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Socio-Política: ¿Es musulmán el wahabismo? 
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 Messaggio 1 di 6 di questo argomento  |  
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| Da: kuki  (Messaggio originale) | 
Inviato: 26/01/2015 03:50 |   
En su libro Les Egarés. Le wahhabisme est-il un contre islam? (Los Descarriados. ¿El wahhabismo es contrario al islam?),  Jean-Michel Vernochet muestra como esa corriente se ha erigido en único  islam auténtico y ha condenado como herético el islam tradicional,  existente desde hace 11 siglos. Desde su punto de vista histórico y  teológico, Vernochet refuta la idea, divulgada desde el inicio de la  expansión del wahabismo –subvencionada por Arabia Saudita–, de que el  wahabismo es una forma extrema del islam tradicional. El estudio de  Vernochet aparece en momentos en que ese punto de vista y otros  similares se extienden por el mundo árabe como reacción ante las  fechorías de la Hermandad Musulmana, de al-Qaeda y del Emirato Islámico.  El autor responde aquí a nuestras preguntas. 
  
Red Voltaire: El wahabismo se extiende hoy ampliamente en el seno del islam sunnita presente en Europa. Pero usted estima que el wahabismo no es sunnita y que ni siquiera es musulmán, en el sentido tradicional de ese término. Explíquenos, por favor, esa paradoja. 
Jean-Michel Vernochet: Si nos tomamos el trabajo  de consultar a los innumerables doctores del islam cuyos trabajos  podemos encontrar en internet, notaremos que el wahabismo [1], que es la ideología de los degolladores de Daesh [2], constituye una verdadera ruptura epistemológica con la tradición islámica clásica, al igual que en relación con lo que  podemos llamar el islam popular.  Cuando hablé de eso, personalmente y  cara a cara, con el erudito militante  Sheikh (jeque)  Imran Hossein, este se mostró totalmente de acuerdo con esa definición de la doctrina wahabita. Estuvimos de acuerdo en que se trata de una herejía cismática que los sabios musulmanes, y también los intelectuales laicos árabes, designan con el término dajjál, ¡cuya traducción más exacta sería el anticristo! [3] 
Al dar a conocer en mi trabajo los análisis de ulemas (teólogo  estudioso del islám) cuyo conocimiento del islam está más que  comprobado, mi objetivo es proporcionar elementos indiscutibles que  permiten mostrar la naturaleza fundamentalmente divergente del wahabismo  en relación con el islam tradicional –algo que los occidentales  desconocen por completo en la medida en que no saben prácticamente nada  del islam, con excepción del resumen extremadamente sucinto que  proporcionan algunos teólogos cristianos, desgraciadamente dogmáticos pero que creen saberlo todo a partir de lo que dicen sobre el tema la  prensa escrita y audiovisual, prensa dirigida por personas cuyo primer objetivo es impedir que sepamos porque es para ellos la mejor manera de conducirnos, volens nolens, hacia el fuego de posibles guerras civiles. 
El prejuicio más extendido es que el islam constituye un bloque  monolítico, cuando es evidente que el islam es –en realidad– múltiple,  empezando por sus diversas interpretaciones de la ley coránica en  materia de jurisprudencia. Hay que subrayar que este triste  desconocimiento del verdadero islam va incluso más allá de los  no musulmanes. En la Unión Europea la mayoría de los jóvenes  descendientes de inmigrantes tienen un conocimiento extremadamente  limitado de su propia religión, lo cual facilita las posibilidades de  influenciarlos predicándoles un islam supuestamente original, puro y  “no falsificado”… como las leyes de la competencia liberal que debe  dirigirse por todos los medios, incluyendo los medios coercitivos, a  convertirse en «pura y perfecta» en el paraíso terrenal del hipercapitalismo. 
Vemos aquí lo peligroso que puede resultar confundir todos los  rostros del islam y sobre todo reducirlo a su caricatura, que es el takfirismo [4]. 
Si el islam se viese limitado a las diferentes expresiones del  wahabismo, estaríamos cerca de la guerra total entre las civilizaciones.  Estamos hablando de una guerra en que la que 1 000 millones de  occidentales de cultura cristiana tendrían que enfrentarse a 1 500  millones de musulmanes. Salta a la vista el carácter loco y absurdo de  esa perspectiva. Sin embargo, algunos –como los pensadores y  simultáneamente agitadores que tenemos en Francia, los Jacques Attali, los Bernard-Henry Levy y tantos otros por el estilo, y sobre todo los think-tanks (tanques pensantes) [5]  de Washington– presentan ese choque de civilizaciones como algo probable cuando no como inevitable. Y ya sabemos que la influencia de esos gurús puede conducir, como en el caso de Libia, al baño de sangre y el caos duradero. 
Para responder a su pregunta con más precisión resaltaré que el  wahabismo es un literalismo exacerbado. Y, como tal, se sale de la ley  islámica tal y como esta última aparece revelada en el Corán. Como  ilustración de ello quiero recordar que la prédica del jurista Abdul  Wahhab (1703-1792) se desarrolla tomando estrictamente al pie de la  letra cada palabra, cada frase de la Recitación. O sea, en su sentido  literal más absoluto, al extremo de llegar a hacerle decir al Corán  enormidades fenomenales. Como que Dios estaría concretamente sentado en  un trono y que tendría una pierna en el infierno [6].  Cualquier musulmán sabe perfectamente que decir que Alá tiene un cuerpo  material es algo particularmente absurdo… todos saben que ese tipo de  representación es puramente metafórica. Es una imagen, no una  descripción antropomórfica de Dios. 
Pero eso no sería gran cosa si ese literalismo, esa lectura primaria,  primitiva del Corán no llevara a los adeptos del wahabismo –con el  pretexto de un regreso a los orígenes, o sea de una salafiya, de  una imitación de la vida del profeta– a negar los principios mismos del  Corán… o a reducir el Corán a una lectura jurídica restrictiva  extremadamente manipulada en función de las necesidades de conquista  política y de consolidación de un poder temporal… el de la familia  reinante de Arabia o de las múltiples variantes de la Hermandad  Musulmana, ¡como en Turquía con el régimen islamo-kemalista de Erdogan I! 
Peor aún, los wahabitas han llegado incluso a inventar un 6º pilar de la fe islámica. Sería una obligación secreta que consistiría en convertir por la fuerza a los descreídos así como a los malos creyentes y los apóstatas… lo cual apunta contra todos los chiitas y las corrientes sufistas y también contra la mayor parte de los musulmanes sunnitas cuyas  prácticas religiosas serían consideradas como corruptas por la  influencia de los no creyentes. Para imponer esa idea, los wahabitas  inventaron de la nada un deber de hacer la guerra santa. Eso es una  interpretación tendenciosa del concepto de yihad que es ante todo  –por mucho que le pese a los malintencionados de todos los bandos– un  esfuerzo por alcanzar la perfección individual, una guerra interior de  cada cual, guerra contra nuestras propias debilidades, contra nuestras  pasiones y contra la tentación del Mal que vive en nosotros mismos y que  se mantiene permanentemente al acecho. Al imponer la obligación de la  yihad, los wahabitas han cometido lo que los doctores [del islam]  designan con el término bid’a, que es una innovación perjudicial. Y la innovación está fundamentalmente prohibida en el islam, conforme al hadith [7]: 
«El libro de Dios transmite el discurso más real. La mejor enseñanza  es la de Mahoma. Las invenciones son la peor de las cosas. Toda  invención es una innovación. Toda invención es una aberración y toda  aberración conduce al infierno.» (An Nassi, Sunna, 3/188). 
 
Así mismo, Hassan el-Banna (1906-1949), fundador de la Hermandad Musulmana (su nieto es el conocido intelectual Tariq Ramadan),  presenta la guerra santa como una obligación necesaria e inevitable y  afirma que no cumplirla o rehuir el combate constituiría un pecado  capital de los que merecen ser castigados con la gehenne, o sea  el fuego del infierno. El-Banna incluso difundió una “carta” dedicada a  ese tema y destinada a sus seguidores, carta en la que hace precisamente  una “innovación” al agregar al nombre del profeta el título de «Señor de los muyahidines». ¡El-Banna designa además «el combate contra los infieles y la conquista» como la verdadera yihad, en oposición a la yihad «del alma», como habitualmente creen los musulmanes! 
Red Voltaire: Históricamente los británicos utilizaron el wahabismo para luchar contra el Imperio Otomano, que había caído en manos de los donmeh revolucionarios más conocidos bajo la denominación de “Jóvenes Turcos”.  Hoy en día, la Turquía que usted califica de islamo-kemalista apoya el  califato wahabita, en este caso el Emirato Islámico, mientras que este  último acaba de designar la monarquía wahabita saudita como su segundo  enemigo, después del chiismo. ¿Cómo se explican esas contradicciones? 
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Da: kuki | 
Inviato: 26/01/2015 03:50 |  
 
Jean-Michel Vernochet: Son muchas preguntas y poco fáciles. 
Al principio, el objetivo de los británicos en el siglo 19 no era  apoderarse del Imperio Otomano, ya por entonces más o menos moribundo y  afectado por el ascenso de fuerzas irresistibles. Esas fuerzas que  acabarían con él estaban representadas principalmente por los Jóvenes  Turcos del Comité Unión y Progreso. Ese movimiento revolucionario, que  se inspiraba en la Revolución Francesa y cuyas raíces se situaban en  París, Ginebra, Roma y Londres, sería el actor principal de la debacle.  El derrumbe del poder otomano y la toma del poder, en 1913, por el  triunvirato de los Jóvenes Turcos dieron lugar al genocidio armenio y a  la dictadura kemalista,  régimen ateo que se establece a la sombra del patíbulo y que no habría  surgido sin el activo respaldo de las logias masónicas inglesas,  francesas e italianas… o sin el respaldo de Lenin y de la burocracia  bolchevique. Se trata de un hecho poco documentado, poco conocido, pero  auténtico. 
Pero, volvamos al Imperio Británico. Durante el siglo 19 casi toda su  política hacia la Sublime Puerta (Constantinopla) será guiada por una  sola preocupación: garantizar la protección de la Ruta de Indias.  Seguridad que implica el control geográfico total del Golfo  Arábigo-Pérsico. Volvamos atrás por un momento para entender bien el  contexto, tanto del derrumbe del Imperio Otomano y del consecutivo  surgimiento de un reino wahabita del Hedjaz y del Nejd… Durante la  guerra de Crimea (de 1853 a 1856), la Inglaterra aliada de Francia acude  en ayuda de los osmanlíes contra Rusia. La interrogante que se plantea en aquella época se  presenta bajo la forma de una alternativa: desmembrar el Imperio –pero,  ¿cómo ponerse de acuerdo sobre la manera de repartirlo?– o mantenerlo en  estado de coma para desestabilizar la región, teniendo siempre como  trasfondo el eterno problema de Londres sobre la seguridad de las vías  marítimas y terrestres hacia la India. 
El destino del «Hombre Enfermo de Europa» [8] de hecho se mantiene en suspenso desde principios del siglo 19 por haberse establecido un statu quo explícito entre las potencias cristianas –Inglaterra, Alemania, Rusia,  Francia, Grecia e Italia– que de cierta forma congelaba las ambiciones  de todos. Nadie quería precipitar un derrumbe, en definitiva inevitable,  pero que habría afectado o cuestionado el precario equilibrio de  fuerzas en la región. Eso explica el carácter clemente del tratado de  Andrinopla, firmado en 1929, al término de la guerra ruso-turca. El zar  estimó que un Imperio Otomano decadente, exhausto debido a la deuda  contraída con buitres de la finanza internacional era algo preferible  al caos. Esta forma de sabiduría política ya no existe en nuestros  tiempos… 
Este largo recordatorio era necesario para demostrar que en estas  cuestiones es el pragmatismo lo que predomina sobre cualquier otro tipo  de consideraciones, empezando por las de orden religioso.  Posteriormente, manipulando durante la Primera Guerra Mundial a las  tribus wahabitas del Nejd contra la Sublime Puerta en momentos en que el  Imperio ya estaba virtualmente muerto, Londres ya sólo quiere destruir  el poderío otomano aliado al Reich alemán, y nada más. El aspecto  religioso es aquí secundario, nada fundamental. La guerra mundial está  en su apogeo y el triunvirato Jóvenes Turcos que ha tomado el poder en  Constantinopla [9]  en 1913 ha optado, en efecto, por asociar su destino al de Alemania,  país que goza de una inmensa influencia económica en el Imperio…  El triunvirato espera aprovechar la confusión de la guerra para aplicar a  gran escala una política de limpieza étnica contra todas las  comunidades cristianas del Imperio, seguramente con algún tipo de  segunda intención mesiánica y un odio escatológico que muy pocos  se atreven a mencionar, ni siquiera hoy en día. Se abre entonces un  abismo en el que la mayoría de la nación armenia va a verse arrastrada entre 1915 y 1916. 
Se trata de una política genocida que Kemal Pacha (Ataturk)  proseguirá y completará por mucho tiempo después de la derrota de los  Jóvenes Turcos y de la victoria aliada de 1918, en particular en 1924,  en ocasión de los traslados masivos de pobladores cristianos de Anatolia  previstos en el Tratado de Lausana, firmado el 24 de julio de 1923. Con  ese tratado se cierra definitivamente la Gran Guerra en el frente  oriental. Es importante señalar que al proseguir el etnocidio [10]  iniciado por sus predecesores, el ateo fanático y compañero de ruta  del Comité Unión y Progreso Kemal Pacha es solamente un precursor de la  limpieza étnico-confesional que actualmente desarrollan, aunque a una  escala mucho más reducida, los yihadistas salafo-wahabitas contra los católicos asirio-caldeos y los yazidíes en el norte de Irak. 
Pero volvamos a los años de la Primera Guerra Mundial. Los aliados  estiman que ha llegado el momento de desmembrar un imperio agonizante y  cuyos nuevos amos donmeh han escogido una mala opción estratégica  al optar por el Reich alemán. Mientras estallan rebeliones armadas en  todas partes –en Afganistán, Irak, Siria, Palestina, Egipto–, Londres y París se reparten de antemano los despojos del Imperio,  en 1916, con el acuerdo secreto Sykes-Picot. Y lo hacen burlándose de  las promesas de independencia hechas a los árabes que habían combatido  junto a británicos y franceses. Los ingleses, a partir de 1916,  utilizarán el wahabismo por su dinámica, por su fuerza explosiva, como  fanatismo e ideología de conquista, para consolidar su control en la  Península Arábiga. 
En cuanto a la situación actual, indudablemente no se trata más que  de rivalidades entre poderes que compiten entre sí. Si miramos la  historia regional, en particular en este último medio siglo, vemos una  lucha perpetua por alcanzar el liderazgo. Así sucedió con Gamal Abdel  Nasser, Hafez el-Assad, Muammar el-Kadhafi, Sadam Husein, sin entrar a  mencionar el Estado hebreo, cuyo papel en la destrucción de sus vecinos y  enemigos potenciales es un factor básico. Ahora son Teherán, Ankara y  Riad quienes están compitiendo por el mismo objetivo, independientemente  de sus identidades confesionales. Es por consiguiente en términos de  competencia que yo interpreto las luchas, a menudo sangrientas, que  enfrentan entre sí a las diferentes facciones salafo-wahabitas. Y entre  ellas se encuentran los diferentes movimientos que luchan en Siria, con  el Emirato Islámico en primera fila. Asimismo, la dimensión sectaria de  las divergencias entre la Arabia wahabita, la Turquía islamista y Daesh  [el Emirato Islámico], es a fin de cuentas secundaria en relación con  las ambiciones hegemónicas, al menos de carácter regional, que los  oponen entre sí… sobre todo teniendo en cuenta que todos comparten el  fondo ideológico wahabita, y eso incluye a la Hermandad Musulmana aunque  esta última no lo reconozca abiertamente. 
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 Messaggio 3 di 6 di questo argomento  |  
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Da: kuki | 
Inviato: 26/01/2015 03:51 |  
 
Réseau Voltaire: Usted dice que la Hermandad Musulmana y el wahabismo tienen mucho en común. ¿Qué más puede decirnos al respecto? 
Jean-Michel Vernochet: Aún sin ser “una sociedad secreta wahabita”, la Hermandad Musulmana no deja de ser una prolongación de la secta madre que tiene su sede en Riad. Habría que hacer un trabajo minucioso de comparación entre las doctrinas y programas. Pero insistimos en un punto ya mencionado: el wahabismo y la jamiat al-Ikhwan al-muslimin [La Hermandad Musulmana] son esencialmente ante todo herramientas  ideológicas, o sea no religiosas, a pesar de toda su fachada de  puritanismo. Son medios ideocráticos de conquista y nada más. Resulta  evidente que el wahabismo no es la pura y simple expresión de una fe  viviente sino su caricatura más exagerada. Y los musulmanes no se  equivocan cuando lo denuncian como la caricatura que es. 
Y no soy yo quien lo dice sino los doctores del islam. O sea, lo dicen todos aquellos cuya voz el «Occidente»  perezoso no quiere oír porque es más fácil dedicarse a la sociología  barata en los barrios populares de las metrópolis europeas con una  fuerte tasa de población inmigrante que estudiar, con un poco de  humildad, la dimensión teológica del fenómeno yihadista y del apoyo  proactivo que le aporta ese otro puritanismo que es el calvinismo  anglo-estadounidense cuando sirve de instrumento a un imperialismo  carente de alma y de entrañas. 
Hecho hoy olvidado, la Sociedad de los Hermanos Musulmanes creada por  Hassan el-Banna en 1928 rápidamente acoge, después de su nacimiento, a  miembros del Ikhwan que huyen del Nejd tratando de escapar a las  represalias de Abdelaziz ibn Saud. Son esos los hombres que formarán  el núcleo duro de la nueva cofradía egipcia. En 1954, cuando Nasser  disuelve la cofradía, los cuadros de esta irán naturalmente al  reencuentro de sus orígenes en Riad. Finalmente la cofradía dará lugar  al nacimiento –en los años 1970– de la Yihad Islámica egipcia,  antecesora de Daesh [el Emirato Islámico], que se planteaba como  objetivo el restablecimiento del califato en Egipto. Y eso es lo que  acaba de hacer el Emirato Islámico con la bendición de los “aliados  hermanos enemigos” de Ankara, Londres, París, Riad, Doha, Washington,  Amman y Tel Aviv. 
Red Voltaire: Los británicos apoyaron el desarrollo del wahabismo y después lo hizo Estados Unidos. Actualmente, la Hermandad Musulmana incluso está representada en Washington, en el Consejo Nacional de Seguridad [de Estados Unidos]. ¿Puede decirse de la cofradía lo mismo que usted  denuncia al referirse al wahabismo, o sea que esas formaciones serían en  el mundo musulmán las vías y medios de lograr la destrucción del islam  desde adentro? 
Jean-Michel Vernochet: La contínua expansión del  wahabismo durante el siglo pasado está estrechamente vinculada con la  del modelo financiero, económico y societal anglo-estadounidense.  La suerte de la Península Arábiga ha estado indisolublemente ligada,  desde 1945 y hasta el sol de hoy, a la América-Mundo… la cual constituye  una especie de hidra de varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales  están en Manhattan, Chicago (donde se halla la bolsa mundial de  materias primas), Washington con la Reserva Federal, en la City de  Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la sede del Banco  Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper empresa  anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos  centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales! 
Así que sería demasiado simple ver la ideología wahabita sólo como un  instrumento de influencia o incluso de dominación regional. El mundo  musulmán cuenta 1 000 millones y medio de personas. Controlarlo es una  empresa gigantesca. Desde esa perspectiva, seguramente hay que ver en la  ideología wahabita un claro intento de subvertir el islam. En otras  palabras, la versión islámica, incluso “adaptada al islam”, de la nueva  religión global que trata de imponerse en todas las naciones y a todos  los pueblos, ya sean cristianos o musulmanes. Religión societal,  religión de mutación civilizacional que antecede o acompaña  la progresión de un mundialismo caníbal. Una religión destinada a  reemplazar a todas las demás y que podríamos designar con toda razón  como el “monoteísmo del mercado”. 
Está comprobado que el wahabismo cohabita perfectamente con el  anarco-capitalismo. Por muy sorprendente que pueda parecernos, eso está  fuera de dudas. Ese puritanismo está destinado, quizás habría que decir  predestinado, a sustituir el islam tradicional con su apego pasado de  moda a valores morales tradicionales, esencialmente compasivos. A los  puros, el wahabismo les justifica el asesinato de todo aquel que no se  someta íntegramente a una misma e inexorable interpretación de la  charia… exactamente igual que la democracia universal y supuestamente  humanitaria que Estados Unidos pretende imponer por la fuerza de las  armas en los cuatro puntos cardinales del planeta. La Gran América ve su  Destino Manifiesto como un derecho ilimitado a matar a todos los que se  muestran reticentes a entrar por voluntad propia en la matriz  democrática judeo-protestante made in America. 
En pocas palabras, si el wahabismo es un instrumento, es  el instrumento de una destrucción interna y programada del islam… de la  misma manera que el mesianismo marxista y posteriormente  el freudo-marxismo liberal-libertario realizaron y prosiguen una obra  análoga de liquidación en nuestras sociedades postcristianas. 
Red Voltaire: Existen actualmente 3 Estados que  tienen el wahabismo como religión oficial. Son Arabia Saudita, Qatar  y Sharjah, uno de los Emiratos Árabes Unidos. Puede ser que [la región  libia de Cirenaica] se una pronto a ellos [11]. Sin embargo, esos Estados están en guerra entre sí. ¿Cómo se explica eso y qué es lo que está en juego en ese enfrentamiento? 
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 Messaggio 4 di 6 di questo argomento  |  
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Da: kuki | 
Inviato: 26/01/2015 03:52 |  
 
Jean-Michel Vernochet: A pregunta compleja,  respuesta elemental. En otros tiempos, las tribus se atacaban entre sí.  Hoy en día no se trata de bandas de saqueadores sino de Estados. Hemos  pasado a una dimensión superior pero el principio sigue siendo el mismo.  Los Estados occidentales comparten entre sí la misma idolatría por una  democracia de apariencias, lo cual no les impide tratar de destruirse  entre sí, aunque sólo sea a través de una cruel guerra económica. «Una guerra que no se declara como tal» pero que no deja de ser implacable, donde los contendientes no tienen amigos ni aliados. «Una guerra a muerte», decía el difunto [presidente de Francia] Mitterrand [12].  Finalmente, son guerras ideológicas y societales. Hay que mirar hacia  Rusia y el Donbass, es una buena ilustración de lo que estoy diciendo. 
Todo se aclara si comprendemos que los diferentes Estados wahabitas y  las diversas variantes de la Hermandad Musulmana –entre ellas el  Partido para la Justicia y el Desarrollo de Recep Tayyip Erdogan– no  están interesados precisamente en que se cumpla la palabra de Dios en la  tierra ni por ningún objetivo trascendente sino más bien en objetivos  de poder puramente materiales. Sus ambiciones no son otras que las del  poder. A partir de ahí, sus intereses, estrategias y alianzas no son  exactamente los mismos. En la práctica, casi siempre están en desacuerdo  y casi siempre rivalizan entre sí. 
Esto puede parecer algo trivial, pero si queremos comprender  el funcionamiento del mundo… basta con ver una película de Hollywood  sobre las pandillas de mafiosos. ¡Eso explica todo! Todos se destripan  entre sí por un territorio, por un mercado, por una posición dominante,  por cuestiones de rango o de categoría formal. La única diferencia –si  acaso existe alguna– entre esas guerras de clanes y las guerras de  la diplomacia armada del hard y del soft power, reside en su envergadura pero no en su naturaleza. 
Red Voltaire: Al-Qaeda se define como wahabita,  pero uno de sus principales fundadores y actual jefe, Ayman al-Zawahiri,  es un ex miembro de la Hermandad Musulmana. En realidad, si bien todos  los líderes del terrorismo internacional se declaran wahabitas,  la mayoría de ellos son ex miembros de la Hermandad Musulmana. ¿Piensa  usted que la ideología actual de la yihad es wahabita o es que viene de  esa sociedad secreta que es la Hermandad Musulmana? 
Jean-Michel Vernochet: No me parece que, a estas  alturas, la pregunta pertinente sea saber quién fue primero, ¿el huevo  o la gallina?, en la medida en que ¡se trata de dos rostros de una misma  ideología! Los dos se han desarrollado y consolidado con el apoyo del  imperio británico: apoyo armado para el Tercer Reino Wahabita del Nejd y  del Hedjaz y apoyo financiero para la Hermandad Musulmana en Egipto.  De esa manera, wahabismo y cofradía son ya consustanciales puesto que  ambos tienen en común los mismos padrinos en Londres, en Washington  y últimamente en Riad. En cuanto a la yihad, ya hemos visto claramente  que en Egipto la nueva Ikhwan [Cofradía] ha engendrado una organización  de lucha armada, la Yihad Islámica, en aplicación de la doctrina  wahabita que habla de la existencia de un sexto pilar del islam, el de  la guerra santa, desconocido en el islam clásico, o sea la obligación de  convertir a los demás, incluso por la fuerza, recurriendo al hierro y  el fuego de ser necesario. En eso el wahabismo hace de la violencia una  dimensión estructural que no puede suscitar en Occidente otra cosa que  el rechazo más categórico. Estamos viviendo, en efecto, en una lógica de  choque frontal entre culturas y civilizaciones. 
Eso impone en nuestras sociedades oscuras perspectivas, sobre todo si  los musulmanes integrados a ellas llegasen a verse algún día obligados a  escoger un bando por la difusión extensiva de un falso islam. 
Los años terribles que vivió Argelia en los años 1990 no serían  seguramente nada en comparación con lo que tendrían que vivir las  comunidades musulmanas europeas… porque, como podemos comprobarlo en  todas partes, los primeros blancos y las primeras víctimas del wahabismo  no son otros que los musulmanes. 
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 Messaggio 5 di 6 di questo argomento  |  
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Da: kuki | 
Inviato: 26/01/2015 03:52 |  
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 Messaggio 6 di 6 di questo argomento  |  
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Da: kuki | 
Inviato: 26/01/2015 03:55 |  
 
[1]  El wahabismo es un movimiento creado por Mohammed ben Abdelwahhab en el  siglo 18. Es la religión oficial de Arabia Saudita, de Qatar y del  Emirato de Sharjah (miembro de los Emiratos Árabes Unidos). 
[2]  Daesh es el acrónimo árabe de la organización anteriormente conocida  como EIIL (Emirato Islámico en Irak y el Levante) y hoy designada  indistintamente como Emirato Islámico, Estado Islámico o, en inglés, y  por razones de propaganda estadounidense, bajo las siglas ISIS. Nota de  la Red Voltaire. 
[3]  La tradición islámica reconoce la llegada, cerca del momento del fin de  los tiempos, de un hombre que engañará al mundo, llamado Al-Masih  Ad-Dajjal, o sea el mesías impostor, o si se quiere el anticristo…  Su ideología será puramente materialista, aunque se presentará bajo  una apariencia mesiánica, y cuando sirve a los valores humanistas  es únicamente con una perspectiva terrestre, negando el regreso de Dios y  el Juicio Final. Es una civilización tuerta en la medida en que  pretende organizarse independientemente de los mandamientos divinos. 
[4]  El takfirismo es un movimiento surgido de la Hermandad Musulmana. Fue  creado en 1971 por el mesías egipcio Ahmed Mustafa Chukri. Según el  takfirismo, todos los musulmanes que no son takfiristas son apóstatas y  los verdaderos musulmanes están en la obligación de matarlos. 
[5] Think-tank que puede ser traducido como “laboratorio de ideas”, es el nombre que  recibe en inglés lo que podría calificarse como siendo un centro,  instituto o institución —conformada por un grupo de expertos— que se  dedican a difundir en la sociedad civil —de manera disimulada— una  propaganda ideológica de "naturaleza investigadora" (generalmente con un  objetivo político) bajo forma de divulgación de ideas o pensamientos  constructivos, necesarios e innovadores, útiles para el ciudadano común y  corriente, para los estudiantes, los líderes del país, los  intelectuales y otras instancias dirigentes o gobernantes de una nación.  Pretenden así intervenir, dirigir o influenciar sobre las políticas  públicas de un gobierno, sean estas culturales, sociales, de economía  nacional e internacional en un país dado. Los think-tanks operan  frecuentemente bajo cobertura de ser centros o fundaciones de  investigación independientes, pero en su mayoría están ligados a grupos  de poder o lobbys que incluso son ramificaciones de super-estructuras  conectadas a multinacionales, agencias de espionaje o países con  objetivos imperialistas de dominación, quiénes finalmente son los que  financian y comandan estos think-tanks. La misión de los think-tanks es pues la de inculcar e imponer en una población dada, una forma de  pensar, hacer aceptar los valores e ideas que los grupos dominantes  quieren imponer de acuerdo a sus intereses (económicos-políticos),  haciéndolo de manera discreta, sin que sea apercibido quien está detrás  de todo esto. Por esa razón los think-tanks tienen los medios  financieros para reclutar personalidades, artistas, prestigiosos  intelectuales (muchas veces vendidos) para que trabajen para ellos y  propaguen las ideas o creencias que los think-tanks quieren  imponer, poniendo en su mira de conquista especialmente a las personas  que tienen el poder de decisión en una sociedad, en un gobierno. La  palabra think-tank viene del inglés, think significa pensar, tank quiere decir tanque; están constituidas bajo la ley de derecho privado y  en ese sentido son independientes ante el estado, en principio sin  fines de lucro. Son los Estados Unidos de América los que cuentan con  más think-tanks en el mundo. 
[6] «El primer punto fundador del dogma wahabita es el tachbih,  o sea la asimilación de Dios a Sus criaturas (el antropomorfismo). Los  wahabitas plantean como regla fundamental que en los que textos sagrados  hay que entender en sentido recto todas las frases sobre el Creador que  pueden prestarse a confusión, cuando en realidad esas frases tienen  como objetivo expresar la majestuosidad, la piedad, la aceptación u  otros atributos que dignifican a la divinidad. De esa manera, los  wahabitas han llegado a decir que el Creador es un cuerpo sentado en un  trono, con las manos del lado derecho, que se desplaza, se asombra, se  ríe y que tiene un pie que mete en el infierno”. Cf. «Qui sont les wahhabites?». 
[7] Los hadiths son libros sobre la vida del profeta compilados, más de 150 años  después de su muerte, a partir de los testimonios de sus compañeros.  Existen muchos de esos libros. Los hadiths permiten a  los musulmanes entender mejor el Corán, pero ninguno de ellos goza del  estatuto de revelación ni tampoco se le impone a los creyentes. 
[8] Así se designaba al Imperio Otomano en el siglo 19. 
[9]  Surgida el 11 de mayo del año 330, Constantinopla pierde su condición  de capital en 1923. En 1930 recibe oficialmente el nombre de Estambul en  el marco de la política de turquización aplicada bajo la influencia de  Mustafa Kemal Ataturk. 
[10]  1914 es la fecha en la que se articulan, hace 100 años, el inicio de la  Gran Guerra y el comienzo del genocidio final contra los cristianos del  Imperio Otomano por parte de los Jóvenes Turcos donmeh que  habían tomado el poder en Constantinopla en 1913. En cuanto a los  asirios [cristianos siriacos], la cantidad de víctimas varía según los  autores. Algunos presentan, además del millón y medio de armenios  arrastrados a las infernales marchas de la muerte por las áridas estepas  de Licaonia y de Siria, la cifra de 270 000 víctimas. Investigaciones  más recientes elevan ese estimado mencionando entre 500 000 y 750 000  muertos en el periodo que va de 1914 hasta 1920, o sea alrededor del 70%  de la población asiria de aquella época. Hay que recordar la Gran  Guerra no se terminaría en el Oriente hasta julio de 1923 con el Tratado  de Lausana, consecuencia de la derrota griega del 13 de septiembre de  1921. A pesar de todo, Kemal Pacha (Ataturk) proseguirá hasta su muerte  –el 10 de noviembre de 1938– su política de purificación  étnico-confesional. En 1937, Ataturk sellará su sangriento reinado con  una última masacre contra los kurdos alevíes de Dersim, que dejó como  mínimo 10 000 muertos. Sin embargo, para nuestros contemporáneos Ataturk  siguió siendo aún por mucho tiempo el prototipo del héroe.  Ver G. W. Rendel, Mémoire Du Bureau des Affaires Étrangères sur  les Massacres et les Persécutions commises par les Turcs sur les  Minorités depuis l’Armistice, 20 de marzo de 1922. Según afirma Manus I. Mildrasky en The Killing Trap: Genocide in the Twentieth Century (2005), los estimados más serios fijan en 480 000 el número de griegos  de Anatolia que terminaron sus días en los mataderos humanos. En todo  caso, el Estado turco heredero de la dictadura kemalista seguirá negando  la planificación de aquellos exterminios masivos y, posteriormente,  la veracidad del genocidio perpetrado contra los cristianos del Imperio  Otomano. 
[11]  Sería un error considerar el takfirismo wahabita como un fenómeno  contemporáneo limitado únicamente a las zonas donde hoy se manifiesta.  Si bien es cierto que el bum petrolero le garantizó un inesperado  florecimiento, ya al principio del siglo XIX el takfirismo wahabita  estaba activo en las Indias, donde Sayyed Ahmed, predicó el wahabismo  –en la región de Punjab– hacia 1824, después de un peregrinaje a  La Meca. Sayyed Ahmed aspira entonces a poner en práctica “la obligación  ausente” de librar la guerra santa. En 1826, después de reunir un  ejército en Peshawar, Sayyed Ahmed lanza un llamado a la yihad contra  los sikhs y al año siguiente se proclama Comendador de los Creyentes,  Amir al-muminn, título que también usará el mollah Omar antes de la  caída del régimen de los talibanes en el otoño de 2001. En 1830, Sayyed  Ahmed toma Peshawar. Pero muere en 1831 en la batalla de Balakot.  No será hasta 1870, después de medio siglo de desórdenes, que los ulemas  chiitas y sunnitas de la India condenarán los excesos de los wahabitas.  Pero la influencia de estos se mantiene y, en 1927, se funda en la  provincia de Mewat la “Sociedad para la Predicación” (Taglibhi Jamaat),  cuyo papel proselitista es de sobra conocido. El takfirismo inspirará  también los levantamientos senussi en Libia y la revuelta de los  musulmanes de China (de 1855 a 1874). En cuanto a al-Qaeda,  es particularmente emblemático el caso del miembro de la Hermandad  Musulmana Abdullah Azzam. Antes de encontrar la muerte en la explosión  de su automóvil, en 1989, este palestino fue el jefe espiritual de los  voluntarios islamistas extranjeros. Pero Azzam había sido miembro de la  Hermandad Musulmana y había enseñado en la universidad de Riad, en 1980,  y posteriormente en Pakistán, en la Universidad Islámica Internacional  de Islamabad. Eso fue antes de convertirse, en Peshawar, en principal  organizador del reclutamiento y entrenamiento de los yihadistas que  luchaban en Afganistán contra el gobierno comunista y las tropas  soviéticas. 
[12] «Francia  no lo sabe pero estamos en guerra con Estados Unidos. Sí, es una guerra  permanente, una guerra vital, una guerra económica… una guerra  aparentemente sin muertos. Sí, los americanos [estadounidenses] son muy  duros, son voraces, quieren un poder no compartido sobre el mundo. Es  una guerra desconocida, una guerra permanente, aparentemente sin muertes  y sin embargo es una guerra a muerte», François Mitterrand in Georges-Marc Benamou, Le dernier Mitterrand, 1997. 
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Jean-Michel Vernochet Red Voltaire 
 
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