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Meditación: Judaísmo y meditación
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De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 22/06/2010 21:34
Judaísmo y meditación

El rasgo común a todas las meditaciones es que se abocan a una cosa determinada, en tanto en la vida cotidiana la mente salta de un tema o pensamiento a otro, y el cuerpo se mueve de una postura a otra...


Introducción
En años recientes, muchos jóvenes, incluso judíos, se han visto involucrados en cultos orientales y programas de meditación. Algunas autoridades judías han condenado de plano toda relación del judío con Meditación, urgiendo a la gente a abandonar llanamente todas estas prácticas, incluso si ello resultara en severos disturbios mentales. Semejante dureza se debe a su creencia de que Meditación está intrínsecamente ligada a la idolatría.
Ello hace necesario explicar de que manera quienes meditan podrían estar incurriendo en idolatría.
En realidad, la inclusión de idolatría en Meditación es totalmente innecesaria, y es posible hacerlo sin violar ningún mandamiento Divino. Pero la mayoría de los cultos llevan a sus miembros a la idolatría mediante el uso de mantras y similares, en secreto lo que impide que amigos o parientes acudan al salvataje de su presa.
Esta nota analizará el problema de la meditación y sugerirá modos de afrontarlo. Baste decir que el abrupto abandono de Meditación para quien lo ha hecho durante años puede resultar peligroso y dañino. Semejante paso puede ocasionar grave disturbios mentales y corporales, similares a la represión de la droga adictiva.
También se referirá a la pregunta de si emplear lo que en el presente se dio en llamar Meditación Judía. Es cierto, algunos de nuestros antepasados, incluyendo a Abraham, meditaron; pero eso no quiere decir que cualquiera ha de hacerlo. El autor de esta nota prefiere la postura de la Meditación Neutral. Hay dos tipos de Meditación Neutral: Meditación Tranquila y Meditación Consciente, que se describirán en cierto detalle.
Algunos podrían argumentar que dado que todo se encuentra en la Torá, no hay necesidad de buscar técnicas de meditación en otros lugares. Este argumento es errado, y ello se deduce del hecho de que con el mismo tenor todos los tratamientos médicos para las dolencias corporales también pueden encontrarse en la Torá. No obstante ello, la Torá misma ordena procurarse tratamiento médico a través de un doctor y no de un Rabino. Esto, presumiblemente, se debe a que si bien el tratamiento apropiado puede encontrarse en la Torá, no está en nuestra capacidad hallarlo en el momento de necesidad, en tanto que el médico, por su parte, sí puede proveerlo.


Definición

Estados Alterados de Consciencia
Entre quienes escriben acerca de Meditación hay un sorprendente consenso respecto de su esencia. Coinciden en que la meditación es un proceso físico y psicológico, que involucra un intento consciente de concentrar e incrementar la atención. También concuerdan en que el objetivo final de la meditación es un estado alterado de conscientización, un silencio mental interior, una mente serena, pero no un vacío. Al decir estado alterado de conscientización se alude a un nuevo procedimiento para manejar el estímulo. Ciertos grupos de estímulos que normalmente eran prominentes han sido atrofiados, en tanto que otros, apenas reconocibles antes, han salido a la superficie. En otras palabras, se emplean nuevos modelos para manejar el estímulo. Meditación, particularmente Meditación Tranquila (a ser definida luego), involucra un crecimiento progresivo de amor y compasión.
Las áreas de diferencia entre estos escritores son las siguientes:
1) La preparación del cuerpo para la meditación;
2) el objeto sobre el cual debe centrarse la atención durante la meditación;
3) el método para enfrentar pensamientos ajenos durante la meditación;
4) la importancia de los efectos a corto plazo de la medi tación (es decir, tranquilizar la mente).
“El rasgo común a todas las meditaciones es que se abocan a una cosa determinada, en tanto en la vida cotidiana la mente salta de un tema o pensamiento a otro, y el cuerpo se mueve de una postura a otra; las prácticas de meditación generalmente involucran el esfuerzo por detener este carrusel de actividad mental y física, y estacionar nuestra atención sobre un único objeto, sensación, expresión, tema, estado mental o actividad..- Nuestro estado mental normal puede compararse a una exposición desatenta a la música. La mente está activa pero somos conscientes del presente sólo en forma intermitente. Un verdadero despertar al desarrollo de nuestra actividad psíquica requiere un esfuerzo de atención mayor que la atención que demanda atender a un objeto fijo como una imagen, repetición verbal o región del cuerpo. De hecho, merced a la dificultad que presenta la atención al flujo espontáneo de los eventos sicológicos es que se hace necesaria la Meditación Concentratlva ya sea como alternativa o como preludio”


Trance y Relajación

Hay dos términos empleados en el área del entrenamiento de la mente que con frecuencia se confunden con Meditación: Trance y Relajación.
Trance es un estado psicológico caracterizado por los siguientes síntomas:
1) El sujeto está en un estado semisomnoliento, un estado alterado de consciencia;
2) hay una sensibilidad reducida al estímulo, que a veces llega hasta la insensibilidad total al dolor físico;
3) una alteración del conocimiento de lo que está sucediendo;
4) la sustitución de la actividad voluntaria por la automática.
El Trance se clasifica por la mayoría de los psiquiatras como una reacción disociativa, junto a la amnesia, el sonambulismo y la personalidad múltiple. Durante miles de años la gente supo de la posibilidad de autoinducirse estados de trance, con o sin el uso de drogas. Con frecuencia, éste se logra mediante el palmoteo rítmico y/o con la danza ritual en la ceremonia religiosa. Característicamente, quienes emergen del trance recuerdan poco o nada de lo que sucedió a su alrededor, pero podrían dar un vívido reporte de su experiencia semisoñada o extática.
El trance no es recomendable. Si bien en la tradición judía hay historias en las que ciertos individuos ingresaron a estados espirituales que bien podrían haber sido de trance, ello es sólo permisible para los especiales. De otra manera debe evitarse a toda costa. La Relajación, por su parte, es simplemente una técnica para aliviar o hacer descender la tensión mental, reducir la tendencia a la ansiedad, el miedo, la ira, o toda otra respuesta emocional considerada en exceso violenta o muy fácilmente estimulada. Esto se logra mediante sesiones de entrenamiento donde el individuo aprende a relajar varios grupos musculares.
La lógica subyacente es la siguiente: se supone que hay una estrecha relación entre la tensión física del cuerpo y la sensación de tensión mental. Así, la relajación física es la clave de la relajación mental.
La relajación tiene lugar en dos etapas:
1) el individuo debe aprender la completa relajación física;
2) debe aprender cómo emplear esta relajación física para promover calma y paz de la mente.
Relajación es muy diferente que Meditación, si bien las técnicas de la relajación física pueden emplearse como preparación para la meditación. Los tres estados mentales —relajación, meditación y trance— pueden enseñarse como parte de un todo, estando relajación en el extremo inferior, trance en el otro, y meditación en e l medio.
Meditación constituye la senda media.

El Problema de Idolatría
La prohibición de idolatría es la esencia no sólo del judaísmo sino también de las siete leyes universales que se aplican a toda la humanidad, denominadas Leyes Noájidas. La fuente de esta prohibición es el segundo mandamiento que declara “No tendrás otros dioses ante Mí” (Éxodo 20:3). Es uno de los tres pecados cardinales por los que se debe estar dispuesto a entregar la vida antes de cometerlos. La contravención premeditada a esta prohibición es penada con la muerte, y quien la viola sin querer debe traer una ofrenda al Templo de Jerusalem.
Quien rinde culto a otra deidad fuera del Creador, niega la esencia de la religión y rechaza por completo las Siete Leyes Noájidas.
“El precepto que prohíbe la idolatría enseña que no debe servirse a ninguna cosa creada: ni ángel, ni planeta, ni estrella, ninguno de los cuatro estados fundamentales —tierra, agua, fuego y aire—, ni nada que con ellos fue formado. Aun si la persona sabe que Di-os es el Ser Supremo y rinde culto a la creación como una forma de glorificar la grandeza de Di-s y Su habilidad de crear cosas y seres magníficos, no obstante ello, esto es idolatría” (Maimónides, Mishné Torá).
Existen muchos tipos diferentes de idolatría, y la persona comete la trasgresión cuando rinde culto a un ídolo en la manera normal en que se le lo hace, sea cual fuere. Pero si la persona se arrodilla u ofrenda sacrificio o incienso o libación (las cuatro formas de servicio en el Templo de Jerusalem) a cualquiera de estos ídolos, incurre en la pena de muerte aun si este no es su modo de culto. Lo que es más, está prohibido mencionar los nombres de ídolos, ya sea con necesidad o sin ella, pues está escrito: “Y el nombre de otros dioses no pronunciarás’ (Éxodo 23:13).
Hay muchas otras prohibiciones relacionadas con el precepto de evitar la idolatría, pero los dos mencionados arriba son los más relevantes aquí.
Uno de los sucesos más tristes de la vida en la sociedad moderna occidental es el extraordinario éxito de los cultos orientales en capturar las mentes de jóvenes, muchos de ellos judíos. Estos cultos están casi invariablemente ligados íntimamente con idolatría, y cualquiera involucrado en ellos corre el riesgo de violar esta prohibición capital.
En la experiencia clínica de quien escribe este artículo, gran parte de la atracción que estos cultos ejercen sobre los jóvenes no reside en los componentes idólatras de su enseñanza, sino en el hecho de que enseñan a sus adherentes técnicas efectivas de meditación que alivian la pesada tensión impuesta a ellos por la sociedad circundante. Estas técnicas de control mental logran sus objetivos por medios puramente terapéuticos y su éxito no depende de las enseñanzas idólatras acopladas a ellas.
Los cultos orientales usualmente llevan a sus miembros a dos formas de idolatría
Una es el uso de mantras. Algunos cultos no guardan en secreto el hecho de que sus mantras son invocaciones a ídolos. Otros son más sutiles y se niegan totalmente a explicar los mantras, o mantienen que se trata de simples sonidos eufónicos. Pero hay una grave sospecha de que no son tan cándidos al respecto, por lo que se debe asumir la óptica de la presunción establecida en el sentido de que todos los mantras están ligados a la idolatría.
La otra es la de ofrendas al ídolo. Una vez más hay en esto variación entre los cultos. Algunos rinden culto idólatra abiertamente, usualmente a uno o más del panteón hindú. Otros no permiten a foráneos ver sig nos externos de idolatría. No obstante existe amplia evidencia de que la mayoría, si no todos, requieren de quienes se inician, en alguna etapa u otra, la participación en una ceremonia de culto idólatra que incluye en general ofrenda a ídolos.
“Hay en Jerusalem un grupo idólatra que trae a los turistas a su casa de culto. La puerta que conduce a la habitación en que se encuentra el ídoloes extremadamente baja, de manera que quien ingresa a la habitación debe agachar la cabeza, pareciendo como si se inclinara al ídolo” (Clorfene y Rogalsky; The Path of the Righteous Gentlle).
Por este motivo es un deber religioso de cada judío no sólo hacer lo imposible por alejar a todo judío de los cultos, sino también a todo gentil, por cuanto la prohibición de idolatría se aplica a toda la humanidad.

Técnicas de Meditación
Antes de analizar posibles técnicas de Meditación no idólatra es necesario disipar dos mitos corrientemente aceptados por muchos meditadores. El primero es la necesidad de asumir una posición específica para meditar exitosamente. En realidad, la posición durante la meditación es mayormente empleada por los cultos como una treta de confianza para hacer que el aprendiz crea ser dependiente del culto y no poder meditar debidamente sin su ministerio. Por ejemplo la posición del loto, tan difícil de lograr a los occidentales, particularmente a partir de la edad adulta, es totalmente innecesaria. La persona puede simplemente sentarse sobre una silla con las piernas paralelas, las manos descansando sobre las rodillas sin moverse.
El segundo mito es que el vacío es un objeto de meditación válido e inocuo. En verdad, poner la mente en blanco es peligroso e innecesario. Incluso hay cierta evidencia de que la meditación en blanco puede provocar daños permanentes a un número importante de células cerebrales; el vacío como objeto de meditación puede ser tan mortal a la mente y al cuerpo como un hongo venenoso.
Ahora procederemos al análisis de posibles técnicas de meditación no idólatra. En los últimos años han habido varios intentos para desarrollar programas de meditación apropiados, especialmente, para Baalei Teshuvá (gente recientemente observante) que la habían practicado anteriormente con asiduidad. En mis experiencias, estos intentos consistieron fundamentalmente en la copia de técnicas de meditación que contienen elementos de idolatría y su reemplazo por elementos paralelos tomados del acervo judaico. Ello resultó en un tipo de meditación emparchada cuya eficiencia sigue siendo dudosa.
Parecería más racional buscar entre las técnicas orientales de meditación comprobadas alguna que ab initio esté libre de elementos idólatras. Yo mismo lo he hecho y he descubierto técnicas orientales de meditación que satisfacen este criterio. Dos de ellas serán descriptas sucintamente en la Segunda Parte de esta nota, la próxima semana: Meditación Tranquila y Meditación Consciente.

Meditación Tranquila
La Meditación Tranquila se ocupa de la concentración de la mente del individuo en un objeto adecuado de meditación por un lapso razonable de tiempo para impedir que la mente divague. La mente debe permanecer en un estado que apunta a una cosa, pero la concentración debe centrarse en un objeto adecuado de meditación a un ritmo de momento a momento.
Dos posibles objetos de meditación son:
1) Respiración. Esto involucra concentrarse en la sensación del aire inhalado y exhalado en el área entre la punta de la nariz y el labio superior.
2) Benevolencia. Aquí quien med ita se concentra en extender benevolencia primero a sí mismo y luego en todas las direcciones, a todos. En las etapas iniciales de meditación los principales beneficios aún no son alcanzados y lleva un tiempo desarrollarlos. El primer objetivo a alcanzar es la tranquilidad y serenidad de la mente. El resto vendrá a continuación automáticamente al proseguir y perseverar con la meditación.
En tanto la concentración se intensifica, creará a su vez tranquilidad en la mente concentrada sin necesidad de hacerla depender de la experiencia sensorial. Las etapas de avance posterior siguen a ésta. En el máximo nivel de concentración la mente queda firmemente sujeta al objeto, al punto de poder concentrarse continuamente en el mismo por todo un día, si bien ello no es posible en las etapas anteriores.
Los obstáculos mentales a la meditación tranquila pueden clasificarse bajo las siguientes carátulas:
1) El anhelo por objetos de goce sensual,
2) la falta de satisfacción o la ira,
3) la falta de sueño
4) el divague mental y la preocupación, y
5) el escepticismo.

Meditación Consciente
Si bien la Meditación Tranquila despierta cierto grado de serenidad, es incomparable a la Meditación Consciente, de un grado mucho más alto aún. La diferencia básica entre la Meditación Tranquila y la Meditación Consciente puede explicarse así:
1) Diferentes objetos de meditación;
2) diferentes niveles de concentración y conciencia.
3) diferentes efectos.

Diferentes objetos de Meditación
Hay tres tipos de realidad. Llamaremos al primero Realidad Convencional, al segundo Realidad Experiencial, y al tercero Realidad Máxima.
Realidad convencional es la realidad a través de la suposición o realidad de símbolos. Por ejemplo, el color rojo en las señales viales significa detenerse (pero no para quien fue criado en la jungla), ‘$ significa dólar; etcétera. El mayor ejemplo de realidad convencional es el lenguaje.
En algunas conocidas formas de Meditación se enseña a la persona a concentrarse en alguna u otra realidad convencional.
La realidad experiencial es aquella en la que tenemos experiencia directa a través de nuestros sentidos, sin simbolización, suposición o interpretación. Ejemplos son la vista, el sonido, el gusto, así como las sensaciones de dolor, furia, frustración y similares. La experiencia debe separarse del simbolismo que le confiere la cultura en que vivimos. Toda realidad experiencial consiste de una infinita serie de experiencias, cada una de las cuales exitosa-mente atraviesa las fases de despertar, ser, y desvanecerse. Por naturaleza nos inclinamos a aferrarnos a la fase del ser. En la meditación consciente se nos entrena a permitir que los momentos sucesivos pasen sin aferrarnos a ellos.
La realidad máxima, es, por supuesto, Di-s.
En el caso de la Meditación Tranquila, el objeto de la meditación empleado es la realidad convencional, mientras que la Meditación Consciente emplea la realidad experiencial como su objeto de meditación.
La Meditación Tranquila requiere no sólo que la mente se concentre en un objeto de meditación que es realidad convencional, sino que este objeto sea del tipo adecuado. La Meditación Consciente experiencia directamente un objeto experiencial de Meditación. Ello se debe a que el entrenamiento de la mente a través de la Meditación Consciente se ocupa del cultivo de la consciencia a fin de que el meditador se torne más plena y precisamente consciente de la realidad experiencial de la vida en el momento de su despertar.




Meditación tiene sus raíces en los mismos inicios de la herencia judía...





Diferentes niveles de concentración y conciencia

En la Meditación Tranquila el meditador comien¬za con concentración momentánea, con el objetivo eventual de lograr los más altos niveles de concen¬tración. En el caso de la Meditación Consciente todo lo que se requiere es la atención momentánea a cada momento sucesivo, no al momento pasado o futuro. No se debe aferrar al objeto de meditación. En lugar de ello, el objeto de meditación será aquel que surja en cada momento sucesivo.
En la Meditación Tranquila la mente estará libre del divague mental y otros Impedimentos. La Medi¬tación Consciente cultiva una conciencia superior en la que la mente es entrenada a seguir y compren¬der la realidad exponencial. No le preocupa mejorar una firme concentración de la mente sobre algún objeto por un lapso prolongado de tiempo. En lugar de ello, el meditador sigue el flujo de los sucesivos momentos de despertar, ser y desvanecerse.


Efectos diferentes
La Meditación Tranquila produce quietud y se¬renidad. Por su parte, la Meditación Consciente se ocupa de la acumulación y el desarrollo del más alto nivel de conciencia que se percata plenamente de la realidad exponencial de la vida. Deja de lado lo negativo del carácter propio. Ello se debe a que elimina y previene los sentimientos negativos, retie¬ne los sentimientos positivos que surgen, e incre¬menta —así como mejora— los sentimientos positivos. En la Meditación Consciente el anhelo es eliminado y el meditador logra desligarse de éste al permitir que sucesivas olas de despertar, ser y desvanecerse, fluyan sin obstáculo.
La ansiedad siempre está acompañada de ig¬norancia e ilusión, es decir, una óptica equívoca del verdadero estado de las cosas). Esto puede ilustrarse con el siguiente ejemplo. Supóngase que el meditador ve un alimento atractivo. La experiencia primaria —realidad exponencial— es una de forma, color y olor. Sin embargo, en el momento en que el meditador conecta estos tres en una imagen de algo que satisfará su apetito, la forma, el color y el olor se convierten en realidad convencional. Incluso en este punto, el meditador puede todavía dejar pasar la experiencia. Pero si se aferra a ella, habrá inevitablemente anhelo, ignorancia e ilusión. Únicamente dejándola pasar y siguiendo a la próxima experiencia puede logran desligar de ella.


Mente y Cuerpo
El meditador vive la realidad exponencial a tra¬vés de su cuerpo y mente. Cuerpo alude a los objetos de conciencia que se ven afectados por accidentes naturales como el calor y el frío, el crecimiento y la decadencia, el movimiento y el descanso. El cuerpo es la fuente de las impresiones sensoriales: objetos visibles, audibles, olorosos, etc. El cuerpo es concebido siempre como asumien¬do una de las cuatro principales posturas: de pie, caminando, sentado y yaciendo.
La mente es la conciencia —agente, vehículo— del cuerpo. Tiene varios estados, que incluyen la conciencia del dolor físico, el sufrimiento mental, el divague mental, el cansancio, el anhelo, la ira, ver, escuchar, oler, gustar, y el sentimiento de lo corpó¬reo. Estos se centran en el cuerpo o en la mente.




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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Thenard Enviado: 22/06/2010 21:35
Sabiduría consciente
A través de la Meditación Consciente logramos, en su objetivo final, Sabiduría Consciente. Este es el saber que nos permite distinguir la realidad convencional de la realidad experiencial, y nos hace darnos cuenta de que la realidad convencio¬nal es trivial a ilusoria. Nos desliga de aferrarnos a ella. La Sabiduría Consciente nos lleva a una conciencia de la importancia de la realidad experien¬cial. También nos permite que dejemos fluir a través de nosotros la realidad experiencial sin afe¬rrarnos o anhelar esta realidad.
La Meditación Consciente se distingue princi¬palmente por el hecho de que en el proceso no nos aferramos a la fase presente en el flujo de la experiencia. Nuestro dejan pasar de esta fase nos permite darnos cuenta de la transciencia de reali¬dades tales como el dolor, la furia, el anhelo, etc. Con esta conciencia podemos dejar pasar todos estos sentimientos negativos y dañinos. A través de la Meditación Consciente logramos la sabidu¬ría que nos lo permite. Nos despojamos de la realidad convencional, dejamos pasar los senti¬mientos negativos transitorios, vivimos principal¬mente en un mundo de realidad experiencial, le permitimos fluir a través de nosotros y ello nos conduce a la Sabiduría Consciente.
Conciencia de la Verdadera Naturaleza del Cuerpo
Si no se ha logrado Sabiduría Consciente, es muy fácil verse conducido a mirar al cuerpo humano como bello, atractivo, deseable. Esto es mirar al cuerpo desde el punto de vista de la realidad convencional. Peno la realidad convencional puede, de la misma manera, llevarnos avenal cuerpo humano como sujeto a la decadencia, como algo inodoro, etc., es decir, como algo totalmente sin atractivo e indeseable.
A través de la Meditación Consciente podemos obtener una mejor imagen de la verdadera natura¬leza del cuerpo humano — como una serie sucesiva y sumamente compleja de fases transitorias de despertar, ser y desvanecerse. Bajo este aspecto, o sea el aspecto de la realidad exponencial del cuerpo humano, llegamos a darnos de cuenta de que el cuerpo no es intrínsecamente deseable, ni intrínse¬camente indeseable, sino algo cuyo valor es tan pasajero como su ser.

¿Qué meditación prescribir?
Para individuos acostumbrados a formas idóla¬tras de meditación es imperante permutar su medi¬tación por una limpiamente neutral según describe este artículo. Sólo queda por analizar cuál de las dos técnicas descriptas debe prescribirse para un sujeto en particular.
En términos generales la Meditación Tranquila es la más fácil y generalmente la más adecuada. No obstante, los casos más difíciles de manejar son con frecuencia aquellos de individuos de fuerte personalidad y/o fuerte intelecto. Ellos se sentirán satisfechos únicamente con una clase de medita¬ción que llega hasta las mismas raíces de la mente. Para ellos, la Meditación Consciente bien puede ser la mejor prescripción.
Lo que es más, como el lector habrá notado, algunos de los elementos de la Meditación Cons¬ciente conducen naturalmente hacia algunos de los más fundamentales conceptos del judaísmo, como la trasciencia del mundo material y la futilidad de la furia y otras emociones mundanas. Esto bien podría hacer al judaísmo más simpático al meditador.

Judaísmo y Meditación
Meditación tiene sus raíces en los mismos inicios de la herencia judía. Los comentaristas de la Torá explican que Abraham y los demás patriarcas eligieron ser pastores para poder pasar su tiempo en soledad. Estaban totalmente dedicados al servicio de Di-s y escogieron una profesión que les permitiera llevar una existencia totalmente espiritual. Al volverse pastores, pasaron sus días en la soledad de los campos, en lugar de verse envueltos en el barullo de la vida en la ciudad.
Esto es cierto también hoy. Al retinarse en sole¬dad por un período de tiempo (sin necesariamente abandonar la ciudad) la persona puede lograr salud sicológica, tranquilidad y paz de la mente, al meditar en un objeto que los produce.
Sin embargo, la única meditación que se ordena a todos los judíos es aquella que es parte del servicio a Di-s, la plegaria. El Código Judío de Leyes declara que antes de cada plegaria la persona ha de meditar ‘en la grandeza de Di-s y la pequeñez del hombre’ (Shulján Aruj Oraj Jaím). Esta medita¬ción se ejecuta con una intención fija y en un momento determinado. Su meta es mejorar la cali¬dad de la plegaria de la persona, no la de calmar sus nervios.
Otros tipos de meditación deben emplearse por aquellos que lo precisan por razones terapéuticas. Un judío ortodoxo saludable no precisa de medita¬ción para lograr serenidad. Por el contrario, si co¬mienza a hacerlo, podría llegar a hacerse daño sicológicamente.
Meditación comparte una característica con otras terapias. Es valiosa únicamente cuando se la precisa y cuando se la emplea en la cantidad nece¬saria. Puede resultar en detrimento de la salud si se la toma en dosis excesivas y cuando no se la precisa”.
Este es un extracto de un discurso dado pon el Lubavitcher Rebe en 1979. El es el líder espiritual del judaísmo de Lubavitch en esta generación, y sus palabras son por eso una formulación definitiva del enfoque judío acerca de la meditación. Nadie podría expresar esta visión con más autoridad que él.
La senda del judaísmo ortodoxo hacia la tran¬quilidad y la paz de la mente consiste de lo siguien¬te: al judío se le enseña desde la más temprana infancia a practicar la autodisciplina. Su vida es estrictamente regulada desde el momento que abre sus ojos en la mañana hasta el momento en que se duerme. La ingesta de alimentos está sujeta a perma¬nentes contenciones, inclusive ayunos regulares. Todo el año sigue un ciclo de días laborales y festivos.
El estudio de la ley y de obras éticas de los Sabios desarrolla una comprensión intelectual de la relación del hombro con Di-s, de la futilidad de todos los anhelos materiales y urgencias animales, y de plena confianza en la providencia de Di-s.
La ilustración intelectual produce una apreciación emocional del valor de la elevación. Esta apre¬ciación llega a su punto culminante en las plegarias cotidianas. Para sumarle impacto, el estudio y la plegaria se conducen en forma grupal.
Al judío se ordena involucrarse plenamente en ayudar a su semejante y en llevar una buena vida familiar plena de amor entre los cónyuges y entre padres e hijos. Estas prácticas nutren el amor, la fidelidad y el respeto entre los seres humanos, conducen a una personalidad balanceada y a la paz de la mente. En las palabras del Salmista:
“Di-s es ml Pastor, nada me ha de faltar. En verdes praderas me hace recostar; me conduce junto a aguas tranquilas; El revive mi alma; me guía por sendas de rectitud... Aun si anduviere yo por el valle de la sombra de la muerte, no temerá mal alguno, porque Tú estás conmigo... Bondad y mise¬ricordia me seguirán todos los días de mi vida...”
(Salmo 23).
En el siglo XVIII nuestros Sabios ya se habían ocupado de Meditación, con pleno conocimiento de que ya en aquella época era un tema importante y con probabilidades de volverse más importante aún cada día, de modo que había que ocuparse de él.
A continuación, una cita de Maamarím Ketzarím del Alter Rebe, Rabí Shneur Zalman de Liadi (1745-1812). La traducción es libre.
El Alter Robe explica primero una forma inapro¬piada de meditación, y luego una forma adecuada.

Cualidades esenciales y Características intrínsecas de la reflexión
Hay dos formas diferentes de meditar.
En el primer enfoque la medi tación es encami¬nada a profundizar la conciencia propia del senti¬do general del concepto de Torá que es foco de la meditación. En otras palabras, este método medita¬tivo implica centrar la conciencia propia en el significado general del concepto. Este procedimien¬to involucra la condensación de las energías men¬tales, y de ninguna manera implica incrementar la conciencia que descansa en la mente y que lleva a la persona al estado general de ‘visión aérea’. Se llega a este estado como resultado del uso exclusi¬vo de los poderes superficiales de la mente en la meditación, y con ello se desviste el concepto de Torá de toda sustancia definitiva. Al despojarla de su tangibilidad, la persona llega a percibir por el ojo de la mente sólo el sutil espíritu del concepto como una simple ‘visión aérea’ libre de sustancia. “...serán barridos por el viento...” y “cuando observes [la idea] será nada...’. Como resultado de practicar este tipo de meditación, mucha gente del vulgo se ha visto llevada al error y engañada por visiones futiles y vanas.
No se requiere del individuo gran medida de astucia para aprenden a reconocer este tipo de meditación. Apenas unas pimples indicaciones para saber que se está cayendo en esta senda serían:
1) En tanto se libera tensión corporal, la persona experimentará leves movimientos ner¬viosos;
2) cuando las emociones se calman, se sien¬te una ligera turbulencia en el corazón;
3) la mente queda vacía de pensamientos, y todos los que surgen se disipan;
4) el fenómeno es intensivamente exponen¬cial.

La segunda senda demanda la verdadera pro¬fundización de los pensamientos y la ampliación de la comprensión propia, en contrasta con la retirada del intelecto. Este método involucra la profundiza¬ción de la conciencia propia en el significado abierto, simple y manifiesto, del concepto de Torá a través del ejercicio mental intenso; examinar y elaborar los múltiples detalles del concepto, sus facetas y ramificaciones, y no permitir a la mente estacionarse exclusivamente en un punto. Las indi¬caciones de que la persona se encuentra en este estado mental son diametralmente opuestas a aquellas que indican que se está ocupado con el primer tipo de meditación; esto es, no hay revuelta alguna en los poderes superficiales del cuerpo, sino sólo el ejercicio de los poderes del alma en la mente.
Además, este ejercicio mental intensivo es tan consumidor que la persona carece de sensación del Yo. Este estado de conciencia es muy distante y diferente del anterior, en el que la persona es sus¬ceptible de visiones vanas e imaginarias. Por el contrario, mediante el segundo enfoque, la persona inviste el concepto de Torá en diversas metáforas y analogías hasta que el concepto es plenamente comprendido y puede percibirse claramente con el ojo del intelecto humano.
Otra indicación de que se está inmerso en el tipo de meditación adecuada es el anhelo de lograr nueva profundidad en el concepto de Torá que es objeto de meditación, y el deseo de descubrir en cada palabra lo implícito y lo específico. Subse¬cuentemente, la persona estará totalmente ajena al Yo, por cuanto la preocupación total de la mente con el concepto de Torá ensombrece plenamente toda sensación del corazón.

Con respecto a la cuestión de la excitación que sobreviene en virtud del primen tipo de meditación la persona hallará el estímulo excesivamente eufó¬rico, por cuanto el proceso meditativo de vaciar la mente propia se encamina específicamente a pro¬vocar el alborozo del Yo. En realidad, este estado constituye un dualismo entre Di-s y el individuo. In evitablemente, la persona se torna egoísta y en última instancia distante y en directa oposición a la Divinidad en la medida en que se aferra a una sensación del Yo.
En contraste, a través del segundo tipo de me¬ditación se logra iluminación sólo y específicamen¬te en el contexto de lo Divino. La persona no está preparando al Yo para lograr una revelación, sino que en lugar de ello ejerce un tremendo esfuerzo mental y se ve consumida totalmente con la vivifi¬cación del concepto de Torá. Espontáneamente la iluminación vendrá a través del concepto de Torá mismo y no porque la persona limpiara la mente para obtener una revelación. En la segunda forma de meditación la persona no está dominada por la sensación de iluminación, ya que el Yo no juega rol alguno en ésta. Ésta sobreviene por entero en virtud de “observar la gloria del Rey y ninguna otra cosa” y toda experiencia exterior desaparece. Como fuera dicho, “el necio no desea [verdadera] iluminación”. El necio no desea abandonar la sensación del Yo y lograr Iluminación exclusivamente en el contexto de lo Divino, sino la sensación de éxtasis que produce la meditación, es decir, que la revelación sobreven¬ga como una sensación placentera que se revela en el corazón. Así, semejante persona, de hecho y en última instancia, dista de experimentar Divinidad.
Otra distinción entre las dos categorías de ilu¬minación es que mediante la primera forma la per¬sona se ve atrapada en su supremacía y poderío, se torna insensible, despótica y petulante; y obtiene incrementada sensibilidad y apetito por placeres sensuales. Mediante el segundo enfoque, la perso¬na llega a la genuina humildad, no siente que el Yo es inmenso, y toma distancia de desear placeres pasajeros que se derivan de rasgos de carácter en pugna, indignación, opresión, frivolidad y simila¬res... Semejante persona considera las característi¬cas negativas interiores como repulsivas y despreciables, no se jacta de logros personales, y, de hecho, considera al Yo como la nada absoluta.

Conclusión
Hemos visto que hay un espectro de técnicas para alcanzar estados de conciencia alterados. En un extremo del espectro está la relajación. Es una técnica que puede enseñarse adecuadamente co¬mo una de las terapias al alcance de la profesión médica. Todos los seres humanos, Inclusive judíos ortodoxos, podrían precisar semejante terapia en algún momento, tal como podrían precisar antibió¬ticos para una infección o insulina para la diabetes, Di-s libre. Meditación, por el otro lado, se parece más a una droga adictiva. El judío ortodoxo tiene suficiente plenitud espiritual en su vida sin ella, y, de hecho, no tendría que involucrarse en ella ya sea sólo pon ser adictiva y una pérdida de tiempo. El problema surge, no obstante, cuando alguien que ha estado meditando se vuelve un Baal Teshuvá—‘retornante’ a la vida judía—. Cuando intenta aban¬donar la meditación por estar salpicada de idolatría o por otros motivos, sufre los síntomas de la absti¬nencia y entonces bien podría ser aconsejable ali¬viar los síntomas con un tipo de meditación neutra, libre de idolatría.

Dra. Atar Ilasofer de “Concord” (Londres)

Bibliografía
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