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Ciencia: Nubes cósmicas: sobre un universo con propósito
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: kuki  (Mensaje original) Enviado: 10/02/2014 04:25

Una nueva imagen de Messier 78 y sus alrededores, en la constelación de Orión, han revelado la radiación de los granos de polvo cósmico que forman esas densas nubes donde nacen nuevas estrellas.

En realidad, este polvo llena todo el cosmos, incluido el Sistema Solar, aunque su densidad es muy tenue. En el rango de luz visible, las nubes cósmicas son oscuras, pero brillan con intensidad en la parte milimétrica y submilimétrica del espectro. Es por ello que sólo pueden ser captadas por telescopios como APEX, en Chile, que operan entre el infrarrojo y las ondas de radio, revelando el resplandor suave de densos cúmulos de polvo frío, algunos de los cuales rondan los -250 º C, y permitiendo darle una forma más amable a lo que hasta hace poco se nos presentaba como un universo oscuro, vacío y distante.

En el año 2007, un equipo de científicos de la Academia de Ciencias Rusa, el Instituto Max Planck de Alemania y la Universidad de Sidney desarrollaron unas simulaciones por ordenador que mostraron cómo  un proceso eléctrico llamado polarización organizaba las partículas de estas nubes cósmicas en estructuras más y más complejas a lo largo del tiempo, de manera que los granos de polvo cósmico podían auto-organizarse bajo estructuras en forma de hélices, semejantes al ADN. Las partículas interactuaban con sus vecinas, evolucionaban hacia otras formas y se dividían para formar copias de sí mismas, adquiriendo cierto tipo de memoria reproductiva y evolutiva en su relación con el medio.

Según dice el artículo, una vez en forma de hélice, las partículas se pueden dividir por sí mismas en dos hélices idénticas, mostrando las señales de memoria en sus estructuras. El diámetro de las hélices varía a lo largo de la estructura y la disposición de estos diversos sectores se repite en otros cristales, originándose lo que podríamos llamar una forma de código genético.

Precisamente, hace unos pocos días que supimos que el ADN no es el único compuesto molecular capaz de almacenar y transmitir información con el que cuenta el Universo para garantizar la evolución.

De manera que el estudio concluye que tales estructuras complejas y auto-organizadas muestran todas las propiedades necesarias para ser calificadas como candidatas a la vida inorgánica, que es aquella que no tiene por qué basarse en el carbono, tal y como entendemos la vida en la Tierra.

La vida requiere de un líquido en el que comenzar a desarrollarse, y estas moléculas no tendrían acceso al líquido en las temperaturas próximas al cero absoluto del espacio interestelar. Pero tienen la capacidad de interacción durante este proceso de polarización, por lo que, al menos, podría ser el primer paso en la formación de vida. Con el tiempo y las circunstancias adecuadas, la evolución se haría cargo del resto.

Unos cuantos años antes, en 2001, otro estudio publicado por la Agencia Espacial Europea sugería el estudio del polvo cometario como base para la formación de vida. Según los científicos, los granos cósmicos albergarían el potencial necesario para el desarrollo evolutivo una vez alcanzadas las circunstancias ambientales propicias.

Según los investigadores, quizás una forma de vida inorgánica como la descrita emergió en la Tierra primigenia y sirvió de “plantilla” para las formas de vida orgánicas, lo que  significa que la vida compleja en el Universo podría ser más frecuente de lo que el egocentrismo humano considera, puesto que todo el cosmos está plagado de estas nubes.

Pensar que las nubes cósmicas contienen las propiedades inherentes para la aparición de la vida obliga a la reflexión sobre un Universo con propósito, donde en su escala más básica ya existen las propiedades necesarias para una evolución de la materia hacia niveles de conciencia superiores.

Según todo esto, los sistemas más básicos del Universo cuentan con capacidad para que sus componentes se relacionen y sean capaces de almacenar y transmitir información. De acuerdo al físico Vlatko Vedral, deberíamos acostumbrarnos a pensar en términos de una realidad cuyas unidades fundamentales no son la materia o la energía, sino las unidades de información.

Para que nos entendamos, la información se definiría como la relación, los enlaces, entre las partes de un sistema para crear una complejidad coherente. Es aquello que hace que no podamos describir un sistema como la suma de sus partes, pues cada una de estas partes, tomadas por sí solas, no explican la totalidad. Falta algo que es lo que le da coherencia al conjunto.

El ejemplo típico suele ser el de un hormiguero. Estudiar cada hormiga por sí misma, como una criatura independiente, no nos dice nada de la extrema organización de la colonia, que actúa como un ser autónomo formado por la totalidad de sus miembros, hasta el punto de que podríamos considerar al hormiguero como un ser vivo en sí mismo.




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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: kuki Enviado: 10/02/2014 04:27

Si adoptamos el lenguaje de la mecánica cuántica, el principio de superposición nos dice que un objeto no observado contiene todos los valores posibles, es decir, que todo es información en estado latente. Sólo cuando se producen interacciones dicha información se manifiesta como energía o materia en alguna de sus posibles fases.

De esta forma, esa información estaría ya latente en el momento mismo del Big Bang y sería la conductora de todo el proceso posterior de uniones entre partículas, cada vez en un desarrollo más complejo. Sin tal concepto de información, aún estaríamos, según esto, en el estado de plasma originario.

¿Es la información de que habla Vedral un equivalente científico a la conciencia de que hablan otros, al concepto de divinidad o trascendencia? Un elemento sin cuya participación nada podría concretarse y, por tanto, existir…

Las nubes cósmicas son el nido donde nacen las estrellas. Las estrellas son el horno donde surgen los átomos con que la materia evolucionará y formará los planetas. En algunos, se darán las condiciones para que las partículas cósmicas encuentren el ambiente apropiado para continuar la evolución.

Como si una conciencia primigenia quisiera crear los sentidos necesarios con los que contemplarse y saberse real. Toda la historia del Universo como una búsqueda existencial desde su origen. Y nosotros, como dijo Carl Sagan, un medio del cosmos para conocerse a sí mismo…




Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: kuki Enviado: 10/02/2014 04:29

Vida en el Universo, ¿azar o método?


En un artículo anterior hablábamos de las simulaciones realizadas por ordenador en 2007 según las cuales los principios fundamentales para el desarrollo de la vida tendrían su origen en el polvo cósmico, el cual parece contener en sí mismo la información necesaria para ello.

Un proceso eléctrico llamado polarización organizaba las partículas de estas nubes cósmicas en estructuras más y más complejas a lo largo del tiempo, de manera que los granos de polvo cósmico podían auto-organizarse bajo estructuras en forma de hélices, semejantes al ADN. Las partículas interactuaban con sus vecinas, evolucionaban hacia otras formas y se dividían para formar copias de sí mismas, adquiriendo cierto tipo de memoria reproductiva y evolutiva en su relación con el medio.

Según dice el artículo, una vez en forma de hélice, las partículas se pueden dividir por sí mismas en dos hélices idénticas, mostrando las señales de memoria en sus estructuras. El diámetro de las hélices varía a lo largo de la estructura y la disposición de estos diversos sectores se repite en otros cristales, originándose lo que podríamos llamar una forma de código genético. (Ver artículo completo)

Desde entonces, diferentes estudios han apuntado a las nubes cósmicas como el medio más probable donde se inicia la síntesis de las moléculas necesarias para la vida. Después, es cuestión de encontrar los elementos apropiados con los que combinarse y dar los siguientes pasos para que estos conjuntos evolucionen en complejidad.

Desde hace años, los científicos sabían que los meteoritos contienen ciertos bloques de construcción del ADN, la molécula que porta las instrucciones genéticas para la vida. Pero existía la duda de que los elementos hallados en las rocas provinieran realmente del espacio o no fueran más que el fruto de la contaminación terrestre.

En agosto de 2011, la NASA hizo públicas las pruebas de que, efectivamente, las estructuras base para la creación de la vida no tenían un origen terrestre, respaldando así la tan rechazada teoría de la panspermia, según la cual la vida pudo llegar a la Tierra a bordo de asteroides o cometas que impactaron contra ella.

A esto se sumaba una investigación publicada algunos meses atrás según la cual los asteroides son centros de producción de aminoácidos. Según los investigadores, un equipo del Goddard Space Flight Center de la NASA, una amplia gama de asteroides, más de los que se creía, son capaces de crear los aminoácidos fundamentales que sustentan la vida en la Tierra.

Existen dos variedades de aminoácidos, las cuales resultan imágenes especulares una de la otra, como las manos de una persona. La vida en la Tierra utiliza exclusivamente el denominado “tipo zurdo” que es la forma que los investigadores descubrieron en muestras de meteoritos que provenían de asteroides ricos en carbono. Los impactos de los meteoritos podrían haber traído a la Tierra este material y haberlo incorporado a la evolución de la vida en este planeta.

Hasta ahora, aún quienes contemplaban la teoría de la panspermia como algo posible consideraban que las opciones de que un meteorito impactase contra un planeta adecuado para la vida eran mínimas, casi un milagro. Sin embargo, a día de hoy cabe añadir otro ingrediente.

A los continuos descubrimientos de planetas pertenecientes a otras estrellas realizados en los últimos años, hay que añadir la existencia, confirmada hace apenas un año, de los planetas errantes, aquellos que vagan libres por el espacio, sin ataduras a un sistema estelar, pero que en algún momento pueden ser atrapados y convertirse en planetas orbitando en torno a un sol.

Hace unos días, Chandra Wickramasinghe, director del Centro de Astrobiología en la Universidad de Buckingham, Reino Unido, uno de los principales defensores de la teoría de la panspermia, publicaba un estudio en el que afirma que en nuestra galaxia pueden existir cientos de miles de millones de planetas errantes, tantos o incluso más que estrellas.

Estos planetas que flotan libremente pueden impregnarse del polvo cósmico durante sus paseos y repartirlo de un sistema solar a otro, como si se tratara de insectos que transportan el polen de una flor a otra. Es más, tendrían la capacidad añadida de mezclar diferentes tipos de estructuras moleculares según su composición.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: kuki Enviado: 10/02/2014 04:30

Volviendo a los asteroides, sus impactos no sólo posibilitan la introducción de los aminoácidos en un entorno, sino que también pueden volver a liberar al espacio las estructuras potenciales de vida y esparcirlas en busca de otra oportunidad. En este sentido, un estudio llevado a cabo por científicos mexicanos ha analizado las probabilidades de que, si en algún gran impacto contra la Tierra hubieran sido expulsados elementos orgánicos, éstos hubiesen podido llegar a otros planetas cercanos:

Las simulaciones muestran que las partículas expulsadas de la Tierra podrían llegar a Júpiter y que las que chocan con Marte son dos órdenes de magnitud mayor que las vistas en estudios anteriores. Los investigadores creen que ambos resultados tienen una importancia astrobiológica, especialmente debido a la búsqueda de evidencias de entornos capaces de sustentar vida en Marte y las lunas de Júpiter Europa y Ganímedes.

Los investigadores matizan que la probabilidad de que las partículas alcancen algún objetivo atractivo también depende del lugar de la Tierra desde donde han sido expulsadas. En general, las probabilidades, aunque existan, son siempre pequeñas, según reconocen los investigadores. Nuevas simulaciones aún más precisas serán necesarias para determinar, con mayor seguridad, si la vida terrestre pudo haber alcanzado otro mundo. Si una vez allí consiguió aferrarse y expandirse, ya es otra historia. (Fuente: ABC ciencia)

Pero aún queda otro invitado más que añadir a toda historia: las enanas marrones.

Este tipo de objetos se caracteriza por estar a medio camino entre la consideración de planeta y de estrella. Los astrónomos suelen referirse a ellos como “estrellas fallidas”, debido a que, aunque poseen características básicas propias de una estrella, no tienen masa suficiente para que sus núcleos generen fusiones nucleares. Es por ello que no brillan y son imperceptibles a simple vista. En cuanto a su temperatura, pueden llegar a bajar de los 100 ºC. De hecho, la más fría conocida posee una temperatura atmosférica de 25ºC.

A finales de abril, científicos de la Universidad de Penn State descubrieron ondas de radio en una enana marrón, superando así los récords anteriores para la temperatura estelar más baja en la que se pueden producir ondas de radio. Según los investigadores, esto supone la existencia de una magnetosfera que la protege de los rayos cósmicos y, del mismo modo que el campo magnético terrestre nos protege del viento solar, el saber si los campos magnéticos planetarios son comunes o no a lo largo de la galaxia nos permitiría comprender las posibilidades de encontrar vida más allá del Sistema Solar.

Nubes cósmicas, planetas errantes, asteroides, enanas marrones cálidas y protegidas… En fin, todo un cóctel, si no para reflexionar, al menos para soñar un Universo no tan solitario…



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