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De: Amaly  (Mensaje original) Enviado: 10/08/2010 08:06
Restaurantes
Posada de la Villa.- Cava Baja, 9

Primera posada en el interior del  Madrid de los austrias, fundada en 1642, hoy transformada en restaurante, especializado en cocina madrileña castellana donde destacan el cordero asado por cuartos en horno de leña y cocido madrileño de puchero hecho en lumbre baja.
La Posada de la Villa se encuentra en el Casco histórico de Madrid, en la calle gastronómica por excelencia, a solo 100 m. de la Plaza Mayor.

Esta típica posada del siglo XVII, en el corazón del Madrid de los Austrias, es uno de los restaurantes con más sabor de Madrid en todos los sentidos; porque, aparte de sus sabrosos asados castellanos en horno de leña o sus postres típicos, tiene una decoración a la antigua usanza que lo hace muy acogedor. Ideal para banquetes al estilo del Siglo de Oro y comidas para grupos de incentivos, la Posada dispone de 4 salas con capacidad para unos 350 comensales.

El restaurante también recomienda, callos a la madrileña, sopas de ajo y caracoles a la madrileña.
Restaurante Sobrinos de Botín.- Calle de Cuchilleros, 17.
Esta casa fue fundada en 1725 para dar hospedaje y alojamiento a los muchos inmigrantes y viajeros que llegaban a la Corte. Con posterioridad, la familia Botín se hizo cargo del negocio y en 1860 lo transformó en pastelería. Los pasteles y comidas que se elaboraban en Casa Botín debían ser de excelente calidad y muy apreciados por los madrileños, como así nos relata Pérez Galdós en su «Fortunata y Jacinta».
En 1920 se hizo cargo del negocio la familia González y siguió empleando para sus asados y pasteles un horno centenario decorado con azulejos que todavía hoy se mantiene incombustible. El restaurante cuenta en la actualidad con cinco comedores dispuestos en sus tres plantas y sus más de 60 empleados siguen trabajando para hacer de este lugar uno de los más emblemáticos de la ciudad.
Restaurante Lhardy.- Carrera de San Jerónimo, 8.                                           
Esta casa fue fundada como una pastelería por el suizo Emilio Lhardy en 1839. En su trastienda se elaboraban los productos típicos de su lugar de origen, como los bollos suizos, los croissants y los canapés, una novedad en la repostería madrileña de la época. A los pocos meses, las buenas expectativas llevaron a Lhardy a ampliar el negocio e instaló una charcutería y un lujoso restaurante. Desde entonces, su casa se convirtió en lugar de encuentro y reunión de aristócratas, políticos e intelectuales y se fue haciendo costumbre degustar un buen jerez a la hora del aperitivo. También fue creciendo la fama de su gastronomía y los banquetes que se celebraban en sus salones, sobre todo en el conocido salón japonés del primer piso, al que solían acudir personajes como Isabel II, Alfonso XII, Espartero, Prim, O´Donnell, Serrano y Pérez Galdos, entre otros.
En 1880 el decorador Rafael Guerrero, padre de la conocida actriz María Guerrero, se encargó de dar una nueva imagen al local, resaltando la elegancia de su fachada con cristalerías y maderas de caoba traídas de la antigua colonia de Cuba. Todos estos matices han llevado a considerar a Lhardy como el primer restaurante de lujo que se instaló en Madrid, rango que conserva en la actualidad, al igual que su decoración decimonónica y su tradición gastronómica.
La Carmencita.- Calle Libertad, 16.

A esta casa, típica taberna madrileña, situada en la zona Centro de Madrid, que data de 1850 acudían con frecuencia personalidades como Lorca, Neruda, Alberti o el escultor Mariano Benlliure, querido por la afición gracias a sus obras homenaje de temática taurina.
El establecimiento remodelado en los 90, se muestra tal y como estaba decorado en sus principios: de sus paredes cuelgan fotos de Bienvenida y entradas antiguas.

Su especialidad es la cocina vasca, con alguna concesión castiza. Se recomienda los chipirones en su tinta, croquetas de merluza, rabo de toro, cordero al chilindrón, pastel de setas, callos a la madrileña o albóndigas castizas.
 Restaurante Oliveros.- Calle San Millan, 4                                              Es uno de los restaurantes más antiguos de la capital, que aún hoy conserva la misma presencia de cuando se inauguró en el año 1857. Cabe resaltar sus azulejos en relieve y su fachada, típica de las tabernas madrileñas del siglo XIX. El interior, también mantiene el aspecto tradicional con fotografías del antiguo Madrid, reliquias de las primeras radios de España y un sin fin de detalles que evocan recuerdos de antaño a todos los comensales.

La taberna fue adquirida por José Manuel Oliveros en el año 1922, y abrió sus puertas con el nombre de Casa Manolín. En los años cincuenta, tomó el relevó en la regencia del restaurante su hijo hasta que pasó a manos de su nieto Julio Oliveros, actual propietario del local, quien sigue manteniendo viva la tradición. Los visitantes de la Taberna Oliveros pueden encontrar cualquier tipo de comida tradicional madrileña. Uno de los platos más solicitados por el comensal y referente de esta casa, es el típico cocido madrileño, presentado de forma exquisita y con un gran sabor. Además de la cocina madrileña, esta familia no pierde sus raíces asturianas, por ello también sirven platos típicos del Principado. Cabe destacar la deliciosa tzabaza, un plato de callos con garbanzos, y las fabes, que hacen las delicias de todos aquellos que la prueban. Como colofón, le recomendamos que pruebe el paponzuelo, dulce ideado por la bisabuela de Julio Oliveros y que se ha convertido en el más solicitado de la taberna.
Casa Lucio.- Cava Baja, 35.

Este castizo restaurante de cocina castellana, situado en pleno Madrid de los Austrias, en La Latina, uno de los barrios más típicos y antigüos de Madrid, abre sus puertas al público en Noviembre de 1974,  desde entonces su fama ha traspasado fronteras, gracias a su especialidad: los "huevos rotos o estrellados", una receta al parecer muy sencilla -huevo cuajado sobre patatas fritas en aceite de oliva virgen- pero que tiene su secreto.

Con una decoración estilo ladrillo visto, siempre suele haber algún famoso comiendo en el local. Dicen  que no hay huevos en toda España como los huevos de Lucio, y "no exagero en decirlo".

El restaurante recomienda: huevos estrellados, arroz con leche y callos.




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