La hiperacidez es considerada como uno de los grandes males de las sociedades modernas y el modo de vida occidental.
En su libro El poder curativo de los antiácidos naturales
(Robin Book), Norbert Treutwein ofrece un programa completo para
aprender a equilibrar el nivel de ácidos en la dieta, con el objetivo de
disfrutar de una buena salud.
¿Qué grado de acidez debe presentar realmente una persona? La
respuesta es breve y sencilla: simplemente, no debe presentar acidez
ninguna, con la salvedad de la capa ácida protectora que forma la piel
del ser humano para defenderse de los agentes patógenos. Otra excepción
es también el estómago, que posee un medio de ácido clorhídrico por unas
razones muy determinadas. Por lo demás, todo el organismo de la persona
funciona mejor en el ámbito neutro o alcalino.
En los seres
humanos se miden diferentes grados de acidez en las distintas zonas del
cuerpo, desde un pH 8 en el tracto instestinal al pH 1,2 en el estómago.
El
gradiente de acidez entre la sangre, el tejido conjuntivo y las células
de los órganos es todo un dispositivo, puesto que favorece el
transporte que elimina los ácidos de las células a través del tejido
conjuntivo hasta llegar a la sangre.
En situación
alcalina, disminuye la presión sanguínea, se tranquiliza la respiración,
baja el azúcar en sangre, aumenta la insulina
Nuestra sangre
continúa con el transporte de los ácidos llegando hasta allí donde
pueden eliminarse, por así decirlo, como residuos tóxicos: ya sea hacia
los pulmones, que están en condiciones de expulsar con el aire de la
respiración el ácido carbónico, o hacia los riñones, que elimina los
ácidos con la orina. También pueden ser expulsados a través del
intestino y de las glándulas sudoríparas.
El requisito para que
funcione el transporte de los residuos de nuestro cuerpo es,
naturalmente, un perfecto funcionamiento de nuestros mecanismos de
desadicificación. Para la eliminación de los residuos tóxicos del propio
cuerpo también es importante que la cantidad de ácidos producidos lo
sea en una medida razonable. Es así porque los mecanismos que expulsan
el ácido restante tienen una capacidad bastante limitada. Si se generan
más de lo que pueden eliminar la sangre, los riñones, la respiración, el
intestino y la piel, el cuerpo lo acumula en forma de depósitos. Son
como los basureros de los que tanto se habla en el caso de los residuos
nucleares y para los que, de momento, nadie ha encontrado un depósito
definitivo.
Un cuerpo sobrecargado de ácido reacciona de un modo
totalmente distinto a una persona en la que sus humores corporales se
encuentran en el equilibrio ácido-base.
El ácido y el bienestar
El
ácido hace enfermar y la enfermedad nos vuelve ácidos. Un callejón sin
salida. Un estado alcalino del metabolismo, por el contrario,
intensifica un estado de ánimo positivo en general y, a la inversa, un
espíritu relajado que se ocupa de pensamientos positivos puede actuar en
contra de la hiperacidez del cuerpo.
Si nuestro
cuerpo obtiene una alimentación correcta y suficiente ejercicio físico,
puede actuar con mayor facilidad contra un exceso de ácido
Explico
a continuación los efectos más importantes de los ácidos y las bases
sobre las funciones de nuestro cuerpo. Con hiperacidez, aumentan la
presión sanguínea, la respiración, el azúcar en sangre, la temperatura
corporal, las hormonas, la producción de adrenalina, tiroxina y
estrógenos, lo que favorece las inflamaciones, aumenta el sueño, supone
una tendencia a estar despiertos, incluso con problemas de insomnio, se
es más sensible a los rayos solares, estimula el sistema simpático y
hace que predomine un estado de humor depresivo y negativo. Por el
contrario, en situación alcalina, disminuye la presión sanguínea, se
tranquiliza la respiración, baja el azúcar en sangre, aumenta la
insulina, también la secreción del timo y de la colina –un principio
activo de la bilis–, hay una necesidad sana de sueño, se tiene más
energía y un aumento de la resistencia, se es menos sensible a los rayos
solares, se estimula el sistema parasimpático –tranquilizador– y el
estado de ánimo tiende a ser alegre.
Es decir, los síntomas que se presentan en muchísimas enfermedades van a compañados en todos los casos de un exceso de acidez.
Qué nos hace estar tan ácidos
La
consecuencia por tanto es inmediata: ¡hagamos algo contra el ácido que
nos pone enfermos! Por desgracia, la mayoría del alimentos a los que
estamos acostumbrados a comer en abundancia generan ácidos en el cuerpo.
Entre otros, mediante estos ácidos, se forman compuestos químicos tales
como fosfatos y sulfatos, que sustraen del cuerpo sustancias alcalinas
para poder neutralizarlas.
Pero si nuestro cuerpo obtiene una
alimentación correcta y suficiente ejercicio físico, puede actuar con
mayor facilidad contra un exceso de ácido. Entonces se regula por sí
mismo.
Comer cuatro veces más formadores de bases que de ácidos:
esto equivale aproximadamente a la relación que existe en el cuerpo de
manera natural entre los ácidos y las bases (o que debería existir). Lo
único que se necesita saber es cuáles son los formadores de bases y
cuáles los de ácido. En poco tiempo, uno se da cuenta.