Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

El Ojo de la Luz
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Videos 
 General 
 13 Lunas 
 Año 2012 
 Actitud y Pensar 
 ADN-DNA 
 Agua diamantina 
 Angeles 
 Astral 
 Astrologia 
 Auras 
 Ayurveda 
 Biblioteca 
 Biografias 
 Budismo 
 Canalizaciones 
 Chakras 
 Ciencia y Cosmos 
 Civilizaciones 
 Cristales 
 Crop Circles 
 Dioses 
 Energia 
 Enigmas 
 Feng Shui 
 Flores de Bach 
 Frases y Reflexiones 
 Gaia_Tierra 
 Geometria Sagrada 
 Lugares de Poder 
 Luz y Color 
 Meditación 
 Mitos y Leyendas 
 Mancias y Rituales 
 Mandalas 
 Mantras 
 Merkaba 
 Mudras 
 Niños Indigo 
 Numerologia 
 Orar_ 
 OVNIS 
 Plantas 
 Profecias 
 Reiki 
 Religión 
 Salud y Sanación 
 Sonido 
 Sueños 
 Taichi & Kung 
 Talismanes y Simbolos 
 BUSCADOR 
 
 
  Herramientas
 
Merkaba: Las ruedas del carro de Ezequiel
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 19/05/2010 22:13
Las ruedas del carro de Ezequiel


Ezequiel describe la merkabah o visión del carro que
contiene la idea de equilibrio en varios capítulos.
En el décimo es transportado a Jerusalem con la
visión aclarando lo que había visto en otras
visiones y sustituye el término “hayyot” por
querubim: “Ese era el animal que vi debajo del Dios
de Israel en río Kebar y conocí que eran querubines”
(Cap. X, 20).

También aclara en esa visión que los ofanim (plural
de ofan- ruedas), son esféricos: “En cuanto a los
ofanim les fue gritado en mi oido: Oh esfera
(versículo 13). En esta segunda descripción también
habla de carne y costillas, de manos y alas. Sin
embargo, no se le atribuye forma. Según la segunda
visión los “hayyot” son uno solo, mientras que los
ofanim, aún siendo cuatro, se les llama “una rueda
sobre la tierra” (vers. 15). En el Targun de Jonatan
se traduce “ofan” por “gilgal” que quiere decir
esfera. En resumen, Ezequiel vio los “hayyot”, las
ruedas u ofanim y el hombre que estaba encima de las
ruedas que simboliza la inteligencia. Describe un
color ámbar como “fuego dentro de fuego”.

Para entender la visión de Ezequiel hay que recurrir
a Guía para Descarriados de Maimónides, aunque
también podemos recurrir a varios cabalistas que
centran su estudio en estos aspectos del equilibrio
de la creación. Digamos que los cabalistas estudian
la creación en el Génesis y el equilibrio de la
misma en Ezequiel. La visión del carro o Mekabah se
traduce por equilibrio. Maimónides por su parte,
describe la visión de Ezequiel de esta manera: Las
cuatro caras son rostros humanos de rasgos
diferentes: “Y la figura de sus rostros eran rostro
de hombre y rostro de león a la parte derecha de los
cuatro; y a la izquierda rostro de buey en los
cuatro. Así mismo había en los cuatro rostro de
águila”. Describe el profeta un rostro humano que
tiende a las formas de las especies mencionadas. Por
eso dice el profeta en el versículo 5: “Y en medio
de ella, figura de cuatro animales...” Los cuatro
animales son los “hayyot” (Ez. I, 10). Hayyot y
Ofanim parece indicar la creación con múltiples
formas y colores. Ambos se hayan en la visión del
carro y su interpretación en la profecía de Ezequiel nos sugiere un animal simbólico o ángel
“Como rueda en medio de rueda...cubierto de ojos” (vers.
16). Ahora podríamos establecer un árbol de la vida
en forma circular como ruedas dentro de rueda, es
decir, colocando los diez sefirotes dentro de una
gran burbuja.

 






Pero la visión del carro, al hablarnos de cuatro ruedas,
también nos está indicando los cuatro niveles de la
creación desde el mundo arquetípico hasta aquel que
hemos llamado la función de la cosa. Es decir, se está
refiriendo a que la creación se establece en cuatro
niveles: Atziluth, Briah, Yetzirah y Assiah (Emanación,
Creación, Formación y Acción o función de lo creado).

Estos cuatro círculos habría que imaginárselos
concatenados y no aislados uno del otro. En cada uno de
ellos podemos inscribir un árbol de la vida donde el
Malkuth del primero es el Kether del segundo. El Malkuth
del segundo es el Kether del tercero y el Malkuth del
tercero es el Kether del cuarto. De manera que todos los
sefirotes son dadores y receptores, menos el Malkuth del
cuarto que es solo receptor.

De la misma forma se estructura el hombre, de ahí sus
cuatro nombres: Adam, Geber, Enoch e Ish. De manera que
Ezequiel comienza su Visión del Carro de IHVH de manera
similar al Génesis cambiando lo de “un viento de Dios
sobre las aguas”, por “vi un viento huracanado que venía
del norte, una gran nube con fuego fulgurante…” “Había
en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto
era el siguiente: tenían forma humana, cuatro caras….”
Más adelante dice que las ruedas avanzaban en cuatro
direcciones a medida que avanzaban los seres y cuando
los seres se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban
también. La mejor referencia de forma humana la
encontramos en el 1,26: “Por encima de la bóveda que
estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de
zafiro en forma de trono, por encima, en lo más alto,
una figura de apariencia humana”.

La Mercaba o carro de IHVH se puede estudiar en un doble
sentido o doble dirección. Por un lado lo vemos como la
creación desde sus orígenes hasta la constitución del
Trono de Dios o Malkuth. También lo podemos ver como una
oportunidad de ascenso desde Malkuth hasta la esfera más
alta. Bajo este aspecto, la Mercaba está ligada al mito
del Golem que aún hoy practican los judíos del este de
Europa pero que ha sido mal interpretado. La tradición
del Golem se refiere a la creación de una figura de
barro que se constituye en el guardián del hogar. Una
vez al año se fabrica esta figura y se le inscribe en la
frente el nombre “emet”. Luego se le alimenta
diariamente con los pensamientos del creador o señor de
la casa. La figura, alimentada con los pensamientos,
crece desmesuradamente hasta alcanzar una altura
peligrosa para el propio creador. Por eso, el señor de
la casa borra la letra “e” (alef) del nombre antes de
que se vuelva demasiado grande. Una vez borrada la alef,
se leerá “met” que quiere decir muerte. De esa forma se
destruye el Golem antes de que éste aplaste al creador.
Al año siguiente se construirá de nuevo repitiendo todo
el proceso.

Lo anterior hay que verlo en relación a que nosotros,
con nuestros pensamientos, nos creamos a nosotros
mismos, pero si no tenemos cuidado con lo que pensamos,
seremos destruidos por nuestros propios pensamientos.
Este es el verdadero sentido místico de la tradición,
pero algunos han querido ver que una parte de la cábala
se dedica a construir hombres en el sentido literal del
término. Los rituales de creación de la Mercaba están
estrechamente relacionados con el ritual del Golem, de
manera que la visión del carro de Ezequiel que habla de
la creación del universo, ha creado una doctrina de
creación de uno mismo en el sentido de que teniendo el
pensamiento puesto en Dios y en las cosas divinas uno
tiene la oportunidad de despertar autoconciencia.

No obstante lo anterior, la visión del carro de Ezequiel
nos está hablando de las fuerzas de la creación o
ángeles. Para entender al profeta hay que leer la obra
de un filósofo posterior, el aludido Maimónides. En
relación al conocimiento y a las creencias vanas y
referido a los ángeles, en “Guía para Descarriados” dice
este autor: “Decís a una persona, que se cuenta entre
los Sabios de Israel, que el Todopoderoso envía Su ángel
para que penetre en el vientre de la mujer y forme un
ser, y aquél se complace y satisface del relato; lo
creerá a pies juntillas y aún le parecerá una muestra
del poder, majestad y sabiduría de Dios. Aún estando
convencido de que el ángel está hecho de fuego ardiente,
y que es tan grande como la tercera parte del Universo,
no hará objeciones al milagro divino. Pero decidle que
Dios dio a la semilla el poder informativo que engendra
y moldea los miembros, y que este poder se llama
<ángel>, o que todas las formas se producen por el
influjo del Entendimiento Activo, que es otro nombre del
ángel, del príncipe del mundo al que frecuentemente
aluden los sabios, y os mandará con cajas destempladas;
porque no acierta a comprender la verdadera grandeza y
poder de las fuerzas creadoras que actúan en el cuerpo
sin que la perciban nuestros sentidos. Nuestros sabios
han declarado ya, para quien quiera entenderlo, que
todas las fuerzas que moran en un cuerpo son ángeles,
cuanto más los poderes activos del universo”.

Ezequiel habla de un gran cuerpo unido a la tierra y
formado igualmente de cuatro cuerpos y con cuatro
rostros. No describe la forma de los rostros sino que
estaban cubiertos de ojos. Estos cuerpos son los ofannim
(plural de ofann = rueda). Los ojos se pueden entender
como múltiples colores, pues la palabra “ayin” tiene un
doble sentido: ojo y color. Maimónides dice que es
posible que “ayin” también signifique un cuerpo lleno de
apariencias de muchas cosas.

En la segunda visión de Ezequiel, el profeta sustituye
el término “hayyot” (motor o movedor) por el de
“querubín”, con lo cual, lo que mueve la creación se
entendería como los ángeles. En esta segunda visión
podemos entender que los querubines son el motor de las
esferas de la creación. Las cuatros ruedas se
entrecruzan como si fueran una sola rueda. En el Tárgum
de Jonatan, hijo de Uriel, se dice que tales ruedas
significan los cielos.

Otra profecía de Isaías guarda una estrecha relación con
la visión del carro de Ezequiel: “vi al Señor sentado
sobre su trono, alto y sublime, y su cohorte henchía el
templo, y encima de El estaban Serafines: Cada uno tenía
seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos sus
pies, y con dos volaban” (Isa. VI).
Hay una diferencia en el rango de los ángeles, Ezequiel
habla de Querubines, mientras que Isaías habla de
Serafines. Sin embargo, cuando Ezequiel se refiere a los
ángeles los ilustra como si fueran de fuego, término que
guarda relación con Serafín, pues en hebreo, el verbo
“seraf” significa quemar.

La Merkaba es uno de los asuntos más misteriosos de la
Biblia y de la cábala. En su sentido descendente parece
indicarnos una creación divina a través de las
jerarquías angélicas y arcangélicas, de los tronos,
poderes y virtudes o fuerzas de los cielos y de la
tierra hasta llegar, en un sentido más cercano, a los
fenómenos naturales que observamos a nuestro alrededor.
Y en un sentido ascendente, a la utilización que como
humanos podemos hacer de esas potencias. Del uso que
hagamos de los ángeles o fuerzas divinas y naturales,
dependerá el que subamos la tasa vibratoria de toda la
naturaleza humana. Sin embargo, este sentido ascendente
de la Merkaba, es el que más está sujeto a tergiversación por parte de aquel que se pierde en asuntos mágicos y
deja de lado la mística.


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados