Los primeros años de la infancia de Sandra fueron tan blancos como el expediente de sus progenitores en el ritual burgués ultraconservador. Colegio y costumbres de blancos salpicados con adoctrinamiento antisubversivo en la Iglesia Reformista Holandesa. El color de la piel y los rizos del pelo eran obviados con disimulo ignorante por su progenitor, no así por los extraños. Siempre que podía, su madre la apartaba del sol para impedir remarcar su pigmento natural mientras peinaba sus rizos diariamente con potingues oleosos en una lucha alisadora imposible. Sandra no entendía nada. Más adelante su padre abusaría de las cremas despigmentantes que abrasarían varias veces la cara de Sandra.
Después de 5 años en la ortodoxa escuela infantil Deborah Retief y tras la marginación ejercida por toda la comunidad infantil al grito de “cafre” o “negra sucia” fue expulsada, con 10 años, por la dirección, que informó convenientemente a las autoridades. Dos policías la escoltaron, entre lágrimas, a su casa. Sólo el test de ADN y la potestad de su padre al frente del Partido Nacional-racista salvaron a Sandra de una segura deportación al ‘gueto negro’ de la ciudad, abandonando el domicilio familiar.
Pero la niña fue rechazada por la iglesia tradicionalista y repudiada por todo su comunidad. No podía relacionarse con ningún blanco y hasta nueve colegios negaron su nueva escolarización. El padre apeló a la recalificación de 1967 pero la ley fabricada por él mismo no cambiaba el color de su piel para evitar los prejuicios ajenos.
Sandra empezó a frecuentar entonces amistades de color. A los 16 años se fugó a Swazilandia con un frutero zulú llamado Petrus Zwane con el que más tarde se casó y tuvo dos hijos. Su padre no se lo perdonó nunca por traicionar los ‘ambiguos’ principios que le había inculcado. Le retiró el saludo, acusó a su marido de secuestro y prometío recibirla con disparos, primero a ella y luego a Petrus si pisaban de nuevo sus tierras. Murió antes de volver a hablar con ella.
A la vuelta a su tierra natal, Sandra tuvo que asentarse en el gueto, sin agua ni electricidad y sometidos a la dureza del Apartheid. Le retiraron la custodia de sus propios hijos por la misma ley que modeló su padre y que impedía la convivencia de dos razas bajo un mismo techo: ella era todavía legalmente blanca. Sobrevivió hasta la caída del Apartheid en 1990 y a otro matrimonio, para, después de 30 años, volver a ver a su madre y reconciliarse.
Y lo logra aqui con ella
Muy pronto se va a estrenar una película sobre la vida de Sandra Laing. Skin, dirigida por Anthony Fabián, ha ganado varios premios internacionales y es una apuesta por dignificar la vida de Sandra. Puedes encontrar otras fuentes al servicio de documentación aquí: 1,2,3,4,5,6.
Aqui dejo el trailer de la misma
Y aqui el video que esta subido a youtube sobre su vida. Es muy largo, está en inglés (aunque se entiende bastante bien), pero es una hermosa historia y les puede gustar pegarle un vistazo. A mi me encantó, se comprende en él todas sus vicisitudes, y tiene un final feliz donde vuelve al colegio en donde fue rechazada esta vez para anotar a sus hijos, y es emocionante ver a los niños del mismo diciendole que todo cambió para bien, y que si Dios quiere el mundo cambiará. Los abrazos que le brindan ... en fin hay que verlo.
Se titula:
Sandra Laing: A Spiritual Journey - South Africa