miligramos de Valium.
La música es también utilizada terapeúticamente en los pacientes del mal de Alzheimer.  Se ha encontrado que estos pacientes se benefician tanto al escuchar como al hacer música.  Los beneficios de la musicoterapia para estos pacientes son varios.  Puede mejorar sus estados de ánimo y reducir la necesidad de medicamentos.  También puede estimular partes del cerebro ayudando a evitar o retardar el deterioro de las mismas.
En un estudio llevado a cabo en China con 76 pacientes esquizofrénicos se encontró que luego de un mes de de terapia musical los pacientes mostraban menos síntomas. Mejoraron en su capacidad comunicativa y mostraron mayor interés en actividades externas.
La musicoterapia puede ayudar a las personas que padecen de estados depresivos.  En un estudio  llevado a cabo con 30 ancianos que padecían de este desorden se examinaron los efectos de la terapia musical sobre sus estados anímicos.  Se encontró que los pacientes que se sometieron a la terapia que consistía en sesiones semanales llevadas a cabo en su propia casa, obtuvieron mejores puntajes en pruebas estandarizadas de depresión.  Por otra parte, estos pacientes también informaron sentir menos tensión nerviosa, un mejor estado de ánimo y una mayor autoestima que los que no recibieron la terapia musical.
La músicoterapia no sólo es útil en caso de enfermedades.  Por ejemplo, también se ha usado como parte de la preparación de las embarazadas.  En estos casos produce una actitud mental positiva, ayudando a la relajación; requiriéndose así menos medicamentos.
De este modo, la música se ha convertido no solamente en fuente de placer sino también en fuente inagotable de salud y bienestar.
Por Ángel L. Sénquiz, M.D.

Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 22/05/2010 06:13
 
Música y medicina
A través de los siglos, la música se ha empleado para calmar angustias, mitigar dolores o devolver la razón a mentes desquiciadas.
Para el hombre primitivo, igual que para los griegos y otras culturas antiguas, la música era la expresión de la armonía universal. El enfermo confiaba en las virtudes curativas de los cánticos que entonaban los brujos al compás de rústicos sonajeros cuyo propósito era devolverle su relación armónica con la naturaleza, al exorcizar una fuerza maléfica y suplantarla con una benéfica. Las heridas, los estados febriles e infecciosos, los ataques convulsivos, todos los acontecimientos importantes de la vida humana -desde el nacimiento a la muerte- se celebraban ritualmente con cantos, danzas y acompañamiento instrumental.
En Grecia, la música era parte esencial de la educación para que el niño desarrollara un temperamento armonioso. El Antiguo Testamento cita el uso terapéutico de la música en la historia de David, que fue llamado a la corte para curar con la música de su arpa al rey Saúl quien padecía un severo estado depresivo.
En la edad Media la música era un arte anónimo y colectivo, como lo era también la enfermedad: la gente sufría en común el terror, el dolor y la muerte por epidemias sucesivas. Al hacer su aparición la Peste Negra, música y medicina se asociaron de una manera extraña: hordas de hombres, mujeres y niños recorrían ciudades y campos bailando frenéticamente. Cuando en una ciudad aparecía la enfermedad, no era al médico sino al músico a quien se acudía, en la creencia de que sólo el baile la haría desaparecer.
 
Durante el Renacimiento, se asociaron la teoría médica y musical a los cuatro humores hipocráticos -sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra- y a los cuatro elementos del cosmos -aire, agua, tierra y fuego-, admitiendo que tanto la buena salud como la buena música dependían del perfecto equilibrio entre estos elementos.
Así mismo, resucitaron las teorías sobre el poder de la música que sostuvieron los griegos: hasta un hombre tan práctico como el famoso cirujano Paré, recomendaba la música para tratar picaduras de araña, la ciática y la gota. El placer de la música se recetaba clínicamente como remedio para la ira, la pena y la preocupación , que abrían la puertas a la peste de la época. Estudios experimentales realizados en el siglo actual, indican que el tono y la intensidad tienen significados emocionales: una música en tono menor, tocada con volumen alto y en registro agudo, puede producir alegría. Los acordes en tono mayor , tocados en registro grave, sugieren melancolía. La música de compás rápido causa un efecto estimulante. La música de compás lento apacigua el espíritu. Algunas sinfonías reducen la presión sanguínea. Hasta los más relajados melómanos experimentan respuestas musculares a los ritmos musicales.
Todas estas experiencias han hecho que la música se utilice en múltiples formas como auxiliar médico en psiquiatría, rehabilitación física, terapia ocupacional, terapia laboral y anestesiología. Su poder calmante ha extendido su uso a consultorios médicos, odontológicos, hospitales y salas de espera.
En mis lecturas acerca del tema, no hallé una probable utilización médica del rock pesado y el heavy metal, que al parecer sólo estimulan los impulsos de agresividad.
 
por Gustavo Román Rodríguez

Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 22/05/2010 06:15
 
La musica puede sanar
La música puede sanar células enfermas. La vibración sonora crea campos de energía invisibles, lo que llamamos energía etérica. La vibración de la música entra dentro del cuerpo y lo transforma. Se recomiendan distintos tipos de música según las estaciones del año:En primavera, flauta de madera.En verano, cuerdas.En otoño, metálicos. Si se escucha el timbre adecuado y la tonalidad correcta en cada estación, verá como su vida se armoniza y tiene más energía. Cada instrumento conecta con un órgano del cuerpo:Los tambores están vinculados con los riñones, los refuerzan.Las cuerdas, violines y guitarras fortalecen el corazón.Todo lo que es metálico estimula los pulmones.Las flautas de madera son buenas para el hígado. Los diapasones actúan como agujas de acupuntura. A través del punto de acupuntura, las vibraciones llegan por el meridiano hasta el órgano, igual que la aguja, pero mas rápido y con mucha más potencia. Según la vibración emitida, las células cambian de forma y de color. Las células cancerígenas, al ser sometidas a disonancias, se destruyen. Vaya a un concierto, cierre los ojos y observe donde siente los tambores, verá claramente que los siente en los riñones. Cuando oiga el chelo percibirá claramente como el corazón se armoniza, y cuando oiga instrumentos metálicos o de viento, observará que sus pulmones se ensanchan. La música electrónica o demasiado alta desorganiza el campo energético. Fíjese en los adolescentes cuando salen de las discotecas, están pálidos y algo desorientados. Su campo magnético permanecerá alterado durante varias horas


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