Julia, la mujer que subió a la Luna

Julia ha estado casi dos años viviendo en una secuoya gigante.   Julia en su casa del árbol.

Todo empezó...
Todo empezó de una manera imprevisible. El grupo ecologista Earth First! inició una campaña para salvar de la tala a las secuoyas gigantes de uno de los bosques de los Estados Unidos, situado al norte de California, que albergan una mayor extensión de estos árboles milenarios propiedad de la compañía The Pacific Lumber, dedicada a la explotación y comercialización de los productos del bosque. En un principio, la protesta consistía en encaramarse a la copa de la secuoya más emblemática y colgar a unos 30 metros de altura una gigantesca pancarta con la leyenda "salvemos el bosque". Con la caída de la noche y a la luz de la luna llena, Julia se ofreció voluntaria para permanecer varios días subida a las ramas de esa imponente secuoya que parecía ser la reina del bosque y bautizó a la que sería su nueva casa con el nombre de "Luna". Sucedió el 10 de diciembre de 1997. Lo que no sabía ella es que esa situación se iba a prolongar casi dos años.

Desde entonces, Julia intentó por todos los medios adaptarse a la vida en el árbol. Andar descalza, no usar botas ni zapatos y seguir una estricta dieta fueron algunas de sus primeras decisiones. También buscó la manera de acomodarse en su nuevo hábitat instalando una tienda en una plataforma, donde dormía, comía o recibía alguna visita, en un espacio habitable de poco más o menos el de una cama de matrimonio. Pronto, instaló también un cubículo que utilizaba como oficina donde se conectaba con gente de todo el mundo para despachar las más de 300 cartas que recibía por semana, o bien para escribir un libro donde a buen seguro, nos relatará su experiencia personal.

Muchos son los que le han preguntado a Julia cuál ha sido el momento más duro vivido en todo este tiempo. Y ciertamente, a la joven le vendrán a la mente las salvajes tormentas originadas por El Niño en las que incluso vio amenazada su integridad física, o el acoso al que fue sometida por los helicópteros que sobrevolaban la zona sin descanso. Pero nada de eso le preocupaba, durante todo el tiempo que ha permanecido subida al árbol, Julia manifestaba que lo más amargo era contemplar desde su impresionante atalaya, la destrucción total de la naturaleza. Hubo un tiempo en que las secuoyas llegaban hasta San Francisco, a 400 kilómetros de Headwaters, el bosque de "Luna". Ahora lo único que puede verse desde lo alto del árbol, es la inmensa cantidad de bosques deforestados y lo que puede escucharse son los gritos de júbilo y satisfacción de los leñadores cuando consiguen talar una de estas ancianas coníferas.

La historia de Julia sin duda ha de remover algunas conciencias. Nadie trata de pedir compasión por esta joven que ha pasado dos años de su vida entregada a una labor ingrata de dudosos resultados. Tampoco hemos intentado hacer de ella el retrato de una joven ermitaña a la antigua usanza, porque sin duda, se ha visto arropada en todo momento, por su familia - que se trasladó muy cerca - y también por sus compañeros de Earth First! que han estado en permanente contacto con ella. Se trata al fin y al cabo, de una joven que se subió a un árbol con 21 años y permaneció allí hasta los 23. Pero lo que sí es cierto, es que en este mundo de globalización, donde por encima de todo prima la liberalización de los mercados y la lucha constante por acumular dinero, aún es posible encontrar nuevas formas para manifestarse y para decir al mundo que la destrucción del medio ambiente no es más que un reflejo de la destrucción de nosotros mismos. Parafraseando a nuestra joven amiga diríamos que "si la naturaleza muere, nosotros también morimos". Este es el legado de Julia, a la que sus amigos decidieron bautizar como "butterfly". Una mariposa que osó volar muy alto. Vuela, vuela, Julia.

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