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Alimentación: Jonathan Safran Foer contra los carnívoros
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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 14/06/2011 06:27

Jonathan Safran Foer contra los carnívoros

El autor de Todo está iluminado suspendió la ficción y se lanzó al activismo vegano: llega su libro Comer animales.

 

Las circunstancias en las que Franz Kafka se hizo rigurosamente vegetariano obedecen a un hecho concreto: de vista en un acuario de Berlín, el novelista de pronto comenzó a hablar con los peces al otro lado del vidrio. "Ahora que al menos puedo mirarlos en paz, ya no los como", les dijo.

La anécdota, recordada por su editor Max Brod, aparece en el primer tercio de Comer animales, el nuevo libro de Jonathan Safran Foer (1977), un trabajo de no ficción que se zambulle, tomando las diversas aristas del caso, en el centro de la discusión sobre el vínculo más primario entre hombres y animales: las formas como el segundo se vuelve alimento del primero.

Safran Foer sabe que llega tarde al debate. Su libro se suma a una nutrida lista de trabajos que, en diversos formatos, abordan el tema. Por eso su mirada es más emotiva que doctrinaria: el impulso a escribir este libro lo gatilla la noticia de que será padre y, desde luego, junto con toda la natural emoción, está su inquietud por la clase de comida con que alimentará a su hijo sano y responsablemente.

Sin embargo, aquello no impide que Comer animales cuente con una documentación de primerísimo nivel, apoyado por un equipo de investigadores contratados especialmente para este proyecto. Así, el autor de Todo está iluminado apuesta a que su contribución a la causa (a veces simplemente vegetariana observante y otras vegana a brazo partido) está en la pertinencia de ciertas preguntas y la profundidad de su mirada en vez de alharacas que, de tan bulliciosas, se vuelven caricatura.

"La carne está vinculada con la historia de quienes somos y de quienes queremos ser, desde el libro de Génesis a la última factura del supermercado", apunta. "Propone significativas cuestiones filosóficas y es una industria que factura más de 140 mil millones de dólares al año y que ocupa un tercio de la tierra del planeta, da forma a los ecosistemas de los océanos y podría decidir el futuro del calentamiento global. Y, sin embargo, sólo parecemos capaces de pensar en los extremos de los argumentos: en los extremos lógicos más que en realidades prácticas".

Visto desde fuera, y en más de un sentido, la opción por no comer carne se trata de un asunto político. La ética vegana no sólo se contenta con modificar una dieta, también echa mano a una buena cuota de proselitismo orientado, primero, a mostrar al ciudadano común la evidencia del maltrato animal como materia prima de la industria de la carne y, luego, a dar consistencia a un discurso.

Para los veganos la pelea no sólo está en sacar la voz por defender una opción, también en estipular que esa opción constituye un modo de ver el mundo más allá de la negación a masticar cadáveres: es una manera de enfrentar y de resistir el poder de quien es capaz de matar para comercializar exitosamente aquel alimento echando mano al aparataje industrial, ciego y trepidante, que le ofrece el libremercado.

Pero la estrategia de Safran Foer es harto más que entregar datos contundentes y reflexiones lúcidas. El novelista salió a la calle, reporteó, hizo preguntas incómodas a los principales involucrados en el debate y articuló un relato que pone en la cara del lector historias de abusos y envilecimiento. Son páginas que dejan sin aliento por el nivel de perversión que contienen, pero escritas de tal modo es imposible no comprender que la vida de los trabajadores de las factorías es tan miserable como la de millones de cerdos criados en condiciones infamantes.

Con todo, en este debate las distancias culturales cuentan. Allí está la crónica del periodista chileno Juan Pablo Meneses, La vida de una vaca, que no sólo destaca por la intención de conocer el negocio de la carne argentina desde dentro (se compró una vaca y fue parte, aunque con un porcentaje microscópico, del grupo de productores trasandino que faena un millón 200 mil reses al año), sino también porque su libro generó una profunda controversia sobre qué hacer, al final, con el animal una vez terminada la investigación.

Pero el campo de batalla también se ha extendido a los documentales. Food Inc, de Robert Kenner, hace foco en la ley del "todo vale" cuando se trata de aumentar la producción bajo la premisa de que es la única manera de que alcance para todos. En una línea más dura se planta Earthlings, de Shaun Monson, el cual cae en picada, tanto como con las grandes factorías, contra un elemento aún más determinante: la violencia gratuita que hemos empleado los humanos para situarnos a la cabeza del Reino Animal.

Cuesta ver Earthlings completo. Cuesta sacarse de la cabeza ciertas imágenes en las que se despliegan cuotas de salvajismo y de estupidez inauditas. El afán de rentabilizar la producción de pollos y apretujarlos en un criadero infernal es tan brutal como echar un perro vivo al camión de la basura.

No extraña, entonces, que libros como el de Safran Foer hayan derivado a la indignación y la capacidad de procesarla y hacer de ella un discurso que pone sus fichas en sostener que "la naturaleza no es cruel. Ni tampoco lo son los animales que matan y a veces incluso torturan a otros. La crueldad depende de que uno comprenda que está siendo cruel y de las posibilidades que tiene a su alcance para evitarla. O de que uno prefiera no verla".

Si finalmente Safran Foer sabe que no podrá arreglar el mundo para su hijo, al menos deja por escrito aquellas cosas fundamentales que el chico debe saber una vez que deba alimentarse por sí mismo.



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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 14/06/2011 06:28

La industria cárnica en el punto de mira

Johari Gautier Carmona | Ser padre cambia definitivamente a un hombre. Las responsabilidades que le esperan son numerosas y una de ellas es asegurarse que el recién nacido se alimente de la mejor manera. 

Así es como el escritor Jonathan Safran Foer se ha lanzado en la aventura de su última obra: “Comer animales” (Seix Barral, 2011): cuestionando la procedencia de la carne a la venta en Estados Unidos y siguiendo su instinto de padre protector.

De esta manera el escritor ha conseguido introducirse en algunas de las fábricas cárnicas más grandes del país, contemplar el triste espectáculo del maltrato animal y sacar reflexiones interesantes sobre las decisiones que debe hacerse un consumidor en un supermercado. “Tenemos una red de distribución cárnica muy distinta a la de hace unas décadas”, explica Jonathan Safran para aludir a una evidencia palpable: es cada vez más difícil saber qué es lo que comemos, entender lo que significan los códigos o aditivos.

Su investigación de 3 años le ha llevado a todas partes y le ha permitido responder a las preguntas que un padre responsable puede hacerse ante las estanterías de un supermercado: ¿Podemos confiar en las etiquetas? ¿Debemos creer en las bellas imágenes y los eslóganes de los embalajes? El espejismo de los últimos tiempos. La complejidad de los procesos. El mundo hermético e higiénico de los supermercados ya no permite saber lo que se esconde del otro lado de la cadena alimenticia y, a ese respecto, Jonathan Safran es particularmente perplejo ya que considera que algunas de las peores atrocidades ocurren en las fábricas cárnicas. Algunas visiones de maltratos le marcaron especialmente y aparecen retratadas en esta obra pero siempre de forma sutil para que el lector sea el que decida de cómo reaccionar.

Jonathan Safran habla sobre todo de moralidad y de ecología, formula preguntas, aporta datos que nos obligan a enfrentarnos a lo que, muy a menudo, se olvida. El impacto de los residuos animales e incluso la enorme cantidad de excrementos y orina que produce la ganadería industrial es uno de esos elementos que destacan ya que son factores innegables de contaminación.

Pensar en las generaciones venideras y en la conservación del medio ambiente es el planteamiento paternalista y bienintencionado que sugiere el autor. Enfrentarse a la inmediatez y a la impulsividad de una época, sentir la necesidad de preocuparse por lo que ingerimos, porque, al final, somos los que comemos.

¿Qué pasaría si disminuyéramos el consumo de carne? ¿Qué ocurriría si decidiéramos reemplazarla de vez en cuando por otro substituto o, si simplemente, nos aseguráramos de su calidad? Son preguntas sencillas que el consumidor puede hacerse en el supermercado. Leves minutos de claro cuestionamiento. La clave de un cambio personal y global está en esos pequeños detalles, casi imperceptibles.

El autor no sólo se dedica a reconstruir un panorama desolador. A modo de narración equilibrada, también rescata elementos para la esperanza. En Estados Unidos también existen ganaderos independientes que se esfuerzan por tratar bien a los animales, que se preocupan por brindarles los mejores alimentos y un espacio ameno. Estos productores pueden representar una alternativa sólida ante los ganaderos industriales.

“Mucha gente dice que no tiene tiempo para cocinar, pero eso es una cuestión cultural”, sostiene el autor americano. “Antes, nadie tenía tiempo para consultar Facebook o hablar al móvil, y, sin embargo, ahora sí lo tiene”. El tiempo dedicado a la cocina y a la elección de la carne también lo son.

Así pues encontramos en las hojas de “Comer carne” todos los elementos para llamar la atención del lector. Una terapia de choque para una sociedad apresurada. Un momento de lectura para los (re)descubridores del tiempo y del buen comer.


Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 14/06/2011 06:29

COMER ANIMALES, Jonathan Safran Foer

Mientras fuimos niños, mis hermanos y yo creíamos que la abuela era la mejor cocinera del mundo. (...) Su talento en la cocina era una de las anécdotas fundamentales de la familia, como la astucia del abuelo que no conocí o la única pelea conyugal de mis padres. Nos aferrábamos a esos relatos y dependíamos de ellos para definirnos.

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Para ella la comida no es comida. Es terror, dignidad, gratitud, venganza, alegría, humillación, religión, historia, y, por supuesto, amor. Como si los frutos que siempre nos ofrecía los recogiera de las ramas truncadas de nuestro árbol de familia.

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Dar de comer a mi hijo no es lo mismo que alimentarme yo: importa más. Importa porque la comida importa (su salud física es importante, el placer de comer es importante), y porque las historias que se sirven de guarnición con la comida también importan. (...) De la tradición hebrea de mi familia, aprendí que la comida sirve para dos propósitos paralelos: nutre y ayuda a recordar.

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Quizá no exista la "carne". En su lugar, existe este animal, criado en esta granja, sacrificado en esta planta, vendido de este modo y consumido por esta persona: todos demasiado distintos para ser unidos en un mismo mosaico.

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No pueden saltar (los cerdos) a la parte trasera de un Volvo, pero son capaces de ir a por algo, de correr y jugar, de ser travisesos y proporcionar afecto. En este caso, ¿por qué no los dejamos que se aovillen frente al fuego? ¿Por qué no los salvamos, como mínimo, de arder en él? Nuestro tabú contra comer perros dice algo de ellos y mucho de nosotros. (...)¿Podemos superar el sentimentalismo? Hay perros a montones, son buenos, fáciles de cocinar y sabrosos.

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Perros y peces no van de la mano. (...) Los peces (...) están separados de nosotros por superficies y silencio. (...) Si algún día nos encontráramos con una forma de vida más poderosa  inteligente que la nuestra, que nos mirara como nosotros miramos a los peces, ¿qué argumentos esgrimiríamos para que no nos comiera?

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Hemos declarado la guerra, o mejor dicho hemos dejado que se declare la guerra, contra todos los animales que comemos. Es una guerra nueva y tiene un nombre: granjas industriales. (...) Durante miles de años, los granjeros siguieron las leyes de la naturaleza. Las granjas industriales consideran la naturaleza un obstáculo al que vencer.

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La tecnología de guerra se ha aplicado a la pesca de una forma sistemática y literal. Radares, sonares...

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Y nada inspira más vergüenza que el hecho de ser padre. Los niños nos enfrentan a nuestras paradojas e hipocresías, las sacan a la luz. Hay que encontrar una respuesta para cada porqué y a menudo no existe una buena.

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Uno nunca puede fiarse del todo del lenguaje, pero cuando se trata del tema de comer animales, las palabras se usan tan a menudo para desviar y camuflar como para comunicar. (...) Y algunas, como "natural" no significan prácticamente nada.

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El típico pollo de hoy muere aproximadamente a las seis semanas. Su tasa de crecimiento diario se ha incrementado en un 400 por ciento.

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La pesca moderna tiende a emplear mucha tecnología y pocos pescadores. Esta combinación conlleva capturas masivas con masivas cantidades de presas incidentales.

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No consiste sólo en causar sufrimiento innecesario,sino en contemplarlo con indiferencia. Ser cruel es mucho más fácil de lo que cabría pensar. (...) Pero la naturaleza no es cruel. Ni tampoco lo son los animales que matan y a veces incluso torturan a otros. La crueldad depende de que uno comprenda que está siendo cruel y de las posibilidades que tiene a su alcance para evitarla. O de que uno prefiera no verla.

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Estrés. Una palabra usada por la industria como eufemismo del término real del que hablan, que es sufrimiento.

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La palabra "sufrimiento" siempre implica una intuición o una experiencia compartida con otros: un drama común. (...) ¿Qué es el sufrimiento? No estoy seguro de qué es, pero sé que el sufrimiento es el origen de todas las imágenes, gritos y gruñidos (crudos e interpretables, pequeños y grandes) que nos conciernen. La palabra define nuestra mirada más aún que aquello que miramos.

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Lo primero que me llama la atención es una colección de máscaras de gas que hay en la pared. ¿Para qué quieren máscaras de gas en una granja?

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Ignoro qué clase de libro vas a escribir. Pero si en algún capítulos consigues sacar a la luz lo que pasa dentro de esas granjas, eso sólo puede ser bueno. La verdad es tan poderosa en este caso que ni siquiera importa desde qué angulo la cuentes.

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Las grandes granjas han hecho que todo el mundo pueda comer.

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Nunca he conocido a nadie en la industria (empresarios, veterinarios, trabajadores...) que dude de que sienten dolor. Entonces, ¿cuánto sufrimiento es aceptable? Ésa es la pregunta de fondo, y la que todo el mundo debe hacerse a sí mismo. ¿Cuánto sufrimiento estás dispuesto a tolerar por tu comida?

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Luego dejaremos las luces encendidas veinticuatro horas al día durante la primera semana de vida de las crías. Esto las anima a comer más. Luego apagaremos las luces, dándoles una media de cuatro horas de oscuridad al día: lo que les permite dormir lo mínimo para su supervivencia. No cabe duda de que si tuvieran que vivir en esas condiciones antinaturales durante mucho tiempo, los pollos enloquecerían.

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Detrás del tremendo número de enfermedades vinculadas a las granjas industriales, sabemos que dichas granjas contribuyen al crecimiento de patógenos resistentes a los antimicrobianos por la sencilla razón de que en esas granjas se consume un exceso de estos últimos.

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En el fondo de nuestra mente quizá entendemos (...) que está pasando algo terriblemente nocivo. Nuestro alimento procede del sufrimiento. (...) Cuando comemos carne procedente de granjas industriales estamos viviendo, literalmente, a base de carne torturada. Cada vez más, esa carne torturada se está convirtiendo en la nuestra.

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Los vegetarianos tienden a tener un menor índice de masa corporal (es decir, no están gordos) y menor incidencia de enfermedades cancerígenas.

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"Como las tabaqueras, las empresas de comida se ganan el favor de los expertos en nutrición mediante su apoyo a organizaciones profesionales y de investigación, y aumentan sus ventas dirigiendo sus estrategias de márqueting a los niños".

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Estamos creando animales incapaces de sobrevivir si no es en un entorno absolutamente artificial. (...) la mayoría de las pautas humanitarias acaban siendo intentos de la industria para sacar provecho de las preocupaciones de los consumidores. No es tarea trivial identificar a esas empresas singulares (...) que no se limitan a ser una variación de la granja industrial.

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Las batallas legales contra las granjas industriales (...) se han concentrado en su increíble potencial contaminador. (...) El problema se reduce a algo bastante simple: ingentes cantidades de mierda. Tanta mierda mal manejada, que llega hasta ríos, lagos y océanos, matando flora y fauna y contaminando el aire, el agua y la tierra de una forma devastadora para la salud humana. (...) La fuerza contaminadora de esa mierda es 160 veces mayor que la de los vertederos municipales. Y sin embargo no existe infraestructura de tratamiento de residuos en las granjas industriales: no hay retretes, obviamente, pero tampoco hay desagües, ni nadie se encarga de procesarlos, ni directrices federales que regulen lo que les pasa. (...) Por ello, los niños que se crían en las instalaciones de una granja industrial porcina típica presentan tasas de asma que superan el 50 por ciento.

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Para empresas como Smithfield, se trata de un análisis de costes y beneficios: pagar multas por contaminar es más barato que abandonar todo el sistema de granjas industriales. (...) Sin demasiado espacio para moverse, los animales consumen menos calorías y engordan más con menos comida.

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En otras grabaciones de la misma granja, los trabajadores cortaban con sierras las patas de los cerdos y los despellejaban mientras estaba conscientes. Estas cosas no tienen nada que ver con mejorar el sabor de la carne o preparar a los cerdos para el matadero: son simples perversiones.

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Como sucede con los pollos y pavos, ninguna ley exige que el sacrificio de peces siga un código humanitario. (...) Hay algo siniestro en esta foma de "cosechar" animales como quien arrasa un terreno. Una operación con red de arrastre suele acabar lanzando por la borda entre un 80 y un 90 por ciento de los animales que captura (...) que vuelven muertos al océano. (...) Ningún pez tiene una muerte digna. Ni uno solo. No tenéis que preguntaros si el pescado que os han servido sufrió. Lo hizo.

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Las decisiones que tomamos sobre la comida se complican por el hecho de que no comemos solos. Los restos arqueológicos nos informan de que compartir la mesa ha forjado lazos sociales desde el principio de los tiempos. Comida, familia y memoria están intrínsecamente unidos.

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Cambiar lo que comemos y dejar que los sabores se desvanezcan de la memoria crea una especie de pérdida cultural, una clase de olvido. (...) Para recordar a los animales y mi preocupación por su bienestar, tal vez tenga que perder ciertos sabores y hallar otros asideros para los recuerdos que éstos me ayudaban a mantener.

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Para mí, para ahora, para mi familia en estos momentos, mis preocupaciones sobre la realidad de lo que es y en lo que se ha convertido la carne se han vuelto lo bastante fuertes como para dejar de comerla del todo. (...) Mi decisión de no comer animales es necesaria para mí, pero también es limitada y personal. Es un compromiso asumido en el contexto de mi vida, la de nadie más.

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No creo que la responsabilidad de un ranchero se limite a librar a los animales del sufrimiento o la crueldad. Creo que a nuestros animales les debemos el nivel más elevado de vida. Dado que los utilizamos para que nos sirvan de comida, creo que tienen derecho a experimentar los placeres básicos de la vida: cosas como tumbarse al sol, aparearse y cuidar a sus crías. (...) Para mí, las granjas industriales son un error no porque produzcan carne, sino porque roban a los aimales el menor atisbo de felicidad.(...) Ser vegetariana no me redime de la responsabilidad ante la manera en que nuestra nación cría a los animales.

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No basta con saber lo que está bien y lo que no; la acción es la otra mitad del entendimiento moral, y la más importante.

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No podemos alegar ignorancia, sólo indiferencia. Los que vivimos hoy sabem más. Tenemos la oportunidad y la responsabilidad que nos da vivir en un momento en que la crítica hacia las granjas industriales ha llegado a la conciencia pública. (...) La carne ética es una promesa de futuro, no una realidad. Cualquiera que abogue por la carne ética y sea serio va a terminar comiendo mucha verdura.

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...para que opten por la conciencia sobre la costumbre.


Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 14/06/2011 06:30



Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 14/06/2011 06:36
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