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| Da: Marti2  (Messaggio originale) | 
Inviato: 27/05/2014 01:42 |   
L’historia de John O’Neill, “el hombre que sabía”
Emisión en la  televisión un documental sobre el responsable de seguridad del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 
  
Todos los ingredientes de una intriga policíaca se reúnen en este 
documental televisivo de 42 minutos del realizador estadounidense 
Michael Kirk exhibido en Francia por el canal M6 con el título “El 
hombre que sabía”. Un ex agente especial del FBI al estilo de James 
Ellroy o Tom Clancey, hablador y seguro de sí mismo, la torre sur de las
 Twins Towers, el ogro Al-Qaeda, un embajador norteamericano en Yemen, 
el primer atentado terrorista en suelo estadounidense, el fantasma de 
Ben Laden y todo en medio de luchas de poderes, cientos de muertos, 
trampas, envidia, etc…
  La emblemática figura de John O’Neill, 
hijo de un taxista de Atlanta amante de la gran vida, amigo de Robert de
 Niro, trabajador constante, no es, sin embargo, producto de la 
imaginación febril de un novelista sino algo auténtico. Muerto a los 49 
años, O’Neill no tuvo ni el tiempo ni la posibilidad de terminar su 
trabajo, a pesar de todo lo que sabía. El gobierno norteamericano no le 
dio crédito ni tuvo confianza en él, y hasta es posible que haya hecho 
todo lo posible para hacerlo callar.
  Este ex agente del FBI, que 
se convirtió, el  primero  de septiembre de 2001, en el responsable de 
la seguridad del World Trade Center (WTC), solamente tuvo tiempo, antes 
de morir once días después, a las 9:49 am., en el derrumbe de la torre 
sur, de comprender lo que verdaderamente acababa de suceder en el 
momento en que un avión se estrelló contra una de las célebres Torres 
Gemelas de Manhattan. O’Neill se encontraba en su oficina del piso 34. 
Fue el único en entender inmediatamente lo ocurrido y no tuvo más que 
unos minutos para comunicarse por su celular con su hijo y después con 
Valerie James, su última compañera, para decirle: “Es horrible. Hay 
cuerpos destrozados por todas partes. Tengo que ayudar a la gente. Te 
vuelvo a llamar.” Pero no dijo nada de lo que sabía.
  Lo que 
presentía O’Neill, quien había investigado durante años el terrorismo 
islámico contra Estados Unidos, en Pakistán, África y Yemen, lo había 
repetido sin embargo la víspera, el 10 de septiembre, durante una cena 
entre amigos en un restaurante chic, el Elaine’s, del Upper East Side: 
“Algo nos va a suceder… algo enorme. Habrá cambios… una gran sacudida.” 
Chris Isham, de ABC News, le había dicho, en broma: “Ahora tienes un 
trabajo suave en el WTC. Allí no van a meterte bombas otra vez.” Después
 de reflexionar, O’Neill contestó: “Todavía tienen en mente terminar el 
trabajo. Lo harán de nuevo.” “No olvidaré nunca lo que me dijo aquel 
día.” Hacía años que O’Neill esperaba lo peor. Pero nadie le hizo caso. 
Lo tildaron de loco y lo echaron del FBI. ¿Por qué?
  O’Neill hizo 
toda su carrera en el FBI, donde trabajó 25 años. Empieza a investigar 
sobre el terrorismo islámico cuando tiene lugar el primer atentado 
contra el WTC, en 1993. Descubre entonces las redes de Al-Qaeda y trata 
de alertar a las autoridades norteamericanas sobre el peligro que 
representan las redes de Ben Laden. “Todo en vano, escribe Hugo 
Cassavetti en Télérama, semanario cultural sobre la televisión francesa,
 ya que no este dandy no tiene solamente amigos en las altas esferas del
 FBI, el cual habría podido anticiparse al ataque si hubiese tenido en 
cuenta las informaciones recogidas por O’Neill y si le hubiese permitido
 continuar sus investigaciones en vez de desacreditarlo y obligarlo a 
dimitir.” “Siempre tuvo olfato y una obstinación fuera de lo común. Fue 
el primero en pronunciar el nombre de Al-Qaeda en Estados Unidos. Más 
que un cazador de terroristas, John O’Neill fue el que mejor 
“caracterizó” el terrorismo en Estados Unidos”, según Regis Le Sommier, 
corresponsal de Paris-Match en Nueva York (ver Paris-Match, n° 2833, 4 
de Septiembre 2003).
  En 1995, O’Neill logra el arresto, en 
Pakistán, de Ramzi Ahmed Youssef, cerebro del atentado de 1993. El 
nombre de O’Neill aparece también cuando se habla de la investigación 
sobre los atentados contra las embajadas estadounidenses en 
Dar-es-Salaam y Nairobi, en 1998, aunque él permanece en su oficina de 
Nueva York. Se le niega la posibilidad de investigar in situ. Se cita 
también su nombre en el desmantelamiento del proyecto Bojinka, que 
consistía en la organización de una docena de atentados simultáneos 
contra aviones de pasajeros… Cuando O’Neill, y sus 20 agentes, están a 
punto de aportar informaciones cruciales, después del atentado del 17 de
 octubre del 2000 en Yemen contra el navío de guerra USS Cole, la 
embajadora norteamericana en ese país, Barbara K. Bodine, logra que se 
le retire el caso. Oficialmente, la embajadora Bodine teme por el futuro
 de las relaciones entre su país y Yemen… Por consiguiente, se le 
prohíbe a O’Neil continuar armando el rompecabezas. Se entierra el caso 
del USS Cole. “El enemigo de Osama Ben Laden también tenía enemigos”, 
comenta Alexandre Dini en el Journal du Dimanche del 7 de septiembre de 
2003.
  El documental del realizador Michael Kirk, que no alcanza a
 desarrollar, en 40 minutos, diversos puntos de sus revelaciones, esboza
 varias explicaciones: luchas intestinas en el seno del FBI, envidias, 
desconfianza, ceguera, etc. Desacreditado por sus propios jefes, O’Neill
 estaba, en junio de 2001, a punto de descubrir la verdad. El arresto de
 un terrorista en Yemen, Fahad al-Quso, debía ponerlo sobre la pista de 
dos hombres… que se harían célebres como piloto y copiloto del vuelo 77 
de American Airlines que se estrelló contra el Pentágono.
  Convencido
 de que el World Trade Center sería atacado de nuevo, O’Neill acepta 
encargarse de su seguridad. “Este eficaz documental recoge la historia 
de este enredo, consecuencia de sórdidas luchas de poderes”, agrega Hugo
 Cassavetti.
  Louis Freeh, director del FBI; Tom Pickard, 
vice-director; y la señora Bodine se negaron a responder a las preguntas
 del realizador. Pero los amigos de John O’Neill no vacilaron en 
defender la memoria de este y rendirle homenaje.
  Sin embargo, es 
curioso que el documental de Kirk pase por alto el principal 
descubrimiento de O’Neill: el importante papel de Arabia Saudita en el 
financiamiento de las redes de Ben Laden. Otro periodista, Jean-Baptiste
 Naudet, menciona este aspecto en Le Nouvel Observateur, el semanario 
político de mayor tirada en Francia. En el libro Ben Ladem, la vérité 
interdite (Ben Laden, la verdad prohibida), Jean-Charles Brisard, de 33 
años, investigador privado especializado en inteligencia económica, 
quien trabajó para el grupo Vivendi y elaboró, en 1997, un “Informe 
sobre el entorno económico de Osama Ben Laden” destinado la Dirección de
 Vigilancia Territorial (DST) [Organismo francés de contrainteligencia. 
Nota del Traductor], y su coautor, Guillaume Dasquié, de 35 años, 
redactor jefe de la publicación especializada Intelligence Online, 
detallaban ese apoyo desde finales de noviembre de 2001. Entrevistado 
por Patricia Tourancheau, del diario francés Libération (Ver “Le FBI a 
bloqué l’enquête sur Al-Qaida” [El FBI bloqueó la investigación sobre 
Al-Qaeda], 14 de noviembre de 2001), J.C. Brisard contaba su encuentro 
con John O’Neill. A la pregunta “¿Por qué O’Neill, segundo hombre del 
FBI en New York y ex coordinador de la lucha antiterrorista, encargado 
de las investigaciones sobre Al-Qaeda, dejó el FBI este verano?”, 
Brisard respondía: “John O’Neill me reveló que el principal obstáculo a 
las investigaciones norteamericanas sobre esas redes son precisamente 
Arabia Saudita y el petróleo. En las organizaciones caritativas que 
financian a Osama Ben Laden hay miembros de la familia real. Las cuatro o
 cinco familias sauditas que lo apoyan representan 15% del PIB nacional.
 Las sumas que Ben Laden puede haber recibido en diez años de los 
sauditas y de su propia familia por intermedio de organizaciones 
caritativas representan entre 50 y 100 millones de dólares. Al menos 
seis miembros de su familia han ayudado a sus redes. El principal 
financista de Al-Qaeda, Khalid Ben Mafouz, es el banquero más importante
 de Arabia Saudita e incluso cuñado de Ben Laden.
  Según John 
O’Neill, el Departamento de Estado prefirió preservar sus intereses y la
 dirección del FBI bloqueó sus averiguaciones. Ante una administración 
sorda a sus argumentos sobre el importante papel de Arabia saudita en la
 expansión de las redes de Ben Laden, John O’Neill, desilusionado, 
presentó su renuncia al FBI.”
   Aquel hombre amante de los 
puros y el buen whisky, nada más que Chivas Regal, que usaba a menudo un
 traje Burberry’s con un pañuelo blanco como adorno, a quien llamaban, 
por su elegancia, “el príncipe de las tinieblas”, se llevó a la tumba lo
 que sabía. Determinado, poco conformista, atípico, según el documental 
de Michael Kirk, audaz, objeto de diversas investigaciones internas, 
considerado como indisciplinado, el agente O’Neill sabía mucho. 
Demasiado, quizás. En todo caso, cada vez más aislado en el seno mismo 
del FBI, O’Neill ve de hecho su oficina marginada en junio de 2001. En 
el preciso momento en que la probabilidad de un ataque de Al-Qaeda en 
territorio norteamericano se hace más elevada (mp).
  Michel Porcheron 
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Da: Marti2 | 
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Inviato: 27/05/2014 01:48 |  
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 Messaggio 8 di 13 di questo argomento  |  
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 Messaggio 9 di 13 di questo argomento  |  
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 Messaggio 10 di 13 di questo argomento  |  
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Da: Marti2 | 
Inviato: 27/05/2014 01:50 |  
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 Messaggio 11 di 13 di questo argomento  |  
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Da: Marti2 | 
Inviato: 27/05/2014 01:51 |  
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 Messaggio 12 di 13 di questo argomento  |  
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Da: Marti2 | 
Inviato: 27/05/2014 01:52 |  
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 Messaggio 13 di 13 di questo argomento  |  
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Da: Marti2 | 
Inviato: 27/05/2014 01:56 |  
 
   
¿QUIEN MATO A JOHN ONEILL? 
John O’Neill trabajó para el FBI durante 25 años, y llegó a
ser el mayor experto en el terrorismo de Al Qaeda. Empezó a investigar
el terrorismo islámico cuando tuvo lugar el primer atentado de 1993
contra las Torres Gemelas. Su gran olfato y obstinación le convirtieron
en un experto cazador de terroristas. Así, en 1995, O’Neill logró el
arresto, en Pakistán, de Ramzi Ahmed Youssef, el cerebro del atentado
de 1993. 
O’Neill investigó también los atentados contra las embajadas
estadounidenses en Dar-es-Salaam y Nairobi en 1998, y en octubre del
2000 en Yemen contra el navío de guerra USS Cole. 
Pero a partir de su investigación en el ataque de Yemen, en
octubre de 2000, John O’Neill se encuentra con que las autoridades
estadounidenses le empiezan a poner pegas hasta conseguir retirarle del
caso. Ocurría algo muy simple: ya se estaba acercando la fecha de
septiembre de 2001, y no interesaba llegar hasta el final de las
investigaciones. 
A partir de ese momento no se le permite al agente O’Neill
avanzar en sus investigaciones sobre Bin Laden y la red Al Qaeda. Y no
sólo eso, el agente antiterrorista del FBI se encuentra con que de
repente empieza a ser desacreditado por sus propios jefes. 
En el verano de 2001, el agente John O’Neill presenta su
renuncia y se marcha desilusionado del FBI. En una entrevista concedida
al diario francés Libération, la periodista Patricia Tourancheau le
pregunta por qué el mayor experto en terrorismo islámico deja el FBI.
El ex-agente federal contesta que es todo un asunto de petróleo. 
La jugada maestra de los conspiradores del 11- S viene
cuando el día 1 de Septiembre de 2001, Jerome Hauer, asesor para
agencias del Gobierno en asuntos antiterroristas, le propone a John
O’Neill el puesto de responsable de seguridad del World Trade Center,
Las Torres Gemelas. 
 
Jerome Hauer no era un cualquiera, asesor gubernamental para asuntos de
terrorismo, Hauer situó a O’Neill en las Torres Gemelas, el blanco de
los atentados del día 11 de Septiembre de 2001. 
10 días más tarde, el 11 de Septiembre de 2001, a las 9:49
am., se produce el derrumbe de la Torre sur. Unos aviones se habían
estrellado contra las Torres Gemelas de Manhattan. O’Neill se
encontraba en su oficina del piso 34. Solo tuvo tiempo de llamar a su
casa; habló con su hijo, y después con Valerie James, su compañera: 
 
- “Esto es horrible. Hay cuerpos destrozados por todas partes. Tengo que ayudar a la gente”… 
John O’Neill murió el 11 de Septiembre, siendo una de las
víctimas de los brutales atentados. El agente del FBI que sabía
demasiado, el mayor experto en terrorismo de Al Qaeda dejó de molestar
para siempre.  
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