Una alegoría sobre la soledad y también sobre la relación de los seres humanos entre ellos y con el medio en el que viven. Aunque tenga casi cuarenta años me parece que las conclusiones a las que nos empuja el corto y los personajes que aparecen son tan válidos en su momento como en la actualidad.
Con un dibujo simple, acompañado de la voz de Yelena Chepoy y una música sentimental, por la vida de este ser humano, abandonado en una hipotética y claramente metafórica isla, pasan los políticos, los militares, comerciantes… gente que sólo aparece para sacar provecho de la isla pero sin preocuparse por la persona que está allí. Son evidentes todas las concordancias que para el mundo actual se pueden extraer del corto en comparación al comportamiento de los grandes grupos de poder respecto al individuo, la sociedad y el planeta.
La soledad, la falta de relaciones humanas, el bombardeo de noticias, la creación de espectáculos a partir de las miserias humanas, el absurdo consumista, la rapiña sobre el planeta, la degradación del medio… difícil encontrar una historia que en tan poco tiempo cuente tanto y que es una bofetada en la cara para todas esas historias que creen que solamente a través de la complejidad se pueden contar historias con mensaje.
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