"Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, seremos salvos en su vida" Ro. 5:10.
"Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres de tropiezo, porque no pones la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, ni´rguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" Mt. 16:23-24.
Ahora sabemos qué respuesta dar cuando nos pregunten si somos iguales al Hjjo de Dios. Debemos decir: "El propio Hijo de Dios está en mi espíritu. Pero mi mente, mi parte emotiva y mi voluntad aún no han sido conformadas al Hijo de Dios. (Con todo), me encuentro en el proceso de conformación. Al final, todo mi ser será exactamente al igual al de Él. De esa manera, seré la imageb de Dios.
Una vez que tengamos esa visión, aborreceremos las enseñanzas religiosas. No me enseñen que debo hacer esto, más no aquello. No tengo interés por tales enseñanzas. Lo único que sé es que Jesucristo como Hijo primogénito de Dios está en mi espíritu y espera la oportunidad de extenderse a mi mente, a mi parte emotiva y a mi voluntad. Yo simplemente quiero abrirme a Él una y otra vez sin esforzarme por hacer nada. Simplemente me abro a Él y le digo: "Señor Jesús, extiéndete a mi mente, parte emotiva y voluntad. Señor, haz que la única ley se convierta en las muchas leyes en mi ser interno. Quiero que te extiendas en mí hasta que poseas cada parte de mi ser. Lo único que quiero es que te extiendas dentro de mí". De esta manera, seremos transformados y conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Esto es lo que Dios hace, la obra que Él realiza en nosotros hoy. Esto es completamente diferente de lo que se hace en la religión, pues ésta es la obra que realiza la vida. Esta vida es Cristo mismo, quien junto a la ley, obra en nosotros, nos regula, nos gobierna, y nos guía.
Cuánto necesitamos ver esta visión y desprendernos de todo concepto religioso. Quiero abandonar las enseñanzas y simplemente amar al Cristo vivo, quien está en mí como mi vida y como la única ley extendiéndose a mi ser. No me interesa ninguna cosa religiosa. Lo único que me interes es el Cristo vivo que está en mi espíritu. ¡Alabémosle!.