La La bendición familiar
Al estar en el camino del Señor la familia es bendecida. Hay muchas personas que tienen áreas de su vida donde no son bendecidas. Muchas veces la bendición es retenida porque se falla en la familia o en el matrimonio. Y hay que darle importancia en cada área de la vida. Dios no quiere que vivamos una parte de la bendición, sino toda; y esto abarca el área familiar, espiritual y económica. Uno de los motivos que se retiene la bendición, es cuando la familia o el matrimonio o la familia no está funcionando en los principios de Dios. Para evitarlo se deben tomar todos los consejos de la Palabra de Dios. Porque si queremos ser la iglesia que Jesús va a venir a buscar, tendremos que obedecer a Su Palabra.
En el libro de Juan 17:17, Jesús implora: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". Si vamos a ser lo que Dios quiere que seamos, no podemos tomar la parte de la Palabra de Dios que nos gusta y dejar la otra. Si vamos a ser santificados, apartados para Dios, debemos serlo en todo aspecto. La santificación empieza con la Palabra de Dios, con la verdad. Nos limpia y nos aparta, para cumplir los principios de Dios.
La maldición viene espontáneamente cuando se empieza a hablar mal. Cuando ud. empieza a convencerse que la Palabra de Dios es verdad, diciplina y limpia su corazón. Su mente comienza a resistirse y las maldiciones no quieren salir. Al sacar las maldiciones de nuestro subconsciente con la fuerza de la palabra de Dios, recobramos fuerzas y nos renovamos.
Ninguna maldición tiene que haber en nosotros, en nuestra familia, en el matrimonio, el el noviazgo, en los hijos, porque la maldición no es plan de Dios. Si ud. sigue hacia adelante será transformado. Esto es cómo el tiempo de la siembra y la cosecha.
Si ud. tiene la semilla en la mano, puede hacer con ella lo que quiera. Si la siembra tendrá gozo. Y éste será mayor cuando venga la cosecha. Pero entre siembra y cosecha hay un período de tiempo, y es allí donde aparece la lucha donde tenemos que sacar mayor fuerza.
¿Que pasa en ese tiempo en el cuál sembró? Porque ahí es donde no se venada, no se siente nada, parece que nada sucede. Ese es el tiempo más peligroso: el tiempo de la batalla, porque nos preguntamos si tendremos o no fruto. Ese es el tiempo de cuestionamiento hasta la cosecha: ¿Lo conseguiré o no? Es entonces cuando el enemigo nos querrá hacer retroceder.
Oración: Padre, te doy gracias porque me has bendecido no sólo a mí sino a toda mi familia. Tomo la decisión de prestar atención a las palabras que salen de mi boca, sabiendo que ellas son las que derminan mi futuro y el de mi familia. En el nombre de Jesús, amén.
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