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Tantra: MAITHUNA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 24/05/2010 22:09

MAITHUNA. El ritual erótico del amor tántrico
El orgasmo cósmico

En la perfumada estancia ella está desnuda en el centro del mandala, un círculo cósmico con un triangulo de poder en el centro. La luz de las velas brilla sobre su piel iluminada por el amor reflejando el fulgor de mil estrellas.

Ella es la shakti, la maga, la amada y encarna el poder de la luna y el esplendor fecundo de la naturaleza.

Su amado, su adorador se acerca y le ofrece una copa de vijaya -una bebida afrodisíaca cuya fórmula se ha perdido- pintándole una media luna en la frente.

Pone la mano en su corazón mientras ella hace lo mismo para abrir sus chakra cordiales y estimular el poder del amor en cada uno de ellos.

Se miran a los ojos, se miran hasta lo más profundo, hasta descubrir el brillo del alma enamorada en el fondo de su ser. Después cambian la posición de las manos y él pone la suya en el corazón de ella mientras la amada hace lo mismo.

Así crean un puente energético entre sus mutuos corazones, un puente de luz que une sus almas a través de las manos y la mirada directa y profunda de sus ojos. Sienten los latidos de su corazón, sienten su respiración y la van armonizando como si fuese un único corazón quien palpita en cada uno de ellos, como si fuesen una sola respiración vivificando sus cuerpos. Ambos se regocijan en el amor que reciben y el amor que dan, en el amor que viene y que va formando un circuito de energía que recorre los dos cuerpos.

Se regocijan en el mutuo embeleso que va empapando de amor, ternura y sensualidad cada una de sus células como un dulce y húmedo perfume.

Van a hacer el amor de la forma más sublime y sensual que imaginarse puedan y él hará brotar con cada una de sus delicadas caricias un río de estrellas ardiendo en cada poro desnudo del cuerpo de su amada.

Ella se abandonará a esa marea cósmica que va inundando todo su cuerpo, dejará que los ríos del gozo vayan empapando todo su ser.

Él sentirá la excitación de ella con la delicia de quienes se calienten en una hoguera en las frías mañanas de invierno.

El calor de ella será su calor, el gozo de ella será su gozo porque en principio no buscará su propio placer ya que el orgasmo del hombre es el final de la fiesta.

Buscará el gozo sin limites de ella, verla iluminada con un resplandor de galaxias encendiendo todo su cuerpo, porque el orgasmo de ella no es el final sino el principio de la fiesta, el comienzo de la verdadera celebración.

Ella es la maga que encarna los poderes del universo. Él ha sabido despertarlos y ahora el temblor cósmico que experimenta el cuerpo de su amada es su propio estremecimiento y el mar de delicias que la ha llenado por completo se desborda impetuoso para empaparlo también a él.

Es el río desbordado de energía fluyendo de ella lo que le hace también abandonarse a él. Él se va con su amada y ella le lleva hasta lo más profundo de un orgasmo cósmico. Al final se dan cuenta que no son hombre ni mujer sino el puro amor cósmico lleno de luz y de gozo con que fue creado todo el universo.

Han hecho el amor siguiendo el ritual mágico de los tántricos y más allá del placer que nunca termina han descubierto su verdadera identidad universal. Esa es la verdadera luz que ahora ilumina sus cuerpos, el verdadero gozo que permanecerá en ellos durante días y días...

Hay pocos textos tántricos clásicos que describan totalmente el maithuna o celebración ritual del amor, uno de ellos es el yonipuja pero más que un libro que enseña o muestra cómo hacerlo parece más bien un resumen de complicados rituales muy influidos por la tradición espiritual hindú. Las parejas se iniciaban en los ritos tántricos delante del acharya o instructor -que podía ser una mujer- y esta persona tenía un papel crucial porque iba guiando a los amantes en cada paso del ritual mientras cantaba mantras y canalizaba la energía.

Aunque siempre es conveniente iniciarse en el Tantra con un instructor cualificado, la pareja también puede abandonarse a su propia espontaneidad procurando mantener lo más esencial del ritual que acabo de explicar, pudiendo modificarlo y adaptarlo a sus reales necesidades.

La Fuerza del Ritual.

Creando un espacio mágico que trasciende el tiempo

Los rituales amorosos frecuentes entre amantes tienen la virtud de desempolvar un poco los cuerpos, las mentes y los sentimientos para recuperar el brillo y el esplendor perdido, tanto en la relación en sí como en las personas en particular.

Para que sean lo más eficaces posibles tienen que cumplir con todos los requisitos del ritual y tratar de lograr la fascinación y la canalización de la mente y de todos los sentidos. Si además se quiere que sean mágicos, debe invocarse también la presencia de una energía superior y externa a los contrayentes.

El ritual amoroso tántrico insiste en que cada uno debe ver en su pareja una expresión de la divinidad. Al margen de las cualidades que tenga o no, debe de verse en la otra persona la divinidad que lleva dentro. Esto tiene el sentido de hacer el amor trascendente.

Así no se hace el amor con una persona cualquiera sino con la manifestación de la divinidad que todos llevamos dentro, con alguien realmente ideal.
Así, todas las debilidades humanas que podemos ver cotidianamente en la otra persona desaparecen, al menos durante ese acto sagrado y devocional que van a practicar.

Al reservar este espacio sagrado donde los amantes se ven a sí mismos como seres superiores y se desprenden mutuamente de su faceta más normal y vulgar, se crea un tipo de energía que ayudará mucho en la convivencia cotidiana. Naturalmente que todo depende de la regularidad y de su capacidad de mantener ese tipo de conciencia

El espacio y el cuerpo sagrados

Para lograrlo con más facilidad tenemos la fuerza del ritual evocando en la mente niveles superiores de conciencia y energía. Lo importante no está simplemente en la decoración de la habitación, en las velas, el perfume y las flores. Estas cosas ayudan a la fascinación de los sentidos pero lo más necesario es sentir que entramos en un espacio-tiempo sagrado y diferente.

Esta ceremonia sexual que podemos realizar con nuestro amante no es algo para todos los días, es una celebración que debemos realizar una vez al mes o cada semana si tenemos tiempo, pero siempre con la conciencia de que se va a realizar algo mágico y extraordinario que canalizará una poderosa energía.

Cuando ambos amantes entran en la habitación donde se celebrará el rito, deben hacerlo con la sensación de entrar en un lugar donde no hay pasado ni futuro porque allí no pueden llevarse los recuerdos ni las expectativas, las preocupaciones o los deseos.

Deben desnudarse de todo esto y no solo de sus ropas antes de entrar en el círculo mágico. Hay que acercarse al cuerpo del amante como a un territorio sagrado. El cuerpo debe ser lavado, purificado y perfumado como reconocimiento de su belleza y su dimensión trascendente. Ambos cuerpos son la expresión de la divinidad y amándose mutuamente se regocija la Vida en ellos, se despierta la energía y todo comienza a vibrar.

La vida de pareja se erosiona cuando la arena del tiempo va llenando de dunas el Jardín del Amor. Los retos de la convivencia cotidiana nos producen estrés y las preocupaciones y desafíos nos llenan de tensión como personas y también afectan a nuestra vida de pareja. Hacer el amor es algo realmente fácil y por eso se puede ir a la cama pensando en otra cosa, convertirlo en algo rutinario, en un mecánico desahogo que acabará por llevarnos a la frustración y la falta de interés. Dedicar, de vez en cuando, un tiempo para el ritual erótico tántrico es refrescar la relación con un perfume nuevo que nos acompañará durante varios días después, es potenciar la intimidad, la confianza, la imaginación, la fantasía y un gozo más pleno entre los amantes. Es volver a ver a nuestra pareja llena de luz, con los ojos del primer amor mirando su cuerpo y su personalidad más allá de las formas materiales siempre imperfectas, es ver la belleza espiritual que lleva dentro y volver a sentirnos fascinados, volver también a fascinar a la persona que nos ama. Practicando esto con regularidad la pareja puede conservar la llama de su pasión durante mucho tiempo y hacer su relación no solamente más profunda y más madura sino también más gozosa y gratificante. Es lo mejor que el tantra puede hacer por los amantes actuales, aunque naturalmente siempre está ahí como vía mágica, como una forma de buscar la trascendencia y su identidad verdadera, para quienes quieran ir más allá.


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