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Divagues: Un no sereno y contundente
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 16/07/2012 07:48
Bello escrito encontre en una pagina.
En este momento de mi vida, estoy experimentando, cada cosa que hay en el.
_____________________________________
 

Un no sereno y contundente

Juzgar todo y a todos es entrar a participar activamente en el juego de la distracción.

No nos damos cuenta de que todos nos amparamos en un mismo hecho: Damos el beneplácito a lo que no queremos, a lo que no somos y  aceptamos incorporar en nuestra experiencia todo aquello que antes hemos juzgamos como no deseado.

Nos falta alcanzar el sentido de coherencia por el que pensamiento, acción y sentimiento van de la mano.

Si en algo todos somos culpables es en aceptar seguir viviendo sin la consciencia de que nuestra única responsabilidad es ofrecer al mundo lo mas bello de nosotros mismos y por ello disfrutar plenamente de la vida. 

Juzgar es algo del pasado.  

No hay juicio justo, no es posible. Nadie es mas que nadie para situarse en la posición de juez. Nadie es menos que nadie para encontrarse en la posición de ser juzgado. Todos somos iguales, llevamos la misma energía vital en nuestro interior y la  fuente de la absoluta belleza. Cada cual está llamado a mostrarla en diferentes maneras y todos estamos llamados a hacerlo.

Mientras no estemos dispuestos  a realizar nuestras vidas en la manera por la que cada uno puede expresar lo que es,  mientras no seamos capaces a nivel individual de decir un no claro y rotundo a aquello que no nos permite hacerlo,  entonces continuaremos siendo todos juzgables  y todos juzgados por el  mismo error.

Juzgamos los hechos de la vida según nuestros propios fracasos. Lo que juzgamos  son nuestras propias carencias, el juicio siempre es hacia nosotros mismos. Nos excusamos para no hacer lo que sentimos que somos y queremos experimentar en esta vida.

-Decimos, necesito un trabajo. En lugar de decir quiero trabajar y accionar mi vida de tal manera que lo que yo haga sea el exponente de lo que yo soy.
-Aceptamos y acordamos recibir dinero, dinero que previamente hemos juzgado como algo sucio y decimos, tengo que comer. 
-Continuamos acordando con todo aquello que aborrecemos y al mismo tiempo juzgamos a los otros por lo mismo que nosotros consentimos.

Que extraño parece todo esto…

La persona que no juzga ha cambiado de nivel. No permite que en su experiencia entre aquello que no quiere. Lo ignora sin mas. Al ignorarlo simplemente cambia su experiencia. Este cambio implica el conocimiento de saber que nunca nos faltara de nada si vivimos en la coherencia de ser cada cual quien es. Cuando nuestra alma, nuestra fuerza vital, esta presente en todo lo que hacemos nos situamos en una posición de no miedo, nos reconocemos  plenamente a salvo, protegidos, nuestro proyecto, nuestro trabajo nuestra vida es plena. El ánima, la fuerza vital es una energía completa que incluye todo lo que necesitamos en esta vida, no hay nada que temer.   
Sus elementos son bondad, propósito, ideal, lo mejor de uno mismo, el sueño realizado, la alegría de estar vivo, la capacidad, el potencial de la vida.  Lo que  tiene alma, tiene vida, tiene energía positiva y a su vez se convierte en objeto de creación constante e innovación.

Decir no cuando uno siente miedo a quedarse sin asistencia y desprotegido es muy difícil, es necesario un trabajo interior previo.
Decir no cuando se tiene la absoluta certeza de que estamos en el lugar correcto y nada hay que temer, es aceptar nuestra libertad, nuestro poder, un poder al que muchos temen profundamente.

Decir interiormente un definitivo no a todo aquello que no pertenece a la experiencia vital que sentimos como propia  es  centrarse en si mismo, en nuestras perfectas capacidades.  Nos convertimos en  personas que no se distraen de su objetivo, en personas que saben que no aceptando la entrada de lo que no se quiere, convierten la mente y el corazón en  el lugar en el que todo es posible.

Descubrir, amarse a uno mismo y ofrecer a través de nuestro trabajo lo mas bello de nosotros mismos nos convierte en personas satisfechas.  Nos damos cuenta entonces de que todo lo demás ni nos sirve ni nos pertenece. Simplificamos y embellecemos nuestra vida y de nuevo, como la onda que se expande, cambia el mundo.

Ese no, no llega de la frustración, ni de la rabia ni la impotencia. Ese no contundente, proviene del silencio sereno en el que nos habla la coherencia y reconocemos nuestra propia valía.
 


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