(estas letras  fueron escritas en vida de Diamantino, y son también una forma más de recordar su vida y su obra)
 
El cura Diamantino
cambió su negra sotana
por un pantalón de pana
 y una chaqueta de lino.
 
Ataviado de esta guisa
y su gorrilla de cuero,
trabaja de jornalero
-su más preciada divisa-.
 
Cuentan las viejas beatas
que, más que atender al culto,
se ocupa de otros asuntos
y está metiendo la pata.
 
Dicen que dedica el templo
a proteger a la gente
y a no ser indiferente
despachándonos un cuento.
 
La imagen de pasionaria 
decora su recepción,
y cuando le pide a Dios,
pide la reforma agraria.
 
Su escuela se ha convertío
en un maratón de ideas,
donde el pueblo, en asamblea,
decide lo convenío.  
 
A los santos derechones 
los mandó a la gran puñeta
quitándoles la careta
sin más pares ni más nones.
 
Cuentan que cuando camina 
tras de alguna procesión,
no hay paso que no dirija 
hacia la revolución.
 
¡ Viva tan buen manantial
con sus aguas cristalinas,
los astros que la iluminan
desde un cielo de cristal.
 
Y vivan los ciudadanos 
que con uñas y con dientes
pelean honradamente
                  por los derechos humanos.