El simbolismo de la Serpiente Rafael F. Iglesias “En las rocas de España, en las cavernas donde por tanto tiempo se vio obligada a esconder su cabeza, aplastada, no por la maza de Hércules, sino por la predicación evangélica, la antigua serpiente vuelve de nuevo a aparecer, con una mezcla de venenos antiguos y nuevos para matar las almas” (Alcuino de York) Esa ha sido la imagen de la serpiente en el Cristianismo. Símbolo de todo mal, de todo pecado. Su condición rastrera y la profecía bíblica fueron suficiente para condenarla. Pero hay que recordar que la Virgen nunca es representada en el acto de pisotear al ofidio sino que éste es, como recuerda Armando Carranza, un acto de elevación. La Virgen como Gran Diosa, como la madre que es, está asociada a la Tierra como la misma serpiente -vemos que Alcuino la hace esconder su cabeza en las cavernas, lugar muy frecuentado por las apariciones de la Virgen-. De ellas, de la Diosa y de la Serpiente, nace la sabiduría. Y no debemos olvidar que, muy a menudo, la serpiente termina convirtiéndose en dragón y éste no es sino el guardián de los antiguos tesoros y también guardián de la Doncella. Recordémoslo para quién no se haya fijado en este detalle. Los múltiples dragones que pueblan el Mediterráneo no son aficionados a comer la carne de su presunta víctima y tampoco pretende tener contacto sexual con ella a pesar que tantas veces se la haya representado desnuda más por morbo del artista que por otra cosa. ¿Por qué se limita tan sólo a guardarla, eso sí, en una caverna? Porque la doncella no es sino la representación del antiguo culto pagano, es su sacerdotisa que ha sido raptada por la nnueva religión y obligada a encerrarse en lo más alto del castillo. La serpiente, metamorfoseada en dragón, no pedirá más que lo que es suyo, lo que le corresponde y por ello no cejará en su empeño hasta no recibir a la doncella metamorfoseada en hija del rey de turno -aquí se abriría una serie muy grande de posibilidades en las cuales quizá me fuera posible entrar pero, desde luego, como en cualquier laberinto, me perdería en sus entrañas. Es entonces cuando aparece el apuesto caballero y nuevamente se lleva a la princesa tras matar al dragón-serpiente. Y el San Jorge nunca aparece antes por cuanto el pueblo en sí, el primero en ser inmolado, no le interesa en absoluto. Poco tienen que ver San Jorge y Siegfried o cualquier otro héroe nórdico. Aquí estamos hablando de mitos paganos, de auténticos dragones. Allí, el mito es cristiano. Es la lucha del caballero inculto contra el centro de la sabiduría, contra la serpiente. Creo suponer que, al cristianizarse los bárbaros, trajeron en sus mitos los dragones del norte y fue esta mezcla de religiones y símbolos bárbaro-romanos lo que dio lugar al tipo de serpiente-dragón. Bibliografía * Para una mayor aproximación al tema de la serpiente recomiendo la lectura del artículo de Armando Carranza: "Divina y terrible: La serpiente", en Próximo Milenio nº 28, pp. 56-60. |