|  
 
 
 
 No intentemos el amor nunca 
 Aquella noche el mar no tuvo sueño.
 Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
 quiso vivir hacia lo lejos,
 donde supiera alguien de su color amargo.
 
 Con una voz insomne decía cosas vagas,
 barcos entrelazados dulcemente
 en un fondo de noche,
 o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
 viajando hacia nada.
 
 Cantaba tempestades, estruendos desbocados
 bajo cielos con sombra,
 como la sombra misma,
 como la sombra siempre
 rencorosa de pájaros estrellas.
 
 Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
 alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
 cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
 todas puras de nieve o de astros caídos
 en sus manos de tierra.
 
 Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
 Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
 con sonrisa de antaño,
 ignorado de todos.
 
 Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
 adonde nadie
 sabe de nadie.
 Adonde acaba el mundo.
 
 Luis Cernuda   
 
 
 
 
 |