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Casos y Cosas: Curiosidades 2 
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| De: kuki  (Mensagem original) | 
Enviado: 11/01/2012 22:29 |   
* John Titor - El Viajero del Tiempo 
 
  
John Titor dice ser un soldado americano con una mision que 
cumplir. Hasta aqui no habria nada de extraño ni sorprendente, pero si a todo 
esto se le agrega que el dice venir del futuro (año 2036) la cosa 
cambia. Historia En noviembre del año 2000, apareció en el foro de la 
página web "Art Bell", un personaje que se hacia llamar a si mismo "John Titor". 
Según parece este señor aseguraba ser un viajero del tiempo que provenía del año 
2036. Segun John Titor, este soldado americano de 38 años, tenia una mision de 
volver desde su presente (año 2036) hasta el pasado (año 1975) para recuperar un 
modelo de computadora de la empresa IBM, el cual es necesario en su presente 
(año 2036), para ayudar con unos codigos de sistemas operativos. Uno hasta aqui 
podria decir pero como con semejante tecnologia capaz de viajar en el tiempo es 
imprescindible viajar hacia el pasado para llevarse consigo al futuro un viejo 
modelo de computadora personal; pero lo cierto siempre segun John Titor, es que 
en su presente (mas de 60 años atras en su tiempo) esos codigos y arquitectura 
ya no se encuentra, por lo tanto el ejercito americano lo habria encomendado con 
semejante mision. Durante 4 meses respondió a todas las preguntas sobre el 
futuro que los usuarios le hicieron e incluso facilitó fotos y planos de su 
máquina del tiempo. Sus coherentes predicciones y su misteriosa desaparición le 
han convertido en un personaje admirado por muchos, que ya utilizan su legado 
como un manual de instrucciones para la vida en el futuro. En el año 2015 
presenciaremos una Guerra Nuclear que destruirá las principales ciudades de 
Estados Unidos. Además morirá gran parte de la población mundial y el medio 
ambiente quedará fatídicamente contaminado. La ciencia dará un gran avance al 
conseguir fabricar "agujeros negros" ( ya sabéis, los del espacio). La capacidad 
de entender el misterio de estos agujeros, hará descubrir a los científicos la 
posibilidad de viajar en el tiempo utilizando 2 al mismo tiempo. Este gran 
avance comenzará hacia el 2007. La teoría de "Mundos Paralelos" es cierta. Según 
Titor existen incontables universos que coexisten de forma paralela donde las 
personas evolucionan de una manera diferente y en un tiempo distinto. En el 
2036, la epidemia que más índice de mortalidad habrá causado en la población 
será el C.J.D. Es una variedad del síndrome que en nuestro tiempo hemos conocido 
como "Vaca Loca" y causará incontables muertes y afecciones físicas y 
cerebrales. No existe cura ni tratamiento. Alrededor el año 2005, comenzará una 
Guerra Civil en Estados Unidos. Esta guerra se alargará durante 10 años, y su 
población deberá acostumbrarse a vivir en un estado de alarma y acoso constante 
al estilo de la Gestapo. Al finalizar la guerra en el año 2015, la población 
mundial tomará constancia de que el modo de vida que conocían habrá desaparecido 
para siempre. A partir de este día la presidencia de Estados Unidos estará a 
cargo de 5 personas, y su capital se establecerá en Nebraska. Tras haber 
facilitado datos de tanta importancia y relevancia, Titor anunció que volvería a 
su tiempo en la primavera del 2001. Tras este día nadie ha vuelto a saber nada 
de John Titor. Desapareció sin dejar rastro. 
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De: kuki | 
Enviado: 11/01/2012 22:29 |  
 * La caja de Pandora 
 
  
Uno de los temas que han inquietado el interés de los hombres 
a lo largo de toda su historia es la creación del mundo. Los antiguos griegos 
tenían su propia forma de contar la historia, que era como sigue: Antes que 
fueran creados la tierra, el mar y los cielos, todas las cosas tenían el mismo 
aspecto, al que llamaban Caos, una masa confusa y sin forma, un peso muerto en 
el cual, sin embargo, estaban las semillas de las cosas. Como la Tierra, el Aire 
y el Agua estaban mezclados, la tierra no era sólida, el mar no era fluido ni el 
aire transparente. Historia Dios y la Naturaleza pusieron fin al desorden, 
separando la tierra del mar y al cielo de ambos dos. Luego, Dios y la Naturaleza 
se las arreglaron para disponer mejor la Tierra y distribuyeron los ríos, las 
montañas y las bahías, dibujaron los valles, los bosques y las planicies. El 
aire se esclareció y las estrellas fueron apareciendo. Los peces tomaron 
posesión del mar, los pájaros del aire y las bestias de cuatro patas se 
apropiaron de la tierra. Pero era necesario un animal más noble, y entonces se 
hizo al Hombre. Prometeo tomó un poco de tierra, donde todavía se mezclaba con 
un poco de cielo, y mojándola con un poco de agua, moldeó en el barro al hombre, 
haciéndolo a imagen de los dioses, erguido, para que al revés de los otros 
animales, el hombre se levante hacia los cielos y observe las estrellas. 
Prometeo fue uno de los Titanes, una raza de gigantes que habitó la Tierra antes 
de la creación del hombre. A él y a su hermano Epimeteo fue encargada la tarea 
de hacer al hombre, y proveerlo, tal como a los otros animales, de las 
facultades necesarias para su preservación. Epimeteo fue el obrero y Prometeo 
vigiló el trabajo. Así fueron otorgando a los diferentes animales de coraje, 
fuerza, rapidez, sagacidad; garras para uno y alas para el otro, etc... Pero 
cuando llegó el momento de dar sus dones al hombre, que tenía que ser superior a 
todos los demás animales, Epimeteo había sido tan pródigo con sus recursos que 
ya no le quedaban dones. Prometeo entonces, para subsanar la situación, subió al 
cielo y, con la ayuda de Atenea, encendió su antorcha en el carro del Sol, y le 
regaló el fuego a los hombres. Este don hizo al hombre mucho más que todos los 
animales. El fuego permitió al hombre fabricar armas para vencer a los animales 
y herramientas para cultivar la tierra, pudo calentar su casa para 
independizarse del clima, y finalmente introdujo las artes y la moneda, lo que 
significa intercambio y comercio. La mujer todavía no había sido creada. La 
leyenda cuenta que Zeus hizo a la mujer y la envió a Prometeo y su hermano para 
castigarlos por haber robado el fuego... y también para castigar al hombre por 
haber aceptado el don. La primera mujer fue Pandora. Fue hecha en el cielo y 
todos los dioses contribuyeron en algo para perfeccionarla. Afrodita le dio 
belleza, Hermes la persuasión, Apolo la música, etc... Así equipada, Pandora fue 
llevada a la Tierra y presentada a Epimeteo que la aceptó feliz, a pesar de los 
temores de su hermano, que no confiaba en Zeus y sus regalos. Epimeteo tenía en 
su casa una habitación donde guardaba algunos objetos que no había alcanzado a 
repartir por la Tierra. Entre ellos un baúl. Poco a poco fue creciendo en 
Pandora una gran curiosidad por conocer el contenido de dicha caja; finalmente, 
un día quebró el sello y abrió la tapa para mirar dentro. Pero en ese mismo 
momento escaparon de la caja una multitud de plagas para atormentar a los 
hombres, como la gota, el reumatismo y los cólicos para el cuerpo, y la envidia, 
la ira y la venganza para el alma, y estos males se repartieron por todas 
partes. Pandora se apresuró en cerrar la caja, pero ya era tarde, todo el 
contenido de la caja había escapado, exceptuando una sola cosa que yacía 
confundida al fondo, esa era la esperanza. Desde entonces, aunque los males nos 
acechen, la esperanza nunca nos deja por entero. Y mientras tengamos un poco de 
esperanza, ningún mal puede derrotarnos completamente. Otra versión de esta 
misma historia cuenta que Pandora fue enviada por Zeus al hombre como un signo 
de bendición. Como regalo de matrimonio, ella fue dotada por todos los dioses 
con bienes que guardaron en una caja. Pandora abrió accidentalmente la caja y 
todos las bendiciones escaparon, menos la esperanza. Según varios comentaristas, 
esta es la versión correcta porque ¿cómo podría una virtud tan sutil como la 
esperanza estar guardada con todo tipo de males? Sigue contando la leyenda 
griega que desde cuando la Tierra estuvo poblada, han sucedido las edades. La 
primera fue una era de inocencia y felicidad, llamada la Edad de Oro. La verdad 
y el derecho permanecían siempre vigentes, aunque no estaban obligados por 
ninguna ley escrita, ni hubiese magistrados encargados de hacerlos cumplir, ni 
castigos para los infractores. En esa época los bosques no eran talados para 
construir navíos, ni tampoco para levantar fortificaciones alrededor de las 
ciudades. No había espadas, lanzas ni yelmos. La Tierra entregaba lo suficiente 
para la supervivencia de los hombres, sin que fuera necesario el trabajo de 
sembrar o recolectar. En esa edad, decían los griegos, reinaba una eterna 
primavera, y los ríos fluían con leche, vino y miel amarilla destiladas de los 
arces. A esta era feliz, sucedió para los hombres, la Edad de Plata, inferior a 
la del Oro, pero superior a la de Bronce, que vendrá después. Al comienzo de la 
Edad de Plata, Zeus acortó la primavera y dividió el año en estaciones. Se 
endurecieron los extremos del frío y el calor, y fue necesaria la construcción 
de las casas. También fue necesario desde entonces sembrar los granos para 
conseguir una germinación adecuada. Y se comenzaron a redactar las primeras 
leyes y nacieron los primeros funcionarios encargados de vigilar su 
cumplimiento. La Edad del Bronce fue más salvaje, las leyes se transforman en 
códigos y los hombres se muestran dispuestos a atacar apenas ven a otro más 
débil. Pero la era más dura, la peor, es la Edad del Hierro. Dicen los griegos 
que en esa época, el crimen se entronizará en la sociedad humana; la modestia, 
la verdad y el honor no serán considerados más que como palabras vacías, el 
lugar que ocupaban como valores humanos, serán reemplazados por el fraude, el 
engaño, la violencia y el enfermizo afán de ganancia. Los marinos navegarán por 
todos los mares y los árboles serán desprendidos de las montañas. La Tierra, que 
hasta ahora había sido cultivada en común, comenzó a ser dividida en posesiones 
particulares y los hombres, insatisfechos con la producción de la superficie, 
comienzan a horadarla para extraer las riquezas de su interior. Entonces se 
produjo el engañoso hierro y el oro, más peligroso aún. Usando ambos metales 
como armas, la guerra se extenderá por todas partes. El visitante no estará a 
salvo en la casa del amigo; hijos y padres, hermanos y hermanas, maridos y 
mujeres desconfiarán el uno del otro; los hijos querrán que sus padres mueran, 
para heredarlos; desaparecerá el amor familiar y la Tierra se cubrirá de risas 
falsas y los dioses la irán abandonando uno a uno. La última en dejar la Tierra 
será Astrea, la inocencia y pureza, hija de Themis, la justicia. Viendo este 
estado de cosas, Zeus arderá de ira y convocará a un congreso de dioses. Todos 
obedecen el llamado y toman camino hacia el palacio de los cielos. El camino, 
que uno lo puede ver claramente en las noches, en el centro de cielo: la Vía 
Láctea. A lo largo del camino se encuentran, según los antiguos griegos, los 
palacios de los dioses más ilustres, los seres corrientes del cielo viven en 
cambio a ambos lados de la Vía. Una vez reunidos los dioses, Zeus se dirige a la 
asamblea describiendo el espantoso estado de la Tierra y termina anunciando su 
decisión de destruir a la totalidad de sus habitantes para crear una nueva raza, 
distinta de la anterior, que sea más feliz de vivir y así alaben mejor la 
grandeza de los dioses. Apenas terminó de hablar, Zeus toma uno de sus rayos y 
cuando iba a arrojarlo contra la Tierra para destruir mediante el fuego a sus 
habitantes, cuando se dio cuenta de que una conflagración así pudiera poner en 
peligro a los propios cielos y cambió de táctica. Amarró al viento del norte y 
soltó las cadenas que aprisionaban al viento del sur. Pronto un manto de nubes 
negras cubrió la Tierra dejando caer torrentes de lluvia. Las plantas de granas 
se tendieron y la labor de los campesinos quedó destruida en menos de una hora. 
No contento aún, Zeus llamó a su hermano Poseidón, el dios de las aguas 
terrenales. Éste sacó de madre a los ríos que inundaron la Tierra al mismo 
tiempo que ordenaba un terremoto que hizo caer el flujo de los mares sobre las 
playas. Castillos, hombres, animales y casas fueron barridos por las aguas 
embravecidas. Cualquier gran edificio intacto era asaltado por las olas y pronto 
sus torres quedaban sumergidas. Los textos y las tradiciones clásicas se 
explayan en la descripción de esta destrucción hasta que finalmente no quedó 
sino agua sobre la superficie de la Tierra, sólo el Parmaso, elevado sobre todas 
las montañas, se levantaba sobre las aguas. Allí buscaron refugio los únicos 
sobrevivientes. Deucalión y su mujer, Pyrra, ambos de la raza de Prometeo. Él 
era un hombre justo y Pyrra una mujer con gran fe en los dioses. Apenas Zeus vio 
que estaba todo devastado y sólo quedaban estos sobrevivientes, soltó al viento 
del norte para que despejara las nubes y separase los cielos de la tierra. 
Poseidón ordenó a Tritón que soplara su cuerno. Las aguas obedecieron y poco a 
poco recuperaron su cauce normal, aparecieron otra vez las playas y los ríos 
volvieron a sus cauces. Entonces Deucalión habló así a su esposa: "Esposa, única 
mujer sobreviviente, antes nos unió el matrimonio y la crianza de los hijos. 
Ahora nos une un peligro común. Tal vez haya recaído sobre nosotros el poder de 
nuestro antepasado Prometeo, y tendremos que renovar la raza humana tal como él 
lo hizo la primera vez. Pero como no estamos seguros, vamos al templo y 
preguntemos a los dioses lo que debemos hacer". Entraron al templo, deformado 
por el cataclismo y se acercaron al altar donde ya no ardía el fuego sagrado. Se 
postraron en tierra y rogaron por una inspiración divina que les permitiera 
resolver la miserable situación en que estaban. El oráculo respondió así: 
"Abandonen el templo con la cabeza velada, las vestiduras sueltas y vayan 
arrojando detrás los huesos de vuestra madre". Escucharon asombrados. Finalmente 
Pyrra comentó: "No podemos obedecer, ¿cómo vamos a profanar los restos de 
nuestros padres?" Ambos cayeron después en una profunda meditación. Hasta que 
Deucalión dijo: "O me engaña mi inteligencia o hay una sola forma de cumplir 
este mandato sin caer en la impiedad. La Tierra es la gran madre de todo y las 
piedras son sus huesos. Esos son los huesos que podemos arrojar detrás nuestro 
sin ser impíos... Creo que eso es lo que quiere decir el oráculo, y por último, 
no haremos daño intentándolo". Así, velaron sus cabezas, se desataron las 
vestiduras, cargaron numerosas piedras y las fueron arrojando a sus espaldas a 
medida que caminaban. Y entonces sobrevino el milagro: las piedras crecieron, 
haciéndose más suaves y adquiriendo formas humanas, como pedazos de rocas en las 
manos del escultor. Las piedras que arrojaba Deucalión se convertían en hombres 
y las de Pyrra en mujeres. Y así los dioses, eso decían los griegos, repoblaron 
la Tierra con una raza más acostumbrada al trabajo. Este viejo mito ha de 
sobrevivir hasta nuestros días no sólo en las creencias y las frases populares, 
sino que ha sido recreado por numerosos poetas y escritores. Así, la comparación 
entre Eva y Pandora es obvia y no se le escapó a John Milton, el gran poeta 
inglés, que la introdujo en el Libro IV de su Paraíso Perdido. A su vez, 
Prometeo ha sido un personaje abundantemente recogido por los escritores. Como 
arquetipo, Prometeo representa un poder amable, amigo de la humanidad, maestro 
de la civilización y de las artes. Claro que al hacerlo, transgrede la voluntad 
de los dioses y finalmente se hace acreedor al castigo de Zeus. El rey de los 
dioses lo hizo encadenar al monte Cáucaso donde un águila le comía a picotazos 
el hígado que crecía tan rápido como era devorado. Este tormento, dice la 
leyenda, pudo terminar en cualquier momento porque Prometeo sabía un secreto que 
afectaba la estabilidad del trono de Zeus. Prometeo se negó a revelar dicho 
secreto, transformándose así en el símbolo de la voluntad resistiendo a la 
opresión y del magnánimo martirio ante el sufrimiento inmerecido. Byron y 
Shelley también tomaron este tema y recién a comienzos de siglo XX, Franz 
Wedekind, reactualizó el tema con una obra de teatro: Der Buchte von Pandora, 
que más tarde se transformaría en "Lulú", la famosa opera de Alban 
Berg. 
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