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Niños Indigo: Galería de Famosos con TDAH
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ☼TäRA☼  (Mensaje original) Enviado: 11/07/2010 13:09
Galería de Famosos con TDAH

Palabras Preliminares
La idea de que las personas con TDAH tienen un “cerebro diferente” parece disparar normalmente una búsqueda de defectos, síntomas o problemas e inhibe otro proceso: el de las diferencias positivas. “No hay mal que por bien no venga” es un dicho que no deberíamos olvidar.

La creatividad y originalidad que suele caracterizar a las personas con TDAH permite una casi interminable galería de personas famosas y exitosas.

Thomas A. Edison: inventor inquieto
Leonardo Da Vinci: El cazador de ideas
André Ampère: “Un profesor distraído en el Siglo XIX”
Albert Einstein: El profesor Distraído


Thomas A. Edison: inventor inquieto

Thomas A. Edison está entre los más citados personajes históricos por exhibir el clásico comportamiento de una persona con TDAH. La lectura de la esta reseña mostrará parte de los síntomas del TDAH a lo largo del ciclo vital y dejará en claro que nadie es un portador pasivo de un determinado estado neurobiológico.

Thomas fue, desde pequeño, un problema no sólo por sus disconductas (a los seis años había quemado el granero de la familia) sino por cuestiones de salud: sufrió de escarlatina e infecciones en los oídos que lo dejaron con dificultades auditivas; sin embargo, era muy conversador y solía abrumar a los adultos con sus constantes preguntas. Aunque debía ser intelectualmente muy dotado, un maestro llegó a llamarlo “torpe”, entre los siete y los nueve años asistió a tres escuelas diferentes y todos sus maestros se rindieron: el último lo declaró no educable.

En verdad no pudieron afrontar su incapacidad para quedarse sentado, su inatención y su verborragia (¡Le gustaba hablar, pero no escuchar!). Probablemente, la vida de Thomas A. Edison hubiera rumbeado hacia el desastre si su madre no hubiera creído siempre firmemente en él y hasta su padre pensaba que era un poco tonto.

Cuando debió ser retirado de la escuela, la madre se dedicó íntegramente a enseñarle en el hogar y comprendió que él no podía estudiar como los demás, sino que necesitaba explorar: lo alentó permitiéndole armar un laboratorio en el sótano.

Un verdadero ejemplo de educación personalizada y de adaptación curricular. A partir de los 12 años Thomas trabajó vendiendo diarios y otros artículos en el tren. Armó en un vagón de carga un laboratorio de química, consiguió una imprenta y comenzó a publicar un periódico para los viajeros.

La empresa funcionó bien hasta que un incendio en el laboratorio arruinó el negocio y llevó a su despido. A lo largo de su adolescencia pasó por muchos trabajos, mientras que paralelamente dedicaba todo su tiempo a inventar: por ejemplo, mientras trabajaba como telegrafista de un ferrocarril tenía que emitir un mensaje una vez por hora, abrumado por la rutina, inventó una forma de transmitir su señal automáticamente.

Cuando descubrieron “la trampa” fue despedido: necesitaban que él estuviese atento no que simplemente saliera la señal. Sin embargo, el invento se convirtió en el primer telégrafo automático y el primer antecedente de las actuales máquinas automáticas de emitir tickets.

Una frase ilustra su forma de pensar divagante: “… empiezo acá con la idea de ir allá en un experimento para aumentar, por ejemplo, la velocidad del cable interoceánico del Atlántico; pero cuando he llegado en parte a la meta, me encuentro con un fenómeno que me empuja en otra dirección [...] hacia algo completamente inesperado”.

A esto se lo ha llamado ocasionalmente “el rasgo Edison”, aunque es común de toda persona que presenta dificultades en las funciones ejecutivas.

El tenía muy claro que siempre sabía cómo empezaban sus días, pero no cómo ni cuándo habrían de terminar: “Mi éxito se debe a que jamás tengo un reloj en mi taller” y un grupo de sus ayudantes se auto denominaban “el escuadrón del insomnio”.

Edison, no era sólo un inventor sino un empresario y un astuto hombre de negocios capaz de vender sus inventos, atraer capitales y motivar a sus empleados. Al final de su carrera había patentado 1093 inventos.

No fue fácil para él salir adelante: anduvo a los tumbos bastante tiempo, corrió peligros no recomendables, y dado que no pudo recibir medicación ni educación formal apropiada (nadie sabía del tema), es difícil explicarse el resultado final de su vida sin pensar:

a) en su talento natural;
b) en la intuición brillante de su madre: se ocupó de él apasionadamente, comprendió su estilo cognitivo, supo apoyarlo y guiarlo y;
c) Edison mismo “inventó” formas de afrontar sus problemas: tomaba una dirección y podía abandonarla antes de llegar a la meta, sabía que tarde o temprano lo haría, pero se ocupaba de que alguien siguiera su trabajo, dejando y dejándose mensajes.
En síntesis, se podría decir que fueron capaces de realizar los cambios psicológicos necesarios para aprovechar su talento, minimizar sus defectos y convertir a muchos de ellos en virtudes.

Articulo publicado originalmente en el TDAH journal, “Terremotos y soñadores”, año 1, número 2, Marzo de 2001, Autorizada su publicación electrónica por su editor Lic. Ruben O. Scandar



Leonardo Da Vinci: El cazador de ideas

“ ¡Este hombre nunca terminará nada!” (León X, hablando de Leonardo) Leonardo nació en Vinci en el año 1452 y por lo que se sabe de su niñez (que no es mucho) confirma que tenía TDAH: todo le llamaba la atención, saltaba continuamente de una cosa a otra, dejando en general todo por la mitad y postergando indefinidamente aquellas tareas que no le interesaban lo suficiente. Leonardo Da Vinci llegó a Florencia cuando tenía 15 años, allí; gracias a la reputación de Piero, su padre, ingresó en el taller de Andrea Del Verrocchio, donde aprendió una amplia variedad de artes y técnicas y no tardó en demostrar su talento.

Se dice que cierta vez el maestro estaba atareado y no tenía tiempo para realizar un cuadro encargado por el clero: “El bautismo de Cristo”, entonces Verrocchio se ocupó de la figura central y pidió a Leonardo que hiciera un pequeño ángel en una esquina.

Cuando hubo terminado, se lo mostró a su maestro y este juró no volver a tocar un pincel en su vida: aquel ángel parecía “venir del cielo”. Cuentan que, en adelante, Andrea se dedicó a la escultura y a la ejecución de obras arquitectónicas.

Siguiendo la analogía de “cazadores y granjeros” de Thom Hartman para caracterizar a las personas con TDAH y a las sin TDAH respectivamente, vemos que Leonardo recorría las ciudades de Italia como un predador en el bosque buscando continuamente en el mundo cotidiano hechos que “cazar”, para transformarlos en ideas novedosas, o simplemente en la cándida expresión de una mujer en alguna de sus obras.

Así como los cazadores suelen llevar un buen saco en donde guardar sus presas, Leonardo tenía siempre su cuaderno de notas, en el que registraba todo aquello que podía derivar en un invento.

A pesar de que toda Florencia hablaba de su talento, él no parecía interesado en ganar dinero y nunca se dedicó a conseguir la protección de la nobleza, por lo que fue pobre durante toda su juventud.

Solía decir en esos tiempos una frase: “Sólo es pobre el que tiene excesivos deseos...”. A pesar de eso, en 1482, finalmente consigue un trabajo prometedor: le encargan la capilla de San Bernardo y la pintura “La adoración de los magos”, sin embargo atraído por la idea de partir hacia Milán, donde el neoplatonismo reinante en Florencia parecía rendirse ante la corriente Realista, deja inconclusas ambas obras y se va sin cobrar un céntimo.

En Milán entra al servicio del Duque de Sforza quien lo nombra “pintor e ingeniero ducal” El noble quería construir una estatua ecuestre en honor de su padre. Sin embargo, Leonardo jamás llegó a hacer más que algunos modelos en arcilla. Solía pasarse el día bosquejando inventos, que incluían interesantes artefactos de guerra que atraían al Sforza, quien se acostumbró a que todos los encargos hechos a Leonardo fueran reemplazados por las propias ocurrencias del genio.

Su “pensamiento alternativo” se ve también en sus cuadernos: él era zurdo y obviamente le era más cómodo escribir de derecha a izquierda, por lo que así lo hacía, aunque cuando debía escribir una carta no tenía dificultades en usar el orden convencional.

Además, alternaba sus notas con dibujos usando un método que llamó “dimostrazione”, en el cual las imágenes eran explicadas por el texto, en lugar de ser el gráfico una mera ilustración de lo dicho. Aquel novedoso método hoy se ha convertido en una práctica didáctica muy utilizada.

También tenía la típica baja tolerancia a la frustración de los TDAH, aunque su talento no lo enfrentaba a ella muy a menudo. Ejemplo de esto es el mural de “La batalla de Anghiari”, que dejó inconcluso cuando fracasó al implementar un nuevo método para el secado de la pintura que él había inventado.

Su pensamiento era siempre divagante: durante una epidemia de peste en Milán, por ejemplo comenzó una nota sobre la forma ideal para una ciudad limpia y eficiente, esto lo llevó a los desagües y al fluir del agua, de ahí a compararlo con las corrientes de aire; finalmente la nota termina con el diseño de una visionaria “maquina de volar”.

En sus notas se encuentran temas cuya diversidad es sorprendente: pintura, arquitectura, mecánica, anatomía, geofísica, botánica, hidrografía y aerodinámica. Entre 1490 y 1495 bosquejó tres tratados y un libro pero estos nunca pasaron de ser proyectos en su libro de notas.

Al morir en Francia en mayo de 1519 dejó como legado a la posteridad sesenta y siete obras de arte, de las cuales sólo dieciséis estaban concluidas. Aunque gracias a sus cuadernos de notas sabemos que era un genio descomunal y multifacético, de ser juzgado por las obras que concluyó sería sólo un excelente e inconstante pintor. Tuvo la ventaja de utilizar la “estrategia cognitiva” de anotar todo lo que se le ocurría.

Sin embargo su TDAH no le permitió abocarse a ningún estudio con toda la profundidad de la que era capaz. Aunque vemos claramente los lados fuertes del trastorno, el hecho de no contar con una buena “terapia” (hecho imposible en la época) le impidió evitar los “lados negativos”, por lo que nunca sabremos realmente hasta dónde hubiera podido llegar uno de los hombres más geniales de la historia.

Mariano Scandar articulo publicado originalmente en el TDAH journal, “Terremotos y soñadores”, año 2, número 3, Julio de 2001, Autorizada su publicación electrónica por su editor, Lic. Ruben O. Scandar



André Ampère: “Un profesor distraído en el Siglo XIX”

Suele usarse la imagen desaliñada y con el cabello alborotado de A. Einstein para representar al clásico profesor distraído. Bien podríamos hablar de él en este apartado y seguramente lo haremos en el futuro, ya acumuló en su vida méritos suficientes para formar parte de nuestra galería de famosos con TDAH.

Sin embargo, creemos que en el campo de la física tuvo un antecesor muy importante: M. Ampère (1775-1836) físico francés y padre de la electrodinámica moderna. La unidad de medida eléctrica se denomina “Amper” en su honor. M. Ampère quedará en la historia por su laboriosidad y genio pero quizás se lo debería considerar el verdadero profesor distraído.

Un día estaba abstraído en sus pensamientos, parado en el frente de su carruaje. Halló o quizás buscó una tiza en los bolsillos al asaltarle una idea y allí, sobre la lona negra del techo de su carruaje, comenzó a desarrollarla.

Pronto, la superficie del techo se volvió insuficiente. Así advirtió la confusión en la que había caído.

Sin inmutarse, corrió dentro de la casa en búsqueda de un pizarrón de verdad para concluir su trabajo. El estudio de su biografía permite observar con facilidad que se trataba de una persona con claros síntomas de trastorno atencional por sobre-enfoque.

Mariano Scandar * Articulo publicado originalmente en el TDAH journal, “Terremotos y soñadores”, año 1, número 1, Noviembre de 2000, Autorizada su publicación electrónica por su editor Lic. Ruben O. Scandar



Albert Einstein: El profesor Distraído

"Si la teoría no encaja con los hechos, cambiemos los hechos" (Albert Einstein) La fama mundial de la que goza hoy la figura de Albert Einstein, en tanto paradigma del genio y la inteligencia, es acompañada a menudo por otra un poco más cómica: es común que se lo identifique con el personaje del “profesor distraído”. En realidad, ambas famas eran, según sus biógrafos, ampliamente justificadas.

Era, por un lado, un hombre excepcionalmente talentoso: las implicancias de su famosa “Teoría de la relatividad” van desde el desarrollo de la física cuántica hasta la creación de la energía atómica, pasando por una nueva concepción del universo que reemplazó el modelo Newtoniano vigente desde hacía siglos.

Por otra parte tenemos una serie de anécdotas narradas por quienes lo conocieron, que dan cuenta de un hombre que podríamos caracterizar como “distraído”, “soñador”, “desorganizado” y (sobretodo en su juventud) “vergonzoso” y “solitario”.

El pequeño Albert no habló hasta haber cumplido los tres años. La escuela primaria le fue muy trabajosa, especialmente tenía muchas dificultades con la expresión escrita y con la aritmética. Solía hablar muy poco y casi no tenía amigos: sólo parecía feliz jugando solo.

Por todo esto fue considerado por sus padres y docentes como “lento” e incluso retardado. Más adelante tuvo dificultades para seguir estudios secundarios: sólo en un segundo intento logró entrar a un politécnico y en la universidad siempre fue visto como un estudiante mediocre.

Luego de perder varios empleos consiguió un trabajo en la oficina suiza de patentes donde, en su tiempo libre, acabó por conceptualizar muchas de sus ideas, las cuales solían llegarle por “insight”.

Más tarde, cuando ya era reconocido como una eminencia, solía ser parco y solitario, le costaba encontrar las palabras para hablar y muchas veces se paseaba por la universidad vestido de forma desarreglada y con el cabello despeinado; aparentemente ajeno a lo que pasaba a su alrededor.

De hecho, siempre fue una característica de Einstein, el caminar abstraído del entorno, a veces iba pensando en alguna teoría, otras tan solo tarareando una canción o (en su juventud) tocando su violín. Al parecer siempre estaba “en las nubes”, de hecho esa era una de las principales quejas de sus esposas, las cuales muchas veces hablaban solas durante un largo rato hasta darse cuenta de que Albert ya no estaba escuchando...

En este sentido hay una anécdota muy divertida: de camino a una reunión muy importante , Einstein se detuvo confundido, llamó a su esposa desde un teléfono público y le preguntó: “¿Dónde estoy y donde debería estar?”. También era manifiestamente desordenado, muchos colegas criticaban su desorden y él solía justificarse con una frase que da cuenta de su genialidad: “si un escritorio ordenado es producto de una mente ordenada, un escritorio vacío ¿qué es?...

Todos los rótulos que vemos justificados en estos relatos, le sonarán muy familiares a todos aquellos que hallan convivido o trabajado con un TDAH . De hecho, a través de todo lo que sabemos de su vida, podemos aventurar el diagnóstico de “TDAH predominantemente inatentivo”.

Deberíamos aclarar que su problema de atención no era el clásico “Tiempo de atención corto” sino, el “sobre enfoque”. Podía permanecer ajeno al resto del mundo concentrado en una sola cosa durante mucho tiempo pero era incapaz de cambiar de foco de atención cuando se requería.

También vemos signos de otras comorbilidades comunes en los TDAH: problemas de fluidez verbal, dislexia, etc. No diremos, pues sería absurdo, que el TDAH fue el responsable de sus logros, Albert Einstein era un hombre genial, cuya inteligencia descomunal estaba mucho más allá de su déficit de atención.

Sin embargo su pensamiento alternativo (ilustrado en la frase del comienzo) ciertamente lo ayudó a buscar nuevas teorías en lugar de conformarse con las existentes.

Finalmente, creemos que el de Einstein es otro buen ejemplo de que el TDAH no tiene relación alguna con la inteligencia . Sin embargo si bien su “sobre enfoque” no fue una dificultad para lograr el éxito profesional, sí le trajo consecuencias en sus vínculos sociales que podrían haber sido evitadas, así como también las frustraciones que seguramente sufrió con los fracasos durante su juventud.

Mariano Scandar Articulo publicado originalmente en el TDAH journal, “Terremotos y soñadores”, año 2, número 4, Septiembre de 2001, Autorizada su publicación electrónica por su editor Lic. Ruben O. Scandar


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