“Observa cuidadosamente el IX símbolo, la tercera fase del camino de Horus: el hombre que ahí ves se llama el Peregrino. Observarás cuatro cosas en él: su peregrinaje te conduce a través del desierto; lleva un capuchón en la cabeza; sostiene un bastón en su mano; en la otra lleva un farol.
“ Primero peregrina a través del desierto. Ha entendido la naturaleza relativa de las cosas y siente ahora la necesidad de dominar característica y habilidades intemporales.
“ Se siente desenraizado, porque es conciente de la esfera de la luz y la vida. Está en guardia y se mueve cuidadosamente: no se siente cómodo ni siquiera cuando viaja. Y tú hijo mío, tampoco tú estás cómodo en este país, en esta tierra.
“ Tu espíritu está cómodo en la esfera de la luz y de la vida, de dónde vienes, y adónde regresas cada vez después de haber encarnado como ser humano. Un espíritu tiene a menudo la experiencia de caminar como a través de un desierto. Desea no estar ya atado al cuerpo, no ser tentado por la sensualidad, o limitado por el tiempo y el espacio. Po eso el hombre que está regido por un espíritu es un peregrino en la vida.
Simplemente está de paso.
“ El segundo lugar, el capuchón. También tiene un significado más profundo. Significa que no se puede mirar a izquierda o derecha; sólo hacia el frente. Lo mismo se aplica a la persona que ha tomado conciencia de su vocación. No se preocupa por su vida anterior, o por las tradiciones familiares, ni desea ya placeres ue pueda gozar, pero que inhibirían su desarrollo. No mira hacia el frente y hacia arriba. Se siente irresistiblemente atraído por las distantes alturas radiantes. Desea convertirse en lo que ha decidido ser, se esfuerza por vencer para trasmitir esto a los demás.
“ El tercer lugar, el bastón. Simboliza los contenidos de los libros sagrados. El peregrino se apoya en lo que ha aprendido en ellos. La milagrosa sabiduría que encontró allí, la lógica irrefutable de su estructura mantienen constantemente la firmeza de sus pies sobre el suelo. Necesita este apoyo, pues, aunque es un peregrino, evidentemente es una criatura compuesta de contradicciones. No sólo puede escuchar la voz del espíritu; están también las pasiones y necesidades del cuerpo, y los anhelos más sutiles del alma, que se hacen oir, por no hablar de todo lo que puede influir en él y pueden conmover su propósito resuelto. Necesita realmente el bastón para mantenerse firme y decidido. El recuerdo de la gran evolución de todas las cosas le ayuda a ver determinados pensamientos, tentaciones y preocupaciones a la luz de la eternidad, venciendo así las tendencias conflictivas. El pensamiento de que su bastón puede transformarse en un cetro real al final de su peregrinaje da al peregrino esa fuerza especial que le mantiene ergido.
“ Finalmente y en cuarto lugar el farol. Una luz protegida que le es familiar y la percepción que le dan seres de las esferas superiores iluminan el camino del peregrino, mostrándole las piedras, los agujeros y las serpientes para que pueda evitarlos. El farol no ilumina todo el camino, simplemente una parte de él. Si el preregrino fuera capaz de verlo todo, su valor podría fallarle cuando viera todas las dificultades y pruebas; es por eso que el camino sólo se le revela paso a paso.
“Ahora ve en paz hijo mío y que lo que has oído resuene en ti”.
fragmento del libro “Misterios Egipcios” de autor desconocido.