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Luz y Color: El Color y la Música en las Cuatro Estaciones Sagradas
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 26/10/2011 16:07
 
El Color y la Música en las Cuatro Estaciones
Sagradas
  
  
Para los sentidos espirituales, la Tierra resuena todo el tiempo con música y
colores vibrantes. Hay músicos que escucharon esta melodía de la Tierra, que es inaudible
para la mayoría de los hombres. La canción con que canta el planeta según transita en su
órbita en derredor del Sol, uniendo su voz a la de los grandes Ángeles Estelares que han
cantado desde el amanecer del Mundo. Hay otros artistas que han visto colores cuyos
pigmentos no pueden reproducirse en cuadros; colores para los que sus congéneres están
ciegos. Aun careciendo de conocimiento esotérico los artistas, se observa que la mayor parte
de las inspiradas visiones y éxtasis creativos fluyeron a éstos con las Estaciones. El
esoterista, en cambio, conoce que así como el panorama del mundo externo cambia, también
interiormente se percibe por los sentidos espirituales la sensación de poner y quitarse
innumerables velos de variados colores o encajes de música según se suceden las Estaciones;
cada una trayendo su nota particular, su color básico o armonía de colores. De las cuatro
Estaciones Santas, dos rayos emergen con vividos y brillantes tonos armonizados a las
majestuosas y expresivas notas de una sinfonía mayor . éstos son el Equinoccio de
Primavera y el Solsticio de Verano. Dos rayos más tenues, de luminosos tonos, armonizados
con los tonos suaves de la sinfonía menor . emergen en el Equinoccio de Otoño y el
Solsticio de Invierno.
En cada una de las Sagradas Cuatro Estaciones hay dos notas de color
predominante, una se manifiesta en lo subjetivo o planos internos y la otra en lo objetivo, o
plano exterior. Los colores del plano interno son: Rojo, en Primavera; Azul, en Verano; Oro,
en Otoño y Blanco, en Invierno. Los colores del plano externo son un verde plateado en
Primavera, Oro en el Verano, Azul en Otoño y Blanco en Invierno..
En el Equinoccio de Otoño, la fuerza radiante de Cristo penetra en la Tierra.
Un camino de Luz sigue a esta fuerza según atraviesa el Mundo Mental y el de Deseos y
desciende profundamente dentro del globo. La música que describe mejor esta Estación es la
fogosa y mágica de La Valquiria, de Wagner; donde Brunhilde, la virgen de la Verdad, es
puesta a dormir rodeada de un muro de llamas. Para encontrar la música descriptiva del
Solsticio de Invierno, debemos volvernos a las Avemarías, de Schubert y de Bach-Gounod,
que son un lejano eco del glorioso canto del Ángel Gabriel y su hueste de Ángeles ministros.
En ella, es tocada la nota del alma de la divina María, el más avanzado Iniciado femenino de
todos los tiempos. Entonces la Luz de Amor penetra la tierra del planeta y el Discípulo
calificado se encuentra cara a cara con Cristo y recibe Su Bendición: "Bien hecho, fiel y buen
siervo, pasa adentro a la alegría de Mi Reino".
Con el Equinoccio de Primavera, el sendero de Luz conduce, dentro de los Mundos Espirituales del planeta, al magnífico tema de Händel, el Coro del Aleluya, que es el canto del alma del Iniciado que deja su cuerpo natural para vestir su cuerpo celestial.
La Novena Sinfonía, de Beethoven, corona el trabajo, perteneciendo al
Solsticio de Verano. Esta no es solamente música planetaria, es música cósmica. Ella literalmente derrama sobre la Tierra los poderes del Gran Universo. El verdadero significado y propósito de esta majestuosa sinfonía será solamente comprendido por los musicólogos del futuro, cuando sean iniciados en los Misterios de las Fuerzas Cósmicas y la Música de las Esferas.
Aun cuando las multitudes permanezcan ciegas a estas fuerzas cósmicas de las que cuelga nuestro planeta como en una red iridiscente, ellas responden a su impacto físico y
por ello las actividades humanas muestran un patrón rítmico que está en consonancia con las configuraciones estelares. En Primavera y Verano, el hombre busca fuera y persigue los
intereses de la vida objetiva de los sentidos. En Otoño e Invierno, se vuelve a lo subjetivo y sus placeres son ahora más substanciales y relacionados a la vida del alma. El sistema educacional sigue este patrón cósmico, permitiendo la relajación en Primavera y Verano y
dedicando el Otoño y el Invierno a la aplicación al estudio. Muchos escritores a lo largo de sus escritos ocultistas, han relatado la historia de los Cuatro Festivales Solares como un mito natural. Interpretar su inigualable significación Cristiana y Espiritual es tarea de aquellos que pertenecen a la Escuela de Misterios de la Nueva Era. Y a esa tarea reverentemente dedicamos este libro.
  
 
 
(Del libro:Portales Estelares)
 
Corinne Heline.



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