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Mitos y Leyendas: La figura de la liebre en la luna
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From: Thenard  (Original message) Sent: 12/07/2010 22:08
Mitos, leyendas, cuentos, fábulas, apólgos y parábolas Antología I de Emilio Rojas.

Hace varios miles de años, Buda, antes de ser Buda, nació en forma de liebre.

Vivía en un bosque que enfrente tenía una montaña, un río y un pueblo. En el mismo bosque vivían un mono, un chacal y una nutria.

Los cuatro animales, buenos amigos y compañeros, durante el día cada uno de ellos cazaba y vivía a su propio modo, y por la noche, se reunían para charlar. A la liebre, como era, se le consiederaba más sabia y por ello es que trataban. Ella les enseñaba, entre otras cosas, a utilizar el don de la generosidad y los exhortaba a seguir los buenos ejemplos.

- Dad limosnas - les decía- , y observad los días de ayuno.

Una de las veces que estaban reuinidos, el futuro Buda miró al ciel oapra contemplar el grandioso firmamento y al mirar la luna se dio cuenta de que el día siguiente sería de ayuno.

-Mañana debemos ayunar - les dijo a sus amigos -. Y, como dar limosnas en ese día traegrandes recompensas, si alguien os suplica un presente, dadle una parte aun de vuestra propia comida.

-Así lo haremos, amiga liebre - le respondieron los otros animales yéndose cada cual a su guardia para pasar la noche.

Al día siguiente la nutria se despertó muy temprano y se dirigó a las orillas del cercano río aa buscar alimento. Al llegar allí vio a un pescador que había cogido ssiete pescados rojos y los estaba ensartando en un sarmiento. Una vez hecho esto los enterró bajo la arena y continúo pescando a lo largo de la orilla del río.

Naturalmente, la nutria se dio cuenta, por el olor, de d+ónde estaba enterrado el pescado y al ver lejos al pescador escarbó en la arena hasta dejar los peces al descubierto.
Luego, y por tres veces, gritó sin qeu nadie pudiera oírla:

-¿Tiene dueño esto que está aquí?

La astuta nutria esperó un rato, y como no recibiera ningura respuesta, ni apareciese nadie a recogerlo, asió el sarmiento con los dientes yarrastró su presa hasta su madriguera. Sin embargo, al llegar allí, dejó los peces en un rincón sin atreverse a tocarlos, pues recordaba lo que la liebre había dicho y eseaba guardar los preceptos.

-Los comeré cuando acabe el ayuno - pensó.

También el mono se internó en el bosque en busca de cominda. Cuando halló mangos que le parecieron a su gusto, arrancó un racimo del árbol y se lo llevó a su casa. Creyó igualmente que era su deber no tocarlos hasta que hubiera pasado el día de ayuno.

- Aunque tengo hambre - pensó - la aplaccaré a su debido tiempo.

El chacal, por su parte, salió también a ve rqué encontraba. Y andando, llegó a la cabaña de un guardabosques. Penetró con cautela en su interi0or, y buscando pro todas partes, halló un tarro de manteca agria, dos trozos de carne asada y un ode iguana. El chacal, al igual que la nutria, antes de tocar las cosas, gritó pro tres veces.

-¿Tiene dueño esto que está aquí?

Y como no obtuviera contestación, se colgó el cordón que servía de asa del tarro alrededor del cuello, cogío la carne y la iguana con los dientes, y se lo llevó todo a su madriguera. Pero tampoco el chacal probó bocado. Se acordaba del día que era y quería guardar el ayuno.

-Lo comeré a su debido tiempo- se dijo.

La liebre no se movió de su guarida. Tenía el propósito de permanecer en ella hasta que pasara el día, para cumplir de esta forma el precepto divino.

Y mientras yacía en el suelo descansando, le vino a la mente una idea: ¿Que podría ofrecer si venía alguien a pedirle comida? No poseía nada. ¿Nada?

-Si alguien viene a pedir -se dijo con resolución- le daré mi propia carne.

En su trono de mármo, Brahma se sintió conmovido por el ardoroso ímpetu con que aquella liebre ofrecía su sacrificio. Y, queriendo saber si era cierta y sincera su resolución, se disfrazó de bonzo y quiso poner a prueba por sí mismo la promesa de la liebre.

Primeramente visitó a la nutria. Esta, al ver al monje sentado a la puerta de su casa, le preguntó:

-¿Que haces aquí?

-Si tuviera tan sólo un poco de comida- respondío el bonzo- podria guardar mis votos y cumplir mis deberes.

-No te preocupes, yo te daré comida- contestó la nutria- Aquí tengo siete peces rojos que encontré enterrados esta mañana en las arenas del río.

-Gracias, amiga - le replicó el monje-. Te esoy muy agradecido. Volveré por ellos más tarde. Mañana tal vezl. Hoy tengo que cumplir el ayuno.

Despúes de despedirse de la nutria, se fue a ve ral mono y al chacal. Los dos animales al verle le ofrecieron su comida en cuanto hizo su petición. Sin embargo, tambiénb a ellos, les dijo lo mismo que a la nutria.

Sin pérdida de tiempo se fue a ver a la liebre. Cuando ésta oyó las súplicas del monje, se puso muy contenta.

-Has hecho bien en venir a mí para que te diera de comer - le dijo-,. Hoy, por se rdía de ayuno, me siento ma´s generosa que otras veces, y te ofreceré algo que jamás di antes. Incluso con ello te ayudaré a mantener los preceptos de no hacer daño a ninguan criatura viviente.

-¿Que quieres decir?- replicó intrigado el bonzo.

-Amigo mío- respondío la liebre-, ve ya haz un fuego en un claro del bosque. Cuando haya un buen lecho de brasas refulgentes, ven a buscarme. Saltaré entre ellas y te ofrendaré mi vida.
Y cuando veas que mi cuerpo está suficientemente asado, come de mi carne y cumple después con tus deberes de monje.

Así se hizo. El sacerdote, con su m´+agico poder, encendió en sueguido un montón e brillants ascuas. Luego fue a visitar al futuro Buda, que se levantó rápidamente de su lecho de hierbas y le siguió hasta la hoguera.

Antes de tirarse al fuego, sin embargo, se sacudió tres veces diciendo en voz alta:

-¡Voy a perecer! Si algún insecto hay en mi piel, no tengo derecho a hacerle morir conmigo. Que se vaya si quiere.

Acto seguido, esclava de su bondadosa liberalidad, se arrojó a las ardientes brasas con la misma delicia que una abeja se posa con el corazón de una flor para libar.

Aquel fuego, sin embargo, no le llegó a chamuscar ni siquiera un pelo. Antes al contrario, al arrojarse en él, le pareció que se sumergía en un lecho de blandas y frescas nubes. Entonces miró extrañada al monje y dijo:

-¿Quien eres tú? El fuego que encendiste está frío, ¿Que significa este prodigio?

-Soy Brahma - respondío el monje-, y vine a poner a prueba tu promesa.

A lo que replicó el futuro Buda con voz de trueno:

-Señor, si todos los seres que habitan en el mudno trataran de ponder a prueba mi prodigalidad, no descubrirían mi inclinación a dar.

-Pruedente y sabia eres, liebre - dijo Brahma -. Yo haré que tu virtud sea proclamada por todos lso confines del mundo y aún más allá.

Entonces cogió una enorma montaña, la estrujó entre sus poderosas manos, y del jugo que extrajo de ella dibujó una liebre en el disco de la luna.

Despúes de hacer esto, ordenó a la liebre que se internara en lo más intrincado del bosque, e hizo crecer allí hierba adecuada para su alimento. A continuación se despidió de ella y partió hacia las celestiales mansiones.

Y por guardar los preceptos, los cuatro animales de esta leyenda vivieron feliz y armoniosamente en aquellos parajes.


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