Hace mucho tiempo, un joven granjero encontró una bellísima tela en el camino y se la guardó en la canasta. Un poco más adelante, una bella chica -llamada Tanabata- le preguntó si había visto su hagaromo. ¿Qué es un hagaromo? - le preguntó él. Una tela muy bella que uso para volar. No soy humana, vivo en el cielo, pero sin mi hagaromo no podré regresar allá.
El muchacho, avergonzado, no le contó que él se lo había guardado, y Tanabata tuvo que quedarse en la tierra. Con el tiempo se hicieron amigos y luego esposos.
A los años, haciendo la limpieza, Tanabata encontró escondida en la casa su hagaromo y le increpó a su esposo "¡Así que tú lo tenías! Ahora ya lo encontré, y debo regresar al cielo. Si me amas, tejerás mil pares de sandalias y las enterrerás junto a un bambú. Si lo haces, podremos vernos nuevamente".
El joven, triste por la partida de su esposa, comenzó a tejer y tejer las sandalias hasta que tuvo casi mil pares, y decidió enterrarlas junto a un bambú. Al día siguiente, el bambú se elevaba hasta el cielo, así que el joven decidió trepar en él para reecontrase con su amada.
Cuando estaba por llegar, descubrió que al bambú le faltaban algunos metros (¿recuerdan que no llegó a tejer los mil pares?), pero luego de gritar "¡Tanabata! ¡Tanabata!" recibió ayuda de su esposa y pudo llegar hasta allí.
El padre de Tanabata le preguntó "¿quién es este joven?" - "Mi esposo".
"¿Cuál es tu profesión?" - "Labrador" - "De acuerdo, entonces cuidarás de mis tierras por tres días, y podrás quedarte con Tanabata".
Tanabata le dijo al joven que tuviese cuidado ya que su padre le había puesto una trampa y que, no importando cuanta sed tuviese, no debía coger un sólo fruto del huerto.
"De acuerdo" - respondió... pero no cumplió (¡hombres!).
Al tercer día se moría de sed y pensaba "ya falta poco, ya falta poco", pero sus manos cogieron incosncientemente una de las frutas y abundante agua comenzó a brotar de ella. Tanta, que se formó un río muy grande que separó a los esposos
Aún pueden ver a la pareja en el cielo, son las estrellas Vega y Altair, que están separadas por la Vía Láctea, y que, por voluntad del padre de Tanabata, sólo pueden reunirse una vez al año el séptimo día del séptimo mes, en un puente formado por cuervos, pero sólo si el cielo no está nublado esa noche.
Por ello cada 7 de julio encontrarán en todos lados unos árboles de bambú adornados por cientos de papeles de colores. Si tienen algún deseo romántico que pedirle a los dioses (un novio, amor eterno, mucha felicidad con alguna persona particular), pueden hacerlo ese día escribiendo en estos papeles. Con suerte, Tanabata los leerá e intercederá con su padre por ustedes.
Esta leyenda se remonta al siglo XII, en un monasterio en el norte del Tibet, solían estar en permanente desacuerdo, monologaban sobre cuestiones teológicas, sin escucharse ni llegar a un acuerdo, lo que creaba desunión y malestar. Fue entonces cuando el monje más viejo pidió que por tres días se ayunara a fin de preservar el espíritu del cuerpo y tranquilizar el estado de disociación que reinaba en el monasterio... Los monjes, realizaron el ayuno y la oración permanente. La mañana siguiente apareció a las puertas el monasterio dentro de un cesto abandonado una madre tricolor con su dos hijitas recién nacidas a las cuales amamantaba. Los monjes consideraron que el hecho podía ser una señal, y dieron cabida en el monasterio a esta pequeña familia. Era tal la abnegación, sumisión y cuidado que procuraba la madre, que por días solo hablaron de las bondades silenciosas de su "tricolor" y olvidaron las diferencias que habían tenido hacia meses. El monje más anciano que había llamado al ayuno y a escuchar el ser interior, a fin de poder dar lugar a escuchar a los otros y así llegar a poner fin a tanto desacuerdo, considero que estas gatitas eran una señal de cual era el camino para así llegar al acuerdo. Llamo nuevamente a sus monjes y les pidió meditar tres días sobre esto. Así fue como el monje más joven y por ello el que menos doctrina sobre si tenia, acudió a el al cabo del tercer día. Le dijo: "se el secreto de esta pequeña familia" El anciano monje considerando que el joven estaba obnubilado como todos en el monasterio pero su experiencia era tan poca que no podía haber llegado a la respuesta con tal facilidad, simplemente cerro los ojos, extendió ambas manos y pregunto, "Cual? Dime cual, que a todos ha calmado?" El joven respondió seguro pero apasionado por su precoz conocimiento a través de la meditación, el primero que había experimentado: "ella posee los tres colores, el blanco y el negro son el ying y el yang, los opuestos, nuestros opuestos, vuestros opuestos, pero en su manto esta el habano, la tierra, nuestro lugar, significa que aquí podremos concitar todas nuestras diferencias si nos ensamblamos, formando un crisol tan bello como su manto" El anciano lo miró. le tendió su mano y lo invito a compartir su te. El joven lloró... Un silencio tan extenso como la vida, se esparció entre ambos. Faltaban sorbos para terminar la taza, cuando el anciano tocándole su frente pregunto: Te has dado cuenta que son hembras las tres, que significado tendría que no existiera un macho entre ellas? El joven ya no sabia si contestar o no. Se arrodillo y dijo: "Usted y yo, tenemos algo en común, aunque las distancia del saber nos separen, ninguno de nosotros tiene el don de la vida, ninguno de nuestros monjes lo tiene, una mujer si, por ello son hembras, traen el mensaje de lo nuevo, de la mutación, del cambio. Nosotros somos permanencia" Esta vez, las lágrimas corrieron por la cara del maestro.... Se retiro en silencio y dejo al joven extasiado en su magnifica visión. En la mañana siguiente, dejo el monasterio en manos del joven, con la misión de preservar a la pequeña familia, partiendo hacia las montañas.