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 Almas de flores
 
  Nos quedamos contigo, rezagadas,
 las últimas de aquella muchedumbre,
 como voz de quien canta
 y sus propias canciones le enamoran.
 Somos perfume y alma
 de la flor y el capullo.
 Tus pensamientos nos llevamos, cuando
 nuestro aliento respiras,
 hacia los amarantos de esplendores,
 que en las colinas arden,
 hacia tiernas campanas de los lirios
 y grises heliotropos;
 hacia llanos cubiertos de amapolas, que guardan
 tal aliento de sueño y tal sonrojo,
 que, al cruzarlas, los ángeles
 habrán de parecerte más blancos todavía;
 hacia el sesgo del río, de ajo silvestre orlado,
 donde te solazaste un día entero,
 hasta que tu sonrisa trocábase en devota
 y el rezo florecía;
 hacia la rosa oculta en el boscaje,
 que vertía sus gotas de rocío en tu sueño;
 y hacia aquellos asfódelos floridos
 donde tu paso hundiste.
 Tiramos de tu ropa
 y tu pelo alisamos;
 desfallecemos entre nuestras quejas
 y sufrimos, perdidas por los aires.
 
 
 Elizabeth Barret 
 03.01.14 
 
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