|     Solos 
 Vámonos silenciosos por las hondasavenidas de palmas,
 y dejemos la luna que se tienda
 como una enredadera a nuestras plantas.
 No derrames la copa de tus labiosentre mis manos blancas,
 porque son porcelanas palpitantes
 que transparentan el fulgor de mi alma.
 Deja que la mudez de nuestras bocasdevore las palabras,
 mientras la fría claridad del cielo
 tiñe de azul la placidez del agua.
 Es inútil que dejes tus pupilasvagar entre su túnica rosada;
 solo hallarás entre mi cuerpo tibio
 una glacial coloración de nácar.
 Quiéreme así, con la sonrisa triste,con las pupilas al placer selladas;
 y si a tu beso me traiciona el llanto,
 bésame más... sin preguntarme nada
 
 Laura Victoria   
 25.06.11 
 
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