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Plantas: La mejor época para recoger y conservar plantas medicinales
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 05/07/2010 21:26

Infusiones, tisanas y tinturas han sido sin duda derrotadas por la farmacología química, que no obstante reconoce en general la validez científica de aquéllas, aunque niega, y no sólo por conflicto de intereses, la posibilidad de utilización de las mismas a gran escala en la práctica médica diaria. En la hipertensión, por ejemplo, sería criminal confiar la suerte de un paciente al ajo y al muérdago en lugar de recurrir a los fármacos

hipotensores de síntesis, que en los últimos tiempos han revolucionado la terapia de esta forma patógena. Sin embargo, la fitoterapia podría constituir un baluarte frente al excesivo y peligroso consumo de fármacos, detectable sobre todo en las sociedades más desarrolladas. La fitoterapia no consiste tanto en recurrir al herbolario más que a la farmacia, sino más bien en aceptar y alimentar un nuevo planteamiento de la propia existencia, basada esencialmente en una recuperación de la naturaleza y de sus recursos, entre los cuales se encuentran también, aunque no sólo, las plantas medicinales. Se trata, en definitiva, de romper con los estereotipos de la sociedad consumista para apreciar las cosas que nos rodean y sus aplicaciones.

En este caso, la fitoterapia es en primer lugar necesidad de recuperar la capacidad de reconocer y distinguir, basándonos en la experiencia de nuestros antepasados y no abandonándonos a la actuación, a menudo dudosa, de quien se dedica comercialmente a las plantas; por consiguiente, y dentro de lo posible, hay que proceder personalmente a la recolección de las plantas de utilidad, a su conservación y a la extracción de los principios activos, reconstruyendo una comunión con la naturaleza que es el fundamento primordial de una vida mejor.

La mejor época para recoger y conservar plantas medicinales comienza en abril y mayo y se prolonga hasta el otoño. Para extraer de las misma la mayor cantidad posible de principios activos es necesario escoger días claros, soleados, comenzando la recolección a final de la mañana, con objeto de que tallos, hojas y flores estén perfectamente secos, y otorgando preferencia a los ejemplares más hermosos. De algunas plantas se recogen flores y hojas, de otras los extremos en flor; de pocas se utilizan sólo las raíces, los rizomas o los bulbos, Ello depende del género de la planta y de cuales de sus partes sean más ricas en principios activos.

Recoger no significa destruir. Todo ha de cogerse con delicadeza, con objeto de que la planta no sufra. La raíz será arrancada sólo cuando tengan que recogerse raíces, rizomas o bulbos. Las hojas se recogen cuando en el tallo aparecen los capullos de las flores, ya que antes de la floración son poco activas porque contienen demasiada agua; después de la floración son también insuficientemente activas, porque han dado a las flores lo mejor de sí mismas.

Las flores han de recogerse inmediatamente después de brotar, porque es entonces cuando poseen una mayor riqueza en principios activos. Unicamente las flores de la manzanilla y del árnica pueden recogerse cuando todavía son capullos.

Hay plantas, como el romero y la salvia, que poseen tallo, hojas y flores muy ricos en aceites esenciales; de estas plantas habrá que recoger los extremos floridos. Por otro lado, si la planta esconde celosamente sus principios activos en las raíces, el recolector deberá hacer distinción entre planta bienal y planta anual. En el primer caso la raíz ha de ser recogida en primavera, época del despertar, cuando está turgente y llena de humores. Si por el contrario se trata de una planta anual o de una planta bulbosa, raíz y bulbo deberán recogerse en otoño o después de la caída de la hoja, época en la que los jugos nutritivos de la planta vuelven a bajar a la base antes de que la llegada del invierno la haga morir. Por cuanto respecta a las plantas de las que se usan las ramas, porque son más ricas en principios activos, la época de recolección varía de una especie a otra. Las hojas, cuidadosamente seleccionadas y limpiadas, se dejan secar al aire y a la sombra, extendidas sobre esteras, cañizos, etc. Los bulbos, las flores y los extremos floridos se secan al sol, cubiertos por hojas de papel para que no se decoloren. Las raíces y los rizomas, previamente seleccionados y separados de raicillas y fragmentos varios, se exponen al sol directamente. Al atardecer, se debe meter todo en casa, al abrigo de la humedad de la noche.

Los productos, perfectamente secos, se conservan en cajas de hojalata o en frascos de cristal limpiados antes de su uso, cada uno con su etiqueta para evitar confusiones, y finalmente se guardan en un lugar seco.

Estas son, en pocas palabras, las reglas generales que ha de seguir la persona que desee recoger plantas medicinales para su uso personal. No obstante, hay que tener en cuenta que cualquiera no puede de repente convertirse en recolector o herborista; es indispensable tener alguna noción de botánica y conocer con toda seguridad las plantas que se desea recoger. Es múy fácil confundirse. Muchas plantas se parecen tanto entre sí que, si no se es buen conocedor, se corre el riesgo de cortar una planta venenosa.

Los REMEDIOS NATURALES, a base de hierbas, raíces, flores y hojas, requieren una cuidadosa selección y preparación de las plantas medicinales, si se desea obtener

un preparado eficaz desde el punto de vista terapéutico, ya que sólo así se mantendrán intactos todos los principios medicamentosos activos.

Las plantas medicinales pueden tratarse según tres métodos distintos..

Decocción. La operación consiste en cocer la parte rica en principios activos (flores, hojas, frutos, semillas, raíces o la planta entera) durante unos minutos. Para preparar la Decocción o tisana, se pone la parte de la planta escogida en el agua hirviendo y se deja cocer a fuego moderado, en un recipiente cubierto, durante el tiempo indicado en cada caso en la receta.

Cuando se utilizan raíces, maderas y cortezas, es necesaria la maceración previa en agua templada durante 12-24 horas. El líquido de maceración se usará para la decocción.

Infusión. Se aplica generalmente a aquellas plantas cuyos principios activos podrían alterarse por ebullición. La infusión se obtiene vertiendo sobre la planta el disolvente a temperatura de ebullición. Es conveniente tapar inmediatamente el recipiente para evitar que las esencias de la planta se evaporen. Se deja al fuego durante el tiempo indicado en la receta. Cuando se usan cortezas, maderas y raíces, se aconseja mantener la infusión durante 10-15 minutos al baño María, con objeto de facilitar la extracción de los principios activos.

Maceración. La operación consiste en dejar la planta sumergida en un disolvente durante un periodo de tiempo más o menos largo. Generalmente se usa la maceración cuando la planta contiene principios activos que se perderían o quedarían modificados por acción del calor, o bien al alterarse el disolvente con el calor. Un producto de la maceración es la tintura, que se prepara dejando durante unos días en alcohol fino (no desnaturalizado) o en vino (tinte vinoso) las plantas bien secas y reducidas a polvo grueso en un recipiente de vidrio cerrado herméticamente. Cabe mencionar a tal respecto zumos de verduras y de frutas (verdaderos cócteles de alto poder energético-vitamínico) de hierbas y plantas medicinales, que pueden prepararse fácilmente en casa. Con las plantas pueden prepararse también:

en cataplasmas, que se obtienen mezclando harinas vegetales con un liquido que puede ser agua, una decocción, una infusión o una solución salina. Pueden utilizarse calientes o frías y son de aplicación exclusivamente externa;
en linimentos, que son medicamentos de consistencia líquida o semilíquida y de uso externo, constituidos por un excipiente graso unido en emulsión a sustancias medicamentosas; los ungüentos se preparan batiendo con energía en un recipiente los jugos frescos exprimidos de la planta o de las plantas necesarias (planta entera, hojas, frutas, raíces) o los correspondientes extractos fluidos y tinturas, todo ello según las dosis indicadas en las distintas recetas. Los ungüentos pueden ser simples o compuestos, según si están constituidos por una o varias sustancias medicamentosas;

en pomadas, que, al igual que los ungüentos, están destinadas a la aplicación externa sobre la piel o sobre las mucosas; contienen varios tipos de excipientes, como la vaselina, el aceite de vaselina o la lanolina. Las pomadas se preparan batiendo con fuerza en un recipiente adecuado (plato sopero, fuente, etcétera.) los distintos ingredientes indicados en la receta, hasta obtener una emulsión homogénea;

en sufumígaciones, sahumerios que permiten introducir en las vías respiratorias, por aspiración, vapores que se obtienen quemando partes de vegetales o poniendo en el agua caliente unas gotas de aceites esenciales;

extractos fluidos, que deben adquirirse en la farmacia, ya que su preparación requiere un equipo especial.


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